9. Evolución cyber-orgánica

222 36 0
                                    

(. . .)

Con esa mañana ya iban cinco días. El general Aizawa no sabía si estar preocupado, o agobiado por seguir cuidando a esos adolescentes que estaban sufriendo un cambio que los haría vivir de manera diferente para siempre. Los vidrios de las cápsulas se habían vuelto oscuros para que nadie se expusiera a los cambios de los jóvenes, y eso, aunque una buena idea, le hacía preguntarse qué clase de cosas estaban sufriendo.

Fue entonces que un timbre sonó, que provenía de una de las cápsulas de sus alumnos. Luego otro, y otro, y otro más; todos los alumnos estaban acabando su proceso de cyber-evolución, por lo que el general actúo rápido y comenzó a ejecutar el siguiente paso del protocolo: Mandar a los alumnos a la zona de evaluación.

Las cápsulas emitieron un sonido y estas fueron en descenso en dirección a una zona donde cada uno podría descubrir las nuevas capacidades de sus nuevos Dones. Todas las cápsulas descendieron, dejando al general completamente solo.

Las cápsulas de los demás chicos se detuvieron de manera brusca en contra de un suelo, siendo que cada una de ellas estaba aislada de la otra en un cubículo ligeramente grande, donde cualquiera podría caminar de manera tranquila. Pero cada una estaba aislada por completo, siendo que enfrente de cada cápsula había un oscuro cristal donde los profesores y generales examinaban las cualidades de sus alumnos.

Las cápsulas se abrieron, mientras de cada una salía un humo en enormes cantidades. Los chicos, que apenas despertaban de su larga siesta, vieron la luz de cada cúpula donde se encontraban, tratando de recuperar la conciencia. Después, las cápsulas se cerraron y se dispararon hacia arriba, dejando a los cadetes completamente solos.

—Buenos días, pelotón 1-A —Se escuchó en todas las habitaciones: El teniente Nezu—. Probablemente sigan un tanto confundidos por el cambio de ambiente. Tranquilos, no están muertos, pero se sentirán como uno —El humor del roedor no ayudó en nada a los jóvenes—. Bueno, hay una buena noticia: ¡Sus Dones han evolucionado a nuevos horizontes! Así que, esperamos que los descubran con nosotros. Serán vigilados durante todo este día y se les dará comida mientras descubrimos las capacidades de sus nuevos Dones. Se oirá cruel, pero es la mejor manera para no correr riegos. ¡Puede empezar tratando de usar su Don, vamos, no sean tímidos, nuestro equipo de científicos los examinará con cuidado y aprenderá con ustedes!

Muchos simplemente apenas lo digirieron... otros estaban ocupados en otras cosas. Como gritar de terror:

—¡¡Ahhh...!! —Fue el grito de Mina Ashido, aterrada de lo que le sucedía a su mano, que se estaba volviendo blanca y viscosa, como su ácido—. ¡M-Mi mano, mi mano se está disolviendo, mi mano se está disolviendo...! —exclamó histérica y aterrada.

Sus compañeros no la oían gritar, pero de por sí ya estaban con sus propios problemas. Kaminari, cuyo Don era generar electricidad, estaba de alguna manera interactuando con la luz de su zona, como si ahora tuviera la habilidad de tener bajo su dominio cualquier electricidad cercana a él; Kyoka, de alguna manera estaba escuchando los gritos de Mina y las respiraciones de sus demás compañeros, sin conectar sus jacks a los muros. Como si su sentido del oído hubiera aumentado por completo.

Kirishima activó su Don, endureciendo su brazo, y pareció normal... hasta que en un punto, comenzó a generar piedras de sus antebrazos y su cuerpo, como si su endurecimiento tuviera consciencia propia. Lo desactivó con rapidez, pero se aterró de volver a hacerlo: Era como si un virus se extendiera por su cuerpo, tomando el control de su habilidad.

Con Bakugo fue una cosa un tanto... emocionante: Sus explosiones se habían vuelto mucho más poderosas. Dirigió su vista a uno de los muros y comenzó a lanzar explosiones de manera consecutiva, probando su magnitud y potencia: Realmente eran balas explosivas que podrían matar a más de un Decepticon. Pero algo que notó Katsuki fue que el sudor de nitroglicerina, que regularmente salía de sus palmas, ahora recorría todo su cuerpo.

Izuku Midoriya: El Primer MestizoWhere stories live. Discover now