Izuku Midoriya: El Primer Mestizo

5. El sable del valor

Un movimiento rítmico que hacía mover su corazón cada vez más. Si perdía aquel ritmo, podía llegar tarde a la prueba de la Academia T.F., y entre todas las cosas, no quería que eso pasara. Ya habían pasado diez meses de entrenamiento matutino, en los cuales se la pasaba devorando proteínas y comida que su madre cocinaba.

Llegar tarde a la prueba sería como hacer un duelo de miradas contra el demonio y parpadear. Debía apresurarse, porque la academia estaba a unos trece kilómetros en tren bala, por lo que no debía perder aquel tren. Corrió todo lo que pudo, y cuando llegó a la estación, fue por los pelos que se quedaba varado justo donde estaba, de no haber sido Katsuki, que logró detenerla la puerta antes de que se cerrara por completo.

—¡Uff! G-Gracias, Kacchan —Katsuki le dio la mano y lo ayudó a ponerse de pie.

—No agradezcas. No iba a dejar que perdieras tu mejor día, Pelo de Algas —le sonrió con la mirada confiada, haciendo que el muchacho se sintiera feliz de tener un amigo como él para ayudarle en los peores momentos.

Durante todo el viaje, Katsuki y Midoriya estuvieron hablando sobre cómo habían estado mejorando sus Dones para el examen práctico de la Academia T.F., siendo que cada quien había estado adaptando sus habilidades a distintos tipos de circunstancias. Midoriya le explicó a Bakugo como funcionaba su Don... Pero no el trasfondo detrás de él.

Era su mejor amigo y todo, pero no podía rebelarle tal cosa de un día para otro, por lo que Midoriya decidió mantener el secreto entre él y su madre. Mientras más segundos pasaban, más cerca se encontraban de la academia y el inminente examen militar:

Para poder entrar en la Academia debías traer un ensayo aproximadamente de diez páginas enteras donde explicas tus razones de entrar en la armada Autobot, tus ventajas y desventajas sobre tu Don, tus habilidades fuera de lo inhumano y por supuesto, una pequeña descripción de cómo quieres que funcioné tu traje de soldado por si logras entrar.

Lo último es opcional, pues de igual manera lo tendrían que entregar el primer día de clases.

Después, se presentaría el examen escrito que se requería un puntaje superior a ochenta para poder pasarlo, para que al final viniese el tan esperado examen práctico, del que todos hablan y entrenan día y noche. Nadie entraba gratis, ni por pertenecer a una familia adinerada ni por ser recomendado por distintas escuelas: O demostrabas lo que valías o no eras nadie.

Bakugo había pasado días enteros escribiendo su ensayo y describiendo cada detalle de su traje. Había hasta hecho un pequeño dibujo improvisado para sí mismo. No dibujaba como Midoriya eso seguro, siendo que el adolescente a su lado hacía un increíble trazo con un poco de tiempo y un buen pulso de mano.

—Y bien, ¿cómo crees qué sea el examen práctico? Nadie que haya participado anteriormente ha dicho algo sobre este y cómo funciona —preguntó Bakugo, siendo que le entraba la curiosidad sobre lo próximo que vendría.

—U-Uh... No lo sé. Esta bastante bien resguardado y nadie sabe específicamente qué es. Eso sí, de lo que están seguros todos es que... —Por la ventana, los muchachos observaron como estaba allí, brillando ante el alba: La Academia T.F.—... no será sencillo.

—¿... Carrera a ver quién llega primero? —Bakugo le sonrió a su compañero, el cual solo miraba a la academia, maravillado por el tamaño y lo bien estructurada que estaba.

Cuando llegaron a la parada, los dos muchachos salieron disparados hacia la academia, siendo una carrera para ver quién llegaba primero. Bakugo siempre había ido primero en esa clase de competencias... pero aquella vez, Midoriya le tomó la delantera, tomándolo desprevenido.

Los chicos comenzaron a ver a más adolescentes en el gran portal de la academia militar, yendo al interior del establecimiento para poder recibir instrucciones sobre a dónde ir y qué hacer. Midoriya, tras haber llegado de primero, logró detenerse justo a tiempo antes de poder chocarse con un bicolor que se quedó inmóvil a pesar de casi chocar con él.