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[Sin editar]

[Capitulo veinte]

Observé el tatuaje que tenía en su espalda y el cual me recordaba que estaba haciendo todo mal

Unas alas incompletas

Su ancha espalda con algunas cicatrices me llamaba para que lo abrazara y recostara mi cabeza en ella, tenía otros tatuajes en sus brazos, sus tatuajes eran blanco y negro, todavía recuerdo que en clases los pintaba o cuando estábamos viendo algo me ponía a dibujarlos con mis dedos.

Estaba con la cara apoyada en la almohada, sus largas pestañas y pobladas cejas le daban un toque más rudo-no tanto--, pero duermiendo se vea realmente tranquilo.

Me levanté, el sol se estaba asomándose por la ventana asi que decidí cerrarlas, la habitación quedó más oscura y me fui a bañar para prepararme e ir a la práctica.

Una vez lista dejé las llaves en la mesita junto a una nota

(...)

Caminé con la cabeza abajo, ignorando a las personas a mi alrededor, otra vez pasaba, otra vez volvía a lo mismo, otra vez volvía a caer, estoy cansada de caer.

Las hojas caían y era bello, pero una bailarina no podía hacerlo nunca, tenía que aguantar bella y perfecta hasta que el show acabara, pero ¿Cuándo se acabaría el mío?, ¿Cuándo se iba a cerrar el telón?

Sequé rápidamente las lágrimas fugases que se habían escapado, les corté su camino para que no llegarán más lejos y dejarán una pequeña marca como recuerdo de su presencia.

¿Por qué seguía equivocándome?

Mi corazón no iba a soportar tanto otra vez, cada vez dolía menos, pero no porque el dolor fuera disminuyendo, si no que se paralizaba y dejaba de latir, ya no sabía si soy capaz de volver a reanimarlo.

Llegué al estudio sin saber cómo. No había nadie, prendí las luces de la sala de entrenamiento y comencé a prepararme.

Una vez lista con los estiramientos y mis zapatillas colocadas, caminé hacia el equipo de música y me dejé llevar por las notas del piano

-Esta pieza es mi favorita -comentó Dan mientras tocaba el piano

Habíamos las mesas para que tuviéramos más espacios y así poder bailar, no importaba si no podía verme, podía sentir cada paso que daba e imaginarme cómo lo daba, siempre escuchaba a Dan tocar la pieza al otro lado de la muralla, fueron tantas veces que aunque no la escuchara podría ir al ritmo.

La hermosa tarde de otoño junto al color naranjo del día, podíamos sentir nuestras almas se unían en una danza que no tenía fin, mis brazos junto con mis piernas se movían al ritmo del corazón, mi sonrisa acompañaba mí mirada, el sol poco a poco se despedía con ella la hermosa melodía de aquel instrumento de Marfil.

Me detuve y sus ojos me miraban, tan brillantes, sus labios estaban un poco separados y sus cabellos estaban desordenados por culpa del viento que movió la cortina y lo cubrió.

Su mano se extendió, me ofreció su amor y yo lo acepté entregando el mío, mis ojos no eran mentirosos y los suyos menos.

Sus caricias eran verdaderas, me volvía adicta a la sensación de amor y protección que me brindaba al estar a su lado, podía arder y no me importaba, si él estaba a junto a mí, si él era el causante de mi agonía.

Cuando La Nieve Se Derrita[Terminada] [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora