[31]*

28 8 0
                                    

[sin editar]

[Capitulo veintinueve]

Desperté y vi el techo blanco, volví a cerrar los ojos y los abrí de nuevo, como si fuera a cambiar la realidad. Lloré.

Lloré otra vez, lloré como lo había hecho tiempo atrás, lloré como la primera vez que estuve aquí, lloré más que la vez que mi madre me encerró en esa habitación sin luz; en aquella habitación que grité hasta quedarme sin voz, en esa habitación que era la última y que nadie visitaba y que nadie me iba a buscar por la escusa de mi Madre, porque supuestamente había ido a jugar a la casa de una amiga, pero ella había olvidado algo, que no me dejaba tener amigos.

Lloré más que la vez que me gritó en la sala de entrenamiento que era horrible, lloré más que todas las veces que me decía que era horrible a la hora de comer, lloré más veces de las que me dejaba comiendo sola porque le daba asco verme comer.

Ahora lo entiendo, si era tan detestable y un monstruo ¿Por qué me lo tenía que decir?, Antes no lo entendía, pero ahora sí. Ella quería que cambiará para no ser un monstruo, pero cada vez que intentaba cambiar seguía pareciendo uno, seguía siento uno dentro de mí. Siempre volvía a lo mismo.

Odiaba este lugar, pero me lo merecía, merecía todo lo malo que me pasaba, era alguien detestable, que necesitaba que nadie la pudiera ver para no sentir el asco, tal vez mi madre me encerraba por eso, tal vez lo hacía para hacerme sentir bien.

Todo el esfuerzo que hice para ser alguien que pudiera ser vista se fue a la basura porque aunque lo deseara con toda mi alma siempre salía lastimando a las personas que amaba.

Tal vez si es verdad todo lo que me decía mi madre antes de dormir, tal vez no tuve que ser salvada hace tres años, tal vez todo hubiera sido más fácil si me hubiera resignado a vivir como lo hacia.

Tal vez si nadie me hubiera amando y yo no hubiera deseado ser feliz sería distinto.

Miré por la ventana sin levantarme de la cama, el sol se estaba escondiéndose, la habitación no llegaba a teñirse con los rayos naranjos, la habitación estaba vacía, sin color ni nada, era tan deprimente aún más de lo que la recordaba.

La puerta se abrió y moustro una sombra en el pasillo de mi cama.

Sé lo que vas a decir, vete

—Primavera, ¿Cómo estás?

—¿Es broma? —solté, me levanté y vi a Stefano

—No, no hago bromas.

—Estoy perfectamente, eufórica, extasiada. Extrañaba verte —dije con sarcasmo

—¿Volvemos con el sarcasmo? Eso es bueno —sonrió

—Perfecto, si eso es todo, vete

—Primavera —se acercó

—Volví a este lugar, me costó tanto salir, y volví a este lugar —pestañé intentado ahuyentar las lágrimas

—Es lo mejor.

—Le supliqué que no me regresara, le supliqué que no me volviera a internar y lo hizo.

—Lo necesitabas

—No intenté nada —lo encaré—no hice nada para estar aquí, no es lo mismo que hace tres años, me equivoqué, lo acepto, pero ahora no hice nada. —musité

—No hiciste nada mal, sin embargo necesitas ayuda y no es malo aceptarla

—No quiero la ayuda así, no quiero estar encerrada aquí, no quería volver, me esforcé, pero claro, ni esforzarme puedo hacer bien —lo último lo susurré

Cuando La Nieve Se Derrita[Terminada] [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora