Seis: Café y té

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        Los siguientes días me despertaba y comenzaba a caminar por las habitaciones. La de Odín era casi igual a la de Frigga, pero no tenía un balcón. Por alguna razón, se sentía una vibra espantosa cuando entraba ahí, así que intentaba evitarlo. Caminaba mucho para sentirme mejor, con un libro en la mano y una manzana en la otra. Loki venía ahora para desayunar y cenar todos los días. Llevaba ahí mas de diez días cuando me di cuenta. Él realmente creía que ya no quería escapar y yo comenzaba a dudarlo. Ya no pensaba en maneras de salir, ni en ganar su confianza. Necesitaba pensar en algo, o quizás no.

        Después de saber que Frigga estaba muerta, no había vuelto a pensar en que Loki estaba fingiendo ser Odín. Que incluso él dormía en su habitación y que solo yo sabía su secreto. El perfectamente pudo haber fingido ser Odín todo el tiempo frente a mí y yo genuinamente me sentiría aterrorizada. A veces pensaba que Loki había decidido que yo sería su compañía desde el principio. Cada trato especial, cada vez que me ayudaba a usar mis poderes, cada vez que me decía cosas y lindas y me trataba como una niña chiquita, me hacía pensar que realmente no quería el cetro.

        Me preguntaba si mi familia ya se habría dado cuenta de que estaba secuestrada. Claro que Tony jamás podría venir a buscarme a Asgard, pero había cámaras en todo el edificio que podrían hacerlo saber que Loki me había secuestrado. Seguramente mi tía pensaría que había huido de Nueva York para no ver a Tony, pero ojalá solo fuera eso. Mientras pasaban los días, me ponía a pensar si alguna vez volvería a mi hogar. Quizás jamás volvería a ver a Tony, y a pesar de que antes no quería verlo, sentía un poco de tristeza.

—Buen día— me dijo Loki una mañana entrando por el umbral de la habitación de Frigga. Yo me encontraba sentada en el suelo a lado del balcón, recargada sobre mis rodillas y sumida en mis pensamientos. Volteé a verlo y le sonreí levemente.

—Hola— le dije y me levanté, sacudiendo mis shorts.

        Loki nunca estaba a mi lado por las mañanas, de alguna manera conseguía siempre salir de la habitación antes de que yo me despertara. Ahora el se sentaba a mi lado en los desayunos y siempre me llevaba agua caliente para que tomara café. Loki ni siquiera sabía lo que era el café, ya que no se cosechaba en Asgard, pero lo consideraba algo repugnante y prefería el té.

—¿Cómo estás?— me preguntó sirviendo una taza de agua caliente en mi taza. Con mis poderes creé un sobre de café soluble, mientras él se servía té.

—Un poco sofocada— intenté sonreír mientras revolvía el polvo en el agua. Me miró seriamente por unos segundos y yo agaché la mirada.

—Podríamos dar un paseo por el palacio— dijo en un tono de voz muy bajo. Lo volteé a ver esbozando una pequeña sonrisa.

—¿De verdad?— pregunté eufóricamente y asintió intentando ocultar una sonrisa. Me lancé a abrazarlo y di pequeños gritos de felicidad. Sentí sus brazos rodearme poco a poco y cuando los dos nos quedamos quietos, me quité intentando fingir que aquello no acababa de suceder. Aclaré mi garganta y volteé a mi charola —¿Puedo arreglarme?— volteé con los ojos muy abiertos.

—No— fruncí el ceño y miró su charola —Nadie puede verte, así que fingiremos ser Lady Sif y Fandral— lo miré extrañado —Son amigos de mi hermano— me dijo mientras picaba la fruta con el tenedor.

—De acuerdo— le dije y seguí comiendo. No me agradaba la idea de fingir ser alguien más, pero era mejor que seguir encerrada en aquellas habitaciones. Cuando terminamos de comer, Loki sacó un brazalete mirándome un poco asustado.

—Solo es una precaución— asentí y puse mi muñeca sobre la mesa para que me lo colocara.

        Después de hacerlo, cerró los ojos un segundo y se transformó en un hombre medianamente alto, rubio, con barba y bigote. Me miré a mí misma, sin darme cuenta yo ya llevaba una especie de armadura plateada y mi pelo se sentía casi igual. Loki señaló un espejo detrás mío con la mirada. Volteé a verme, era muy diferente. Fuera quien fuera Lady Sif, era hermosa. Tenía un porte heroico y se notaba que tenía un carácter fuerte, quizás más fuerte que el mío. Loki comenzó a quitar el hechizo y abrió la puerta un poco para ver si alguien estaba pasando, ya que sería extraño ver a alguien que no fuera Odín salir de aquella habitación. Salimos de la habitación cuando nadie lo notaba y caminamos por el palacio. Todos nos saludaban, pero no de la misma manera que cuando Loki era Odín.

The Tenderness Behind the FlowerWhere stories live. Discover now