Doce: La bóveda de Odín

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Cuando al fin me dispuse a entrar a la habitación para enfrentar mis problemas, vi a Loki sentado sobre la sala. Me quedé estupefacta, ni siquiera había escuchado un solo ruido suyo. Supuse que quizás se había teletransportado, pero era muy malo en eso y casi nunca lo hacía. Me miró seriamente unos segundos, escaneándome de pies a cabeza. Me miré a mí misma y recordé que estaba casi desnuda. Él en cambio ya llevaba la ropa puesta. Seguramente tenía el maquillaje hecho un desastre, al igual que el cabello. Genuinamente me dio pena verme tan mal, cuando él se veía impecable. A veces pensaba mucho en ello, Loki todo el tiempo se veía perfecto. Incluso cuando despertaba, no tenía un solo cabello desaliñado. Sentía que eso era cosa de aliens, ya que si lo pensaba bien, Loki era un alien. Después de haber pensado todo eso en menos de dos segundos, Loki se levantó rápidamente.

—Por todos los dioses— dijo y apareció una cobija en la mano. Me rodeó con esta y me frotó los hombros, para hacerme entrar en calor. Ni siquiera tenía frío, nunca hacía frío en Asgard, pero decidí dejar que me consintiera —Vamos, tienes que comer algo— me guió con sus brazos hasta el sillón. Pasó la mano por la mesa, dejando ver una comida completa. A veces sentía que era más la hija de Loki que su novia, ya que me trataba como tal. No sabía si era cosa de novios, pero no se me hacía normal que me cuidara tanto. Me bajé del sillón para empezar a comer y el solo se sentó en silencio frente a mí. Pasaban los minutos y mientras yo vaciaba el plato el no decía una sola palabra.

—¿Tienes agua?— le pregunté intentando romper el hielo. Se levantó rápidamente y caminó hasta una mesa, donde había una jarra y un par de vasos. Me sirvió en uno de los vasos, se veía serio y consternado. El silencio que había en una habitación era molesto, solo escuchaba como masticaba la comida, lo cual no me encantaba. Me dio el vaso y se sentó a lado de mi plato, tenía miedo de lo que fuera a decirme. La verdad ya no estaba tan enfadada y quería mantenerme así.

—No sé si es correcto lo que estamos haciendo— lo volteé a ver, hablaba como si tuviera miedo a herirme. Me giré y miré hacia en frente, de verdad no quería que siguiera hablando —No quiero hacerte algo malo, quiero que seas feliz— masticaba sin expresión alguna, no quería voltear a verlo —Lamento lo que dije sobre tu... Tony— se corrigió, seguro iba a decir mi padre, pero sabía cuánto me molestaba eso.

—¿Por qué piensas que me haces un mal?— pregunté a la defensiva y sin moverme. Se quedó callado, así que dejé mi tenedor sobre la mesa y volteé a verlo.

—Porque eso es lo que hago, es lo que soy— suspiré y volví a tomar mi tenedor.

—Esa es una buena excusa— alcé las cejas y seguí comiendo.

—No lo es— dijo girándose más hacia mí. Seguía sin verlo, así que me tomó de la mano, haciendo que tirara el tenedor —No es una excusa, solo quiero que...— comenzó a respirar rápidamente y se levantó con brusquedad. Comenzó a caminar por la habitación y se detuvo en frente mío, acariciando su cien —Necesito que me entiendas— me crucé de brazos y me recargué en el sillón detrás mío, esperando a que continuara hablando.

—¿Qué debo de entender?— pregunté ladeando la cabeza y fingiendo una sonrisa. Apretó la mandíbula y exhaló desesperado —Que se supone que haces esto por mi bien, porque es lo mejor para mí— dije haciendo comillas con los dedos en las últimas palabras. Negué con la cabeza sonriendo irónicamente —Si supieras lo que es mejor para mí, dejarías de intentar alejarme de ti— me levanté bruscamente y comencé a caminar hacia la habitación principal.

—¿Y si te sucede algo por mi culpa?— gritó y me detuve en seco. Me giré lentamente hacia el, esperaba una explicación —Me están buscando, se que no tardarán en venir a por mí— fruncí el ceño —Un titán loco me prestó la gema de la mente para conquistar Midgard y no se la devolví— comencé a caminar de nuevo hacia el, apretando la manta fuertemente contra mi cuerpo —Por eso necesitaba el cetro— no sabía si creerle, pero tenía sentido. Cada cosa que me había preguntado cuándo llegué al fin tenía una respuesta.

The Tenderness Behind the FlowerWhere stories live. Discover now