Capítulo 15

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Una mano detuvo a Luke del hombro por detrás, con firmeza y determinación.

—Ya no tienes quince años —advirtió Macduff.

El pelilargo le sonrió con engreimiento y se deslizó los dedos por el frente del cuerpo en claro exhibicionismo.

—Eso no ha hecho que perdiera mi estado atlético. —Chasqueó con la lengua y sacudió la cabeza—. Veo que a ti sí, el tiempo ha hecho mella en ti.

¿Qué era exactamente lo que ella presenciaba entre Luke y su hermano?

—Chicos, podemos dejar de discutir y apresurarnos. No quisiera que mis futuros suegros me descubrieran escapando por una ventana como un ladrón —interrumpió Travis.

Regan sonrió sin poder evitarlo. Inspiró y el aire se le antojó más fresco desde que había iniciado aquella aventura de fin de semana junto a él. No importaba lo que fuera que sucediera, solo por una noche soltaría las ataduras.

—No se preocupen, lo hemos hecho varias veces. —Le guiñó un ojo al rubio al pasar a su lado y este amplió la vista como si le hubieran crecido plumas en el rostro.

—¿En serio? —La rodeó y parecía que saltara a su alrededor como un perrito entusiasmado—. Quiero conocer a esa Riddle, ¿no podemos tomarnos una máquina del tiempo y me la presentas?

—Ella era... distinta. Te hubiera encantado.

Le tomó los dedos y se los llevó a los labios.

—Agrega el también al final de esa frase, cariño. Tú me encantas.

—Detengamos los arrumacos —protestó Macduff—. ¿Quién va primero?

—Yo les mostraré la forma de bajar, es fácil —comentó Luke—. Solo deben utilizar el soporte de la enredadera como escalera.

Los cuatro se reunieron para observar por fuera de la ventana. Los dos más jóvenes, despreocupados, en cambio, los dos mayores tenían ciertas dudas sobre la aventura de saltar desde un primer piso.

La pared exterior tenía una estructura anexada tipo cuadrícula sobre la que se amuraba una planta trepadora que llegaba hasta el alféizar del cuarto.

El primero en arriesgarse fue Luke, siguió Regan, luego Macduff y, por último, Travis.

Macduff estiró la columna y se frotó la zona lumbar a pesar de que no se hubiera magullado en ningún sitio. Solo habían descendido por la cuadrícula, sin golpes ni daños.

—¿Estás bien? —le preguntó Travis mientras rodeaban la casa por el lateral para llegar desde el jardín al frente entre arbustos y los rosales preferidos de Helen—. Quizás el chico este tenga razón, se te nota un tanto oxidado. Estar entre libros te ha quitado flexibilidad y eso que te llevo un par de años.

—¡Cállate! —gruñó el profesor—. Solo no he tenido un hueco para ejercitarme en el último tiempo.

—¿No te referirás en la última década? —agregó Luke con una sonrisa que no era para nada bien intencionada.

—¡Basta, Luke! —lo amonestó Regan—. Tú también te comportas. Establezcan una tregua.

Habían logrado salir sin ser descubiertos del hogar Carrington, pero discutían en una voz amortiguada de tal forma que eran gritos en un volumen bajo a unos pocos pasos de la puerta de entrada.

Colores ocultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora