Capítulo cuatro

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¿Como se le ocurre a esta niña nadar desnuda en una piscina habiendo tantos empleados cotillas aquí?

-Señor, por favor. No me deje morir aquí -a decir verdad, sí que parecía asustada.

Su quijada temblaba de frío, llegando hasta mis oídos el crujir de sus dientes al chocar y aunque el agua no me permitía verla como realmente quería (si, acabo de pensar eso), me gustó el hecho de tenerla aferrada a mí cuerpo. Chocando sus pechos con el mio que ahora está un poco receptivo. Como pude la elevé en volandas entre mis brazos y nadando incómodamente, pude llegar hasta la orilla con ella sana y salva.

-Quedate aquí. Les ordenaré a las empleadas que vengan ayudarte -salí de la piscina. Tenía que salir antes de que baje la guardia y pues...pase lo que quiero evitar, porque ahora mismo es hasta difícil mirarle a la cara sin mirar otra cosa.

Es una niña, es la hija de mi mejor amigo, ese que a confiado por años en mi, la e visto crecer desde que nació, viene siendo como mí misma sangre también. Namjoon me la confió porque tiene plena confianza en mí, el respeto hacia ella y hacia él debe de ser absoluto, y cuando digo absoluto, es absoluto, sin bajar la guardia aunque me encuentre entre la espada y la pared. ¡Tengo treinta años por dios!, no debo portarme como un joven calenturiento que se pone nervioso por unos pechos o por unas bragas de encage. Eso, soy mayor que ella, un padre de familia y debo de portarme como tal.

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YUNA


Por poco estallo de la furia, de la frustración, de la impotencia y las ganas de llorar al ver como Jeon se marchó para dejarme allí tirada, llamando a sus empleados para que ellos me atiendan, estaba cabreada, yo quería que él me atendiera, no sus putos empleados de mierda. Su desprecio me tenía un poco bastante harta, el verme como una cría para él es algo que llegó a mis límites ya. ¿Qué es lo que no entiende? Quiero que me vea como una mujer, no como una niña que tiene dieciocho años. Soy mayor de edad. Él podría tomarme sin ningún problema. Yo se lo permito. Yo quiero y eso es lo que cuenta, se que también él quiere, lo puedo sentir, oler, es muy malo disimulando.

Han pasando dos semanas. Dos largas semanas todavía haciendo el intento de conquistarlo de todos los modos habidos y por haber, pero entre más me esfuerzo, más frío se muestra y más me rechaza, es como si mi presencia ya le molestaba, unos días atrás me trató como una mierda y yo sigo aquí, resistiendo todo eso.

-¡Oye, tú! -Dana jugaba con sus muñecas, mientras yo tenía que vigilarla. Sus redondos párpados se elevaron hacia mí, igualitos que los de su padre -¿Sabes quienes son esos hombres? -crucé mis brazos mirándola y esperando algo de su parte.

Ambas estando en el jardín, pudimos ver a la distancia uno que otro tipo desconocido entrando a la mansión Jeon con maquinaria entre sus manos, muy extraño, pero como yo soy una simple empleada que limpia y hace de niñeras, no se nada sobre los individuos.

-Son los hombres que contrato, Appa -respondió. Aún seguía sin entender. Necesito más información.

-¿Y qué hacen aquí? ¿Quienes son ellos?

Volví a preguntar. La niñata siguió jugando con sus juguetes pero poniéndome atención, veía como le cambiaba los vestidos a sus muñecas que eran a decir verdad muy bonitas.

-Appa va a poner cámaras de seguridad por toda la casa. Por eso están todos esos hombres -me miró un momento posicionada en la hierba verde del jardín -Creo que la base principal será su despacho, no estoy muy segura -esta niña sabe mucho, me sorprende que sepa todo eso.

¡No soy una niña! › jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora