¡No soy una niña! › jjk

Capítulo ocho

—Tomalo, como un último beso.

Me aparté rápidamente de él en cuanto me dijo aquello. Lo mire a los ojos, su brillo se había esfumado dando paso a una mirada neutra.

—No de nuevo —me tembló la voz al hablar —No me apartes de ti, por favor —quise abrazarlo, pero él no me lo permitió. Sus pasos retrocedieron dejando un espacio entre nosotros. Su mirada permanecía gacha, estaba más que segura de que no quería mirarme a los ojos porque eso no era lo que quería realmente.

-No puedo hacerle esto a Haerin, tampoco a mí hija —se encogió de hombros —Yuna, comprendeme por favor. Son mi familia, y yo no puedo darte lo que tú esperas que te de.

Salí del despacho hecha un mar de lágrimas, más que un capricho, una obsesión o como quieran llamarle, yo amo a ese hombre con todo mí corazón. Estaba furiosa conmigo misma, porque pude haber hecho más, pero simplemente no se pudo. Llega un momento en que tampoco sabes que ficha mover.

Jeon Jungkook no quiere tener nada conmigo. Él ama a su mujer, lo mio solo fue atracción sexual, sin ninguna gracia. De tonta pensaba que cuando nos entregábamos el uno al otro era porque así nuestro corazón lo decidía, pero no fue así, en realidad, yo fui la única que puso sus sentimientos en la mesa. A lo mejor debí de haberme alejado la primera vez que me rechazó, en su despacho.

—Haerin no puede ser perfecta, no puede serlo —limpiando mis últimas lágrimas, algo se me ocurrió.

Trascurrieron varias horas, unas en la que sentada en la cama de mi habitación, cargada de dolor y rabia, esperé a que Haerin hiciera su próximo movimiento.

—Es hora —Murmuré bajándome del colchón. Conozco perfectamente el ruido de su auto, y verificando bien la hora rutinaria, pensé que esta tarde la señora de Jeon saldría. Salí corriendo de la habitación, bajé las escalas con rapidez, y una vez afuera en la calle, llame un Taxi —Siga a ese auto, por favor —le pedí al taxista.

Su primera parada fue un centro comercial, desde la distancia pude ver que después de entrar al inmenso lugar con un vestido negro, de sospechosa salió con uno rojo muy sensual y corto.

¿Qué tramas, Haerin? ¿Qué escondes?, pensé sacando mis propias conclusiones mientras el taxista emprendía camino no perdiendo de vista el auto que veníamos siguiendo.

Después de otra media hora más, al fin la mujer se estacionó enfrente de un edificio. Le pagué la carrera al taxista y la seguí, como pude apreté los botones del ascensor donde me llevaría exactamente al mismo piso donde aguardaba la castaña.

—Tienes un amante. Lo sé —Sonreí sacando mi celular del bolsillo y mis pasos ligeros sonaban entre el pasillo. Mis planes eran grabarla con el individuó y así llevarle las pruebas a Jungkook.

Esperé varios minutos más. Tomando el tiempo como suficiente, agarré el pomo de la puerta del 202 para abrirla, pero resultó que esta se abrió sola y a las malas me hicieron entrar al apartamento.

—Bienvenida seas, Yuna —levanté mi rostro al reconocer la voz. Un tipo me hizo sentar sobre un sofá, pero ciertas curvas veteranas se posicionaron enfrente de mi.

—¿Me estabas esperando? —frunci mi ceño.

—Supe que me estabas siguiendo —Haerin cruzó sus manos en frente de ella —No soy estúpida —escupió con enfado —Solo mirate, eres una mocosa quita maridos.

—Le diré a Jungkook que...

—¿Qué le vas a decir? —me interrumpió —¿Que me seguiste?¿Qué me viste con un amante y que se llama YoonGi? —sonrió divertida. Miré al chico de estatura un tanto ma baja que la de Jeon, creo incluso que del tamaño de Haerin, cuerpo delgado y cabello negro —Así es mi querida Yuna —sus finos tacones empezaron a retumbar entre el lugar —Yo le soy infiel a Jeon Jungkook. Le soy infiel con YoonGi —de nuevo sonrió de lado, esto no me estaba dando buena espina —También te confesaré que sé lo de tú romance con mi esposo. Como te dije, no soy ninguna estúpida —fue a servirse un whisky en una mesa que estaba en una esquina.

—¿Como lo supiste?¿Jungkook te dijo que él y yo...? —quise pararme, pero el tal YoonGi sacó un arma y obligada me vi a sentarme otra vez, ahora tenía miedo, no de ellos, sino de esa arma.

—Jungkook es un idiota, de sus labios nunca salió una verdad —me miró unos segundos —Lo sospeche —enarcó una ceja —Pero después de esa noche de sexo en la que me confundió contigo... —caminó hacia mí con la copa en la mano derecha —me lo confirmó todo —masculló —Ahí supe lo imbécil que es, pero pensándolo bien... —pausó —Yo también soy una imbécil  —rió.

No le dije nada. Esta bruja estaba loca de remate.

-Estoy harta de ti —su mirada desprendía odio —Y ahora gracias a tú idiotez, me facilitaste el como desaparecerte —bebió un poco de su bebida. A mi mente llegó lo peor —Antes de que YoonGi haga lo que tenga que hacer, te daré mi última confesión —acercó su rostro al mío al punto de sentir su aliento a alcohol —Dana, es una Min, no una Jeon.

Abrí mis ojos como platos antes eso. ¿Qué mierda? ¿Desde cuando entonces esta bruja está engañando a Jungkook?

—Reina —al fin oí la voz del chico pálido. Se veía desesperado por tanta espera.

—Ahora sí Min. Haz lo tuyo —le ordenó Haerin sonriendo con maldad. El pelinegro quitó el seguro del arma al instante, y en cuanto mis lágrimas bajaron por mis mejillas, un disparo sin concepción y silencioso impactó a mi costado —¡YoonGi! ¡Idiota! —la castaña exclamó petrificada —¡Te dije que la desaparecieras, no que le metieras un disparo!

Mi cuerpo adolorido  comenzó a inundarse de sangre me dejé caer sobre el sofá. Me faltaba el aire, mi garganta se secó, y mi vista se colocó borrosa a medida que iban pasando los segudos. Me estaba muriendo, poco a poco me estaba muriendo y mi mente llegó el retrato fijo del hermoso rostro de mí Jeon Jungkook.

—Que más da, reina —entre eco oí la voz del tal YoonGi —Acabemosla de matar —dos o tres disparos más liberó su arma asesina contra mi.

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😮

Me retiro lentamente.