Capítulo diez

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—Jungkook ¿Te imaginas si yo me convirtiera en tú esposa? —decidí arriesgarme a decírselo.

Mí señor estaba perdido entre mis curvas, se le oía respirar excitado. Estaba desesperado por comerme viva. Y yo, por que me comiera.

—Si yo fuera tú esposa, te consentiría muchísimo —enredé mis dedos en su pelo, pero gemí audible al sentir su lengua dar una lamida que recorrió cada parte de mi intimidad.

—Pronto serás mi esposa, mi mujer, solo mía —correspondí su beso arrebatado. Mis fluidos en sus labios le daban ese toque de salado pero a la vez se mezclaba con lo dulce de su lengua. Si había algo que me volvía más adicta a Jeon, era su delicioso sabor, donde lo besaras.

—Ya soy tuya —le sonreí acomodando mis piernas, permitiéndole el acceso para que se incrustara en medio de ellas. El mayor lúbrico su miembro contra mi intimidad, humedeciéndolo lo suficiente para así meterlo en mi interior —Ah, Jungkook, ¡metelo ya! —soné más que nada desesperada.

Cerré mis ojos y me concentre en el placer, pero al sentir como el pelinegro con una embestida que me hizo ver estrellas de todo tipo y tamaños por detrás un grito doloroso se me escapó de mi garganta.

—¡Eso duele! —quise apartarlo por los hombros, pero Jungkook recargó mucho más su cuerpo para no permitirmelo.

—Tranquila, ya pasará —buscó mis labios, pero lo esquivé ¿Qué cosa no comprende? ¿Me duele bastante y él dice que pasará? El dolor es más desesperante e incluso que cuando perdí mi virginidad.

—¡Sal!, ¡Sal ahora! —llorando quise sacar su miembro de mi interior, pero Jeon no quería comprender —Me duele, me duele —más lloré. El mayor lo sacó rápidamente al ver mi suplica. Girándome de lado cerré mis piernas y me acurruque contra mi misma.

—¡Yuna! —se oyó preocupado.

—Vete, no quiero que me toques —me abracé a una almohada y hundí mi rostro en la tela. Su mano se recargó en mi hombro, quería que le mirara, pero estaba muy adolorida y enojada con él. A lo mejor es solo una bobería para otros, pero dolió, mucho.

—Pequeña, perdón.

—Que te vayas. Dejame sola —lo corrí.

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JUNGKOOK

Soy un completo imbécil ¿Como pude lastimarla de esa forma? Ella todavía es una cría y es normal que el desarrollo de su cuerpo no sea el mismo al de una mujer madura. Salí de su habitación y me dirigí a la mía, me di una ducha porque realmente la necesitaba lo necesitaba.

—Bestia, Jeon Jungkook. Eres un animal —con mi puño cerrado golpeé las mojadas y frías paredes de la ducha —Solo espero que mi pequeña me perdoné.

Fuera como fuera lo iba a arreglar de la mejor manera posible.

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—Tanto trabajo y no e podido hacer nada —repliqué frotando mi sien con las yemas de mis dedos. Agarré el teléfono e hice una llamada —Sí. De los más caros que hallan, y las rosas que sean naturales, frescas y las más caras también.

Corté la comunicación después de dictar ciertas reglas. Después de varios minutos el pedido había llegado, lo sé porque lo vi por medio de las cámaras instaladas que tenía por toda la casa.

Al salir del lugar, me dirigí con pasos ligeros a recogerlo, pero resulta que la misma Yuna los recibió y firmó como pedido entregado.

—Gracias. Adiós —se despidió del chico que trajo el enorme ramo de rosas, los chocolates y un oso inmenso de peluche —Huelen delicioso —no se había percatado de mi presencia detrás suyo. Sonriendo la veía acomodar las cosas sobre un mueble.

¡No soy una niña! › jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora