Capítulo 13

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Hacía tiempo que no despertaba con resaca, y había olvidado lo horrible que era.

—Mierda —susurro mientras me llevo las manos a la cara—. No vuelvo a beber.

Lo digo convencida, pero sé que esa afirmación no va a cumplirse.

Cuando intento girarme para levantarme, me topo con algo muy conocido. Durante unos segundos me paralizo y mi corazón bombea a una velocidad que no sabía que podía alcanzar.

Con cuidado, levanto un poco la persiana para confirmar lo que ya sé: es Yon.

Mil preguntas pasan por mi mente, y ninguna tiene una respuesta clara.

Me agobio.

—Buenos días, enana —susurra mientras se despereza.

Mi corazón vuelve a latir con desenfreno al escuchar de nuevo esa palabra salir de su boca.

—Buenos días —mi voz es de todo menos firme.

Yon se ríe.

—No te acuerdas de nada.

—Sí que me acuerdo, pero no sé cómo has acabado aquí.

—Te encontrabas mal, decías que te daba vueltas todo.

—Eso lo recuerdo —le corto antes de que llegue a la parte vergonzosa de la historia.
Recuerdo haber ido al lavabo, tambaleándome por el pasillo, e intentar vomitar para ver si se me pasaba. Fue un intento fallido, por suerte, porque apareció Yon a los dos segundos.

—Me dijiste que todo te daba vueltas y que no podrías dormir sola, que necesitabas agarrarte a algo, o a alguien, para notar estabilidad. Así que, como soy un caballero, me vine a dormir contigo.

Conforme lo dice me vienen un par de flashbacks metiéndonos en la cama y hablando. Además tiene sentido, siempre que me mareo, incluso en el coche, necesito agarrarme a algo para intentar que se pase.

—¿Hicimos algo? Porque si lo hicimos sí que no lo recuerdo.

Yon se ríe y niega con la cabeza.

—No estabas tú para hacer nada, tampoco te hubiera dejado tal y como ibas.

—Cierto, eres un caballero —ambos nos reímos—. Creo que voy a ir a ducharme, el pelo me huele a alcohol.

—Tu hermano te tiró un poco de su cubata encima.

Me llevo la mano al pelo y lo huelo más de cerca, luego lo toco y noto lo áspero que se ha quedado.

Miro el móvil: son las diez y media de la mañana.

—Mi hermano y Javi dudo que se despierten hasta dentro de una hora, ¿me ducho y bajamos a por el desayuno? Me apetecen mucho unos donuts.

Yon sonríe, y me quedo embobada mirando su comisura izquierda.

—Buen plan, a mi también me apetecen, pero deja que me duche yo también.

—Sin problema.

Rebusco en el armario algo de ropa interior, cojo unos tejanos y una camiseta rosa palo, y me voy al baño mientras veo que Yon se vuelve a estirar en mi cama. Dudo que vaya a moverse hasta que acabe de ducharme.

Creo que no hay sensación más agradable que meterte en la ducha cuando realmente lo necesitas: después de hacer ejercicio, después del trabajo, después de que el estúpido de tu hermano te tire alcohol por encima...

Me tomo mi tiempo bajo el agua, y cuando por fin salgo me siento como nueva.

Cuando entro en mi habitación y veo a Yon, lo primero que pienso es que me va a decir "ya era hora" o algo así, pero nada más lejos a la realidad.

—Me toca —dice levantándose de la cama.

Pasa por mi lado y me acaricia el brazo mientras me guiña un ojo y sonríe.

Me derrito con esa mirada penetrante que tiene.

Mientras Yon se ducha, aprovecho para arreglarme: un poco de eyeliner en el párpado superior, brillo en los labios, y un poco de bálsamo creador de rizos en el pelo.

Perfecta.

Aunque para perfecto está Yon, que aparece con una camiseta ajustada, que le queda de muerte, unos tejanos y unas bambas negras. El pelo aún está ligeramente húmedo, y le da un toque sexy.

—Tierra llamando a Lis —dice mientras pasa la mano por delante de mi cara—. ¡Al fin aterrizas! ¿Dónde estabas?

Salgo del trance y me avergüenzo un poco. ¿Cómo puedo quedarme embobada mirándole a estas alturas?

—Espera que cojo el monedero, hoy pago yo —evito responder su pregunta.

—Venga enana, al final se van a despertar antes de que salgamos a por el desayuno.

—¡Ya voy!

Yon espera en el umbral de la puerta pacientemente mientras rebusco en mi bolso el dichoso monedero.

Cuando por fin lo encuentro Yon hace gestos de victoria mientras exclama:

—¡Lo ha conseguido señoras y señores! ¡Dos días después, por fin podremos desayunar!

Me hace reír, y él sonríe mientras me mira.

Hemos tenido nuestros problemillas, como cualquier pareja, pero sigo pensando que podemos volver a estar bien. Ojalá Yon piense igual.

Secuelas de tu ausenciaWhere stories live. Discover now