Capítulo 2

1.6K 140 21
                                    

Creo firmemente que Yon alargó lo máximo posible su estancia en casa de sus padres para coincidir el menor tiempo conmigo posible. A apenas una semana de empezar las clases, Yon decidió volver por fin a casa, a pesar de haber finalizado las prácticas dos semanas antes. Y desde que volvió a penas nos hemos cruzado por casa un par de veces. Eventualmente come fuera, con sus amigos y mi hermano, a veces incluso con Javi, aunque este último suele quedarse en casa a hacerme compañía.

Esta mañana he oído su despertador sonar media hora antes de lo normal, y cinco minutos antes de que sonase el mío, he escuchado la puerta de la entrada cerrarse; para cuando me he levantado de la cama, ya no había ni rastro de Yon.

De camino a la universidad, mi hermano me ha dedicado un par de malas miradas a través del retrovisor. Como si la actitud de su amigo fuera mi culpa...

—Que aburrido —comenta Raquel—. Todo sigue como el año pasado, es como si el tiempo se hubiera parado a finales del curso anterior y ahora se hubiera reanudado. ¡Ni siquiera hay un profesor o alumno nuevo!

Marta y Laura asienten.

Ojalá pudiese asentir yo también, pero para mí todo es diferente ahora. Debo admitir que echo mucho de menos a Yon, llevo haciéndolo desde que lo dejamos, pero ahora que he vuelto a la rutina, rutina que solía iniciar con él llevándome a la universidad, lo noto mucho más.

Intento alejar cuanto antes toda esa bola de pensamientos autodestructivos y me centro en lo importante: no puedo estar con Yon, al menos no hasta que las cosas cambien, y quizá para entonces ya sea demasiado tarde; pero por ahora debo centrarme en mí.

—He oído que tenemos un par de asignaturas bastante complicadas este año...

—¡Por favor Marta! El año pasado sacaste notazas, ¿de qué te preocupas?

Marta se dispone a replicarle a Raquel cuando aparece Yon de la nada. Me lo encuentro de golpe frente a mí, de una forma tan inesperada que casi me choco contra él.

Las chicas se miran entre ellas y deciden irse al ver que Yon me mira decidido a hablar sobre algo, aunque aún no sé de qué.

—Nos vemos en clase —dice Raquel antes de desaparecer por las escaleras—. Te guardo un sitio.

Yo simplemente asiento, luego fijo la mirada en Yon, que sigue parado sin abrir la boca, pero le conozco lo suficiente como para saber que debo tener algo de paciencia si quiero saber lo que quiere decir.

—Necesito hablar contigo en algún momento —suelta de pronto.

Y me gustaría decirle: no soy yo la que ha estado evitándote. Pero me contengo, sé de sobras que eso no llevará a nada bueno, de hecho, sólo provocará una discusión.

—Cuando quieras.

—¿Te importa esperarme junto al coche en la salida? Podríamos ir a algún sitio a hablar tranquilamente —dudo un poco si aceptar. Como se enfade y luego no quiera llevarme a casa, depende de dónde estemos, estoy apañada—. Luego prometo llevarte a casa.

Ya no me sorprende que sepa lo que me preocupa, a estas alturas nos conocemos bastante bien.

—Pues nos vemos en unas horas, en tu coche.

Yon frunce los labios, le da rabia tener que despedirse de mí así, tan fríamente. Y debo admitir que a mí también. Todo parecía más claro cuando estábamos separados por la distancia, pero ahora, en ocasiones, me cuesta ver por qué lo dejé. Obviamente, si me pongo a pensar lo veo claro, tenemos que confiar más el uno en el otro, tomar consciencia del amor que nos tenemos y aferrarnos a eso en caso de duda, de celos...

Secuelas de tu ausenciaWhere stories live. Discover now