Capítulo 25

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La semana que Yon vuelve, la casa vuelve a ser un hogar, y no una madriguera como lo ha sido hasta ahora. Debo decir que me gusta el orden, pero me canso de ir detrás de mi hermano y Javi recogiéndolo todo; Yon es capaz de recoger la casa dos veces al día con tal de que esté impecable.

Esa misma semana, Javi nos anuncia que va a irse a vivir con Alba, y aunque a todos nos parece muy precipitado, nos alegramos por él y le ofrecemos nuestra ayuda para la mudanza.

Y Ana me llama para decirme que ha solicitado un cambio de universidad. Me hubiera alegrado más si hubiera sido la misma que yo, pero no puedo quejarme, pues está a tan solo quince minutos de distancia.

—¿Por qué no le dices que venga a vivir aquí?

La sugerencia de Javi provoca que la chihuahua frunza el ceño, y que mi hermano empiece a acalorarse.

—Claro, se va a quedar una habitación vacía —Yon me mira a la espera de que salte de emoción.

Me sabe mal por mi hermano, pero es mi mejor amiga desde que tengo memoria.

—En cuanto acabemos de cenar, la llamo —digo con emoción.

Después de eso, la chihuahua está más malhumorada de lo normal, y puedo entender porqué. Si hubiera sido una buena cuñada desde el principio, seguramente me hubiera planteado la situación, pero no es el caso...

—Si es por repartir los gastos, puedo venirme a vivir yo aquí —sugiere.

Yon y yo nos horrorizamos, y el cabrón de Javi se aguanta la risa.

—Es mi amiga y no tiene dónde vivir —intento ser amable.

—Ya, pero no me hace gracia que una chica con la que mi novio ha tenido algo, viva bajo su mismo techo.

Miro a mi hermano, consciente de que puedo meterle en un buen lío.

—Siempre podéis iros a vivir juntos —propongo. Mi hermano casi me aniquila con la mirada—. De todas formas, aunque te entiendo, también debes entender que es mi mejor amiga. Si finalmente Ana decide quedarse aquí, tendrás que confiar en tu pareja.

Mi hermano se marcha con su novia poco después de acabar de cenar, Javi empieza a empacar cosas, Yon llama a su madre, y yo aprovecho para llamar a Ana. ¡Menuda sorpresa me llevo cuando me dice que ha encontrado una habitación, justo en el bloque de enfrente! Compartirá piso con otra chica, a la que conozco de vista desde pequeña, y un chico de Londres.

Esta vez ha tenido suerte la chihuahua. Me sabe mal por mi hermano, que se estará tragando el ataque de celos para nada. En el fondo entiendo cómo se siente, a mí tampoco me haría gracia. Ahora sé que debo confiar en mi pareja por encima de todo, pero una cosa no quita la otra.

—¿Qué ha dicho Ana? ¿Se viene?

Niego con la cabeza.

—Ya ha encontrado piso, justo enfrente —señalo desde la ventana el edificio en cuestión—. ¿Y tu madre? ¿Cómo está?

—Bien, creo que Adrián se ha centrado, pero mi padre se ha ido de viaje de negocios —su voz muestra que está totalmente en desacuerdo con eso.

—Seguro que no ha tenido otra opción —no me lo creo ni yo, y Yon lo nota—. ¿Cómo va Javi con la mudanza?

—Creo que ya ha parado, dice que se ha quedado sin cajas.

—Ana viene en dos días, puede usar las que ella traiga —sugiero—. ¿Cuándo se quiere mudar? Creo que no lo ha dicho.

—Sí lo ha dicho, pero como siempre, estabas en tu mundo y no te has enterado —Yon se ríe—. Les dan el piso a principios del mes que viene, aún tiene dos semanas de margen.

Cuando le propongo a Javi usar las cajas de Ana, se le iluminan los ojos. Ya se veía comprando cajas, o pidiéndolas a los negocios de la zona, y no le apetecía hacer ninguna de las dos cosas.

Sé que mi hermano ha vuelto a casa por el portazo que da al cerrar, y porque lo primero que hace es venir directo a la habitación de Javi.

—¿Estás loco? ¿Cómo se te ocurre proponer eso?

Mi hermano está hecho una fiera, y Javi parece descolocado, pero no tarda en ubicarse.

—¿Lo de Ana? —Teo le aguanta la mirada—. No pensaba que se armaría tal alboroto...

Yo alzo las cejas. ¿Habla en serio? Los chicos pueden ser tan descuidados...

—Menuda me ha liado Sofía. ¡Ni os lo imagináis!

—Esa chica es muy tóxica —suelta Javi.

Y antes de que mi hermano lo haga, intervengo:

—Independientemente de si es, o no es tóxica, puedo entender que no le haga gracia.

Todos me miran pero ninguno de la misma manera: Javi está confundido, Yon asombrado, y mi hermano sigue enfadado con el mundo.

—Es tóxica —repite Javi.

—No he dicho que no lo sea, lo es por muchas otras cosas —afirmo—. Pero en esto puedo entender que se moleste.

—Pero debería confiar en tu hermano —espeta Yon.

—Obviamente —digo—. De todas formas ahora ya no importa, Ana no va a venir a vivir aquí.

Mi hermano suelta un bufido y se lleva las manos a la cabeza.

—Me he comido la bronca del siglo, para nada.

—Hombre, para nada tampoco —todos me miran—. Ahora ya sabes su postura frente a este tema, podéis aprovechar esta oportunidad para hablar de ello y encontrar un punto medio, o al menos para intentar empatizar el uno con el otro.

Mi hermano me mira como si hablase en chino, Javi parece pensar en lo que he dicho, y Yon me mira orgulloso. Si algo hemos aprendido de nuestra ruptura, es que debemos respetarnos, entender que cada uno tiene su manera de ver las cosas, que no todo nos afecta por igual, y que la única manera de mantenernos unidos y superar los obstáculos es siendo empáticos y hablando las cosas con calma. Creo sinceramente que la clave está en escuchar y comprender los sentimientos del otro, dejando el orgullo de lado.

Secuelas de tu ausenciaWhere stories live. Discover now