Capítulo 32

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Una vez pillado el truquillo al café, trabajar allí es fácil, tratar con algunos de los gatos no tanto, pero lo más complicado está siendo pensar en cómo decirle a mi hermano que planeo irme a vivir con Yon en cuanto reúna algo más de dinero.

—Me parece increíble que te lleves bien con bigotes, ese gato no suele aguantar mucho rato con alguien sin bufar o morder.

—¿No? Pues a mí me ha parecido un buen gato.

Yon ha venido a buscarme al trabajo; como ha llegado pronto, ha entrado y se ha tomado un café mientras esperaba a que acabase el turno. Muchos gatos se le han acercado a pedir mimos, pero Yon los ha acariciado un rato, luego ha dejado de hacerlo y se han marchado a que les dieran mimos en otros lados, el único gato que se ha quedado a su lado ha sido Bigotes. Es un gato jóven, pero con carácter de señor mayor huraño: lo que más le gusta es estar tirado cerca de alguien pero sin que lo molesten. Por lo que ha hecho buenas migas con Yon, que le gusta acariciar a los animales, pero tampoco en exceso.

Bigotes es un gatito de siete meses. Es visualmente precioso, no tiene raza, pero su pelo es más largo del de cualquier gato común, es blanco como la nieve, y con unos ojos verde esmeralda brillantes. Sus orejas son grandes, mucho más de las de cualquier gato, y su cola y sus bigotes también son más largos de lo habitual. Todas estas características suelen llamar la atención de la gente, pero en cuanto les bufa un par de veces para que dejen de atosigarlo, pasan de él y se van en busca de un gato más afable.

Últimamente no hemos conseguido que nadie adopte a ninguno de nuestros gatos, y hemos acogido a uno más desde el mes pasado. Ahora tenemos un total de ocho gatos, todos són gatitos o gatos jóvenes, por lo que no debería ser difícil encontrarles una familia, pero la realidad está siendo totalmente diferente...

Las siamesas Lina y Sakura són hermanas, por lo que se dan en adopción conjunta. Solo tienen cinco meses y son muy juguetonas, como no paran quietas supongo que la gente lo ve demasiado caótico llevarse a las dos, porque muchos preguntan por una de ellas e insisten en la posibilidad de llevársela por separado.

Calcetines es un gato común de color gris, exceptuando las patas, que són blancas. Tiene 2 años y es muy mimoso.

Taiga y Cactus son hermanos, atigrados, también en adopción conjunta, y demasiado movidos pese a tener ya un año...

Bianca es una gatita de cuatro años, de pelaje muy parecido al de Bigotes, exceptuando que tiene la punta de la cola y las orejas de color anaranjado. Quiere mimos contínuamente.

Y Kuro es un gato negro con los ojos azúl añil, parece que tenga el fondo del océano en el iris. Tiene tres años y medio, y es tan tranquilo que suele pasar desapercibido.

Yo personalmente me los llevaría todos a casa, pero Yon y mi hermano me matarían. Pero ahora que Bigotes ha conectado tanto con Yon, igual tanteo el terreno para adoptarlo. Y creo que Kuro haría buenas migas con mi suegra.

—¿Por qué estás tan pensativa? Algo tramas...

—Tal vez.

—Miedo me das...

Sonrío con picardía. Tengo que contenerme, no puedo contarle nada por el momento, de lo contrario se cerraría en banda.

Por el momento, llamaré a Tania para hablarle de Kuro y le pasaré alguna foto.

—¿Te apetece cenar fuera?

Preferiría ahorrar, pero hace más de un mes que no cenamos fuera de casa...

—¿Dónde tienes pensado ir?

—La verdad es que no había pensado nada concreto —se queda pensativo un par de segundos, hasta que reacciona súbitamente—. ¿Vamos al italiano ese que te gusta tanto?

—¿El que tiene pasta rellena de calabaza y gorgonzola?

Mientras lo digo se me hace la boca agua.

Yon se ríe a carcajadas.

—Eso es claramente un sí. Yo te invito —le miro extrañada—. He cobrado un extra este mes.

—¿Le estás haciendo trabajos indecentes a tu jefe? —bromeo.

—Eso mismo. Me quedé un par de días después de que cierrasen la oficina para hacerle un stiptease al jefe, le van los chicos, y como estoy de buen ver...

Le doy un codazo.

—Se me ha formado una imagen horrible de tu jefe en la cabeza —me da un escalofrío—. Pobre hombre...

Es un señor mayor, regordete, prácticamente calvo, muy risueño y amable. Pensar en él como alguien que abuse de sus empleados de forma sexual es casi inimaginable, pero si lo piensas sale algo espeluznante.

—Has empezado tú —se queja Yon.

—Ya, pero tenía que quedar en una broma puntual. Qué horror... No vuelvo a bromear así contigo.

Durante el postre, Yon hace una pregunta totalmente inesperada.

—¿Los empleados podéis adoptar a algún gato?

Casi me atraganto con el brownie al escucharlo.

—¿Adoptamos a Bigotes?

Se me ilumina la cara mientras formulo la pregunta. Y Yon sabe que ya no hay vuelta atrás. No sé si la pregunta iba a derivar en la adopción de Bigotes, o de cualquier otro gato, o si simplemente era curiosidad; pero aún sin habérselo comentado a mi hermano, salgo del restaurante con la certeza de que mañana mismo Bigotes se vendrá a casa con nosotros.

Secuelas de tu ausenciaМесто, где живут истории. Откройте их для себя