Capítulo 26

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—¡Amiga!

Ana se lanza a mis brazos, y yo me dejo caer de espaldas al sofá con ella encima.

—¡Cuánto tiempo! —tan efusiva como siempre—. ¡Me alegro tanto de estar cerca de ti!

—¿Quién demonios se cambia de universidad en medio del segundo año? ¡Estás como una cabra!

Ana se ríe. Tras eso, cambia completamente de tema.

—Ya me he instalado, y el chico de Londres es una monada —le brillan los ojos—. Es pelirrojo con ojos azules, y tiene pequitas alrededor del puente de la nariz.

Ya no recuerdo si Ana está, o no, conociendo a alguien, ni siquiera sé cómo se llama el último chico con el que tuvo algo, así que me limito a escucharla hablar maravillas sobre su próxima víctima. Sí, he decidido llamarlos así, porque los pobres no consiguen nada aunque se ilusionen con ella, aunque se esmeren por conectar o tener una relación, Ana acaba saliendo por patas. Lo que me lleva a pensar: ¿tendrá algún trauma? Que yo sepa no, pero... ¡Se lo preguntaré algún día de estos!

—El sushi llega en veinte minutos —dice Yon mientras sale al comedor y saluda a Ana.

—Tú sí que sabes cómo ganarte a la mejor amiga de tu novia —Ana se acerca y le da dos besos—. Espero que también hayas pedido takoyakis y gyozas —amenaza.

—La duda ofende. He tirado la casa por la ventana para celebrar tu llegada.

Ambos se ríen, y yo estoy encantada de ver que se llevan tan bien.

Diez minutos después, justo a tiempo para ayudar a poner la mesa, llega Javi.

—¿Qué tal la cita? —Ana le interroga en cuanto le ve aparecer—. Ya me han dicho que tienes novia.

Javi sonríe. No se molesta ni en mirarme, ya sabe que la del chivatazo he sido yo.

—¿Y te han dicho que es un pibón?

Pongo los ojos en blanco. Hay que reconocer que la chica está muy bien, pero no hace falta que Javi alardee de ella cada vez que sale en una conversación. Es incapaz de no fardar de novia.

—¿Tan guapa es? —Ana me mira y yo asiento—. Pues mejor no me la presentes, no vaya a hacerme bisexual.

Todos pillamos la broma, excepto Javi, que al principio abre los ojos como platos, y le cuesta varios segundos comprender que no lo dice en serio.

Cuando viene el sushi no tardamos ni medio minuto en sentarnos en la mesa y empezar a comer. ¡Todo está delicioso! En especial los takoyakis.

—¿Cómo es que te has cambiado de universidad a estas alturas?

Agradezco que Javi toque ese tema, pues cuando anteriormente le he preguntado lo mismo, Ana ha evadido totalmente la pregunta.

—Me apetecía —responde mientras se encoge de hombros.

Casi se me escapa un gruñido. ¿Por qué demonios no nos lo quiere contar?

—Pero, ¿ha pasado algo?

Javi es demasiado persistente, y por un momento pienso que Ana lo va a mandar a freír espárragos, pero lejos de eso, consigue que finalmente diga lo que tanto anhelo saber.

—A uno de mis exnovios le ha dado por acosarme —no me mira mientras lo dice, pero sabe de sobras que he fruncido el ceño—. Empezó enviándome mensajes y llamándome, al principio le dije amablemente que no quería saber nada de él, pero insistía; y cuando lo bloqueé de todas las redes sociales e incluso para que no pudiera llamarme, empezó a aparecer en mi casa, en mi universidad... Así que, aprovechando que mi madre ha vuelto a casa, he decidido independizarme e irme lejos de ese espécimen.

Nos quedamos en absoluto silencio durante unos segundos, hasta que finalmente la fúria puede conmigo y exploto.

—¿Me estás diciendo que has tenido que cambiar tu vida porque tienes un acosador? ¿No se te ha ocurrido ir a la policía?

—Ni me hables de la policía. ¿Te digo lo que me dijeron? Que mi caso no era tan grave porque no había habido ninguna agresión.

Abro los ojos como platos mientras pregunto:

—¿Te dijeron eso?

—Te lo prometo. Me ofrecieron hacer la denuncia, pero me dijeron que no serviría de nada, que ningún juez me daría la razón. Así que sí, he tenido que dejar mi vida porque tengo un acosador y nadie va a ayudarme a solventar este problema.

Javi y Yon tienen la cara roja de la impotencia.

—¿Pero cómo no van a poder hacer nada? —replica Javi—. ¡Has tenido que mudarte!

—¿Y crees que a ellos les importa? —la respuesta de Ana nos deja mudos. Obviamente que no les importa, pero están para garantizar la seguridad de las personas—. Bueno, ya tengo edad para independizarme, así que me lo tomo como una oportunidad para empezar mi nueva vida.

Todos estamos de acuerdo en que es mejor tomárselo así, pero eso no justifica el hecho de que nadie debería tener que cambiar su vida por culpa de otra persona.

Secuelas de tu ausenciaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora