Capítulo 16

1.3K 101 12
                                    

—Muchas gracias chicas.

—Raquel, ya nos has dado las gracias siete veces...

—Es que yo sola hubiera tardado un montón, y se me hacía un nudo en la garganta cada vez que pensaba en volver a este piso.

Raquel aún tenía muchas de sus pertenencias en el piso donde vivía con Toni. La verdad es que ninguna nos cuestionamos por qué se mudó con su prima poco antes de romper con Toni; cuando nos dijo que se iba a vivir a casa de su prima por problemas económicos, todas la creímos. ¿A quién no le ha pasado algo así? Al principio siempre parece sencillo independizarse, luego te estrellas de frente contra la dura realidad.

Todas nos sentimos un poco culpables por no haber sospechado nada. Pero, pensándolo bien, ¿por qué deberíamos haberlo hecho? Nunca antes nos había mentido...

Javi y Laura nos esperan abajo, con los coches en marcha. Hemos hecho bien en pedirle ayuda a Javi, no hubiera cabido todo en el coche de Laura, es demasiado pequeño.

—¿Nos vamos ya?

La voz de Marta resuena por toda la casa, ahora prácticamente vacía. Toni se ha ocupado de vaciar su parte antes de que nosotras fuéramos a buscar las de Raquel. Tengo entendido que ha vuelto a casa de sus padres; supongo que habrá puesto cualquier excusa, y si no lo ha hecho, a los padres se les debe estar cayendo la cara de vergüenza por tener un hijo así...

Al ver que Raquel no sale de la habitación en la que la hemos dejado, entramos a ver qué pasa. La encontramos en el comedor, con la mirada perdida y los ojos vidriosos.

No puedo ni imaginar lo que debe haber vivido aquí, de lo que debe haber sido testigo este piso... Lo único que puedo hacer por ella es sacarla de aquí cuanto antes.

—Raquel —toco su hombro derecho con cautela—. Vámonos. Estar aquí no te hace ningún bien.

Raquel coge aire por la boca y lo contiene unos segundos, cierra los ojos y procura contener las lágrimas. Suelta el aire lentamente e inconscientemente se lleva una mano al pecho. Vuelve a abrir los ojos y me mira, aún con lágrimas en ellos deseando caer por sus mejillas. Contiene el aliento unos segundos mientras fija la mirada en el techo.

—Estoy bien, tranquilas —coge una de las cajas y camina hacia la salida—. Vámonos de aquí.

—Marta, coge esa caja, yo me ocupo de estas dos.

—¿Pretendes bajarlo todo de golpe? —se queja—. ¿Estás loca?

—No quiero que Raquel entre aquí nunca más —susurro.

Marta analiza mis palabras con cautela, y sé que tiene una lucha interna: sabe que tengo razón, pero nos va a costar muchísimo bajar todo de golpe.

Le hago un puchero y ella pone los ojos en blanco. ¡Bien! ¡Ha cedido!

—Suerte que solo eran cuatro cosas —se ríe Javi mientras se acerca a mí y coge una de las dos cajas que cargo.

—Gracias, casi me caigo por las escaleras.

Suelta una carcajada. Debe haberse imaginado la escena.

—Se ha empeñado en bajar todas las cajas de golpe, y casi nos matamos por su culpa —se queja Marta mientras suelta una caja enorme al suelo.

—Os debo una cena —dice Raquel mientras mete las cosas en el maletero con la ayuda de Laura—. De hecho, si queréis podéis quedaros a cenar esta noche con nosotras —hace referencia a su prima—, es noche de sushi.

—¿Sushi? Me apunto.

Javi no tiene vergüenza. Apenas conoce a mis amigas y es el primero en aceptar la propuesta.

—Entonces yo también me apunto, de todas formas Javi tiene que llevarme a casa.

Al final, todas acabamos aceptando la oferta de Raquel. Creo que en el fondo prefiere pasar rato con nosotras para no darle vueltas a la cabeza.

—Voy a avisar por el grupo de WhatsApp que no cenaremos en casa.

Javi asiente y dice:

—Pon de mi parte que por no venir a ayudar se han quedado sin sushi.

—No pienso poner eso —protesto—. Yon estaba ocupado con un trabajo, y mi hermano ha ido a ver a mis padres.

Javi hace un puchero.

—Aburrida.

Le saco la lengua a modo de protesta.

Por suerte, ahora tenemos la ayuda de Javi, Laura y la prima de Raquel, para meter todas las cajas dentro.

—Te vas a gastar todos tus ahorros en sushi.

—¡Qué exagerada eres prima! —Raquel coge el teléfono y pide sushi a domicilio—. En veinte minutos lo tenemos aquí, ¿os apetece una cerveza mientras esperamos?

Secuelas de tu ausenciaWhere stories live. Discover now