Capítulo 46

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Una semana después había asumido por completo que mi hermano era un completo idiota, y me costaba hablar con él, por lo que únicamente había contestado a una de sus llamadas. Yon habló con él durante bastante rato hace un par de días, le explicó lo que pasaba y el porqué de mi actitud. Desde entonces, Teo no ha vuelto a intentar ponerse en contacto conmigo.

Esta mañana, Ana por fin ha acabado de hacer la bolsa que tendrá que llevar al hospital, aunque le he tenido que insistir bastante...

Yon me ha sorprendido trayendo a casa un regalo para mí: un cojín enorme con forma de patita de gato, de color gris con las almohadillas rosa clarito; dice que es para que esté cómoda el tiempo que pase en el hospital con Ana. Si es que no puede ser más mono, me tiene enamorada.

—¿Va a estar bien Ana viviendo con dos compañeros de piso y un recién nacido?

—Solo compartirá piso con Nadia, el chico que venía de Londres se marchó hace un mes. Y parece ser que Nadia está conforme con la situación, le ha ofrecido ayuda también para cuidar a Asher.

—¿Cómo le has llamado?

—Asher, lo decidió ayer, ¿no te lo había dicho? Pensaba que sí...

Yon niega con la cabeza mientras se mantiene pensativo.

—Nunca había oído ese nombre.

—Dijo que Asher significa afortunado, o feliz, y que es todo lo que puede pedir que sea su hijo.

—Demasiado maduro para haber salido de la boca de Ana.

No puedo evitar reírme.

—Pensé lo mismo. Me sorprendió bastante, la verdad, pero pensándolo bien creo que es el nombre más adecuado. El pobre va a llegar al mundo sin padre, sin familia paterna más allá de mí, y con una familia materna que únicamente va a visitarlo cada muchos meses. Imagino que Ana ha querido poner toda la esperanza de que el niño tenga un buen futuro en su nombre —reflexiono durante unos segundos—. Aunque eso no va a servir de nada, pero imagino que se queda más tranquila.

—Nunca se sabe. No es que sea supersticioso, pero vaya, que igual influye en algo si el niño crece creyendo en eso, al menos mientras sea un crío. Cuando sea adulto imagino que pasará de estas cosas.

Me encojo de hombros.

Quién sabe... La mente de un niño siempre es un misterio para cualquier persona.

Justo cuando acabo mi jornada laboral me llama Ana para decirme que cree que está de parto, o eso espera, porque de lo contrario querría decir que de pronto sufre incontinencia urinaria y se ha meado en medio de la cocina. Intento tranquilizarla pese a que estoy hecha un flan y le digo que en seguida voy. Llamo a Yon y le aviso de que nos vamos para el hospital, él se ofrece a llevarnos pero en el coche de Ana, se niega a manchar la tapicería de su querido coche. No puedo reprochárselo, se lo ha cambiado hace poco más de un mes y está impecable.

Cuando llego a nuestra calle, Yon está esperándome en frente de la portería con una bolsa de tela y el cojín de patita de gato.

—Te he puesto un par de mudas, agua y una bolsa de cruasanes de chocolate, también llevas un bocata de tortilla para cenar.

—Eres un amor, ¡te como!

Nos damos un beso y vamos a buscar a Ana, que vive en el bloque de enfrente. Por suerte ya está lista para salir, así que Yon le coge la bolsa y bajamos a coger su coche. En menos de quince minutos estamos en el hospital, donde nos dicen que al ser primeriza puede tardar hasta 10h en dar a luz.

—¡10 horas! ¡Madre mía, lo llego a saber y no corro tanto!

—Aprovecha que Yon aún está en la sala de espera y ves a cenar algo con él, que esto va para largo y aquí poco puedes hacer.

Secuelas de tu ausenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora