Capítulo 38

1K 82 13
                                    

Cuando mi hermano dice que se muda a otra ciudad, a más de 3 horas de distancia, nos quedamos mudos. ¿Cómo es que se muda? ¿Por qué?

Inconscientemente busco a Yon con la mirada, está en shock, lo que me da a entender que también le ha pillado por sorpresa.

—Me han ofrecido un buen trabajo, no puedo rechazarlo —inicia la explicación—. He tenido que pedirle un par de días para pensarlo con calma, el tema de la distancia me echaba para atrás, pero viéndolo con perspectiva, no aceptar este trabajo sería una locura.

No mucha gente tiene la suerte de trabajar de lo que ha estudiado nada más acabar la carrera. Y a mi hermano le han ofrecido eso en una buena empresa. Normal que lo acepte.

—Pues ya no tenemos que buscar piso —le digo a Yon como si nada.

Yon me da un pequeño codazo.

—Tú no tienes filtro, ¿verdad? —mi hermano suspira mientras me encojo de hombros—. Mañana me paso por tu trabajo, voy a adoptar un gato de los del café, así no me voy solo.

Los ojos me deben brillar de felicidad. ¡Un gatito o gatita mañana tendrá un hogar!

—¿Cuándo vas a irte?

Con la pregunta de Yon, me doy cuenta de que aún no nos ha dicho eso.

—Pasado mañana después de comer. He quedado con la dueña del piso a las cinco de la tarde, para que me dé las llaves y firmar el contrato.

El pobre Bigotes solo estará acompañado un día... Quizá debería adoptar otro gatito, para que tuviera compañía. No sé si a Yon le haría mucha gracia adoptar a otro gato tan rápido.

Mi hermano pide tres pizzas medianas para cenar, invita él para celebrar que ha encontrado trabajo. Ha pedido la favorita de cada uno, aún sabiendo que yo no voy a acabarla, y que con dos pizzas seguramente habríamos tenido suficiente.

A la mañana siguiente mi hermano se despierta pronto, y se pasa las horas empaquetando sus cosas. Luego llama a nuestros padres para informarles de la situación. Como Yon ha estado ayudando a mi hermano, y yo limpiando la casa, descongelamos arroz tres delicias para comer.

Sobre las 17:30h llegan mi hermano y Yon al café, se piden un "catfé solo" y un "catpuchino" respectivamente.

—Antes los nombres de los cafés eran normales, ¿no?

Sonrío. Yon se ha fijado.

—¡Sí! Ha sido idea mía. ¿Te gusta?

—Es gracioso.

—Se lo propuse a la jefa hace un par de semanas, pero no han actualizado el cartel hasta hoy. Quería ver si te dabas cuenta, por eso no te lo conté.

Se pasan más de dos horas en el café con los gatos hasta que mi hermano se decide.

—Me gusta mucho Bianca, aunque me da pena que vaya a estar sola mientras estoy en el trabajo... ¿Y si me llevo también a Lina y Sakura?

—¿Cómo te vas a llevar a tres gatos de golpe? —se escandaliza Yon.

—Además, Bianca tiene cuatro años y es muy tranquila, todo lo contrario a Lina y Sakura —le explico.

—Deja que se lleve a las tres —interviene Jana, mi compañera—. Bianca ya está acostumbrada a esas dos terremotos, llevan varios meses conviviendo.

—¿Seguro que quieres adoptar a tres gatas de golpe? —le pregunto muy seria—. No quiero que luego te lo pienses mejor y nos las devuelvas.

—¿Cómo voy a devolverlas? ¡No seas burra!

—El burro eres tú —susurra Yon—. Tres gatas —no lo asimila—. Madre mía...

—En verdad nos haces un favor —Jana saca el papeleo que ha de firmar mi hermano—. Mañana nos llegan cuatro gatitos nuevos: dos de ellos són hermanos de siete meses, los otros dos también son cachorros, pero de otra camada, tienen seis meses. Habrá que contactar con la veterinaria para que los castren. Voy a necesitar que vengas lo antes posible, intentaremos cerrar antes —dice mirándome.

—Sin problema.

Que lleguen gatitos nuevos al café siempre es una alegría, sobre todo si son gatos callejeros que han rescatado. Cuando hay abandonos o maltratos de por medio siempre vienen con tristeza en la mirada, y aunque nos alegramos de tenerlos, los primeros días sientes rabia y pena por ellos. La parte mala es que hay muchísima faena por hacer, y muchos gastos veterinarios.

—Suerte que Bigotes ya conoce a Bianca, Lina y Sakura, y que no estarán ni 24h en casa. No quiero ni imaginarme su cara si le metemos de pronto a tres gatos en casa.

Entre pitos y flautas, solo queda media hora para que acabe mi turno, así que Yon y mi hermano se quedan en el café a esperarme. Rato que Teo aprovecha para comprar juguetes, comida, arenero, arena, camas, rascador, y demás artefactos para los nuevos miembros de la familia, y lo envía directamente a su nuevo hogar tras asegurarse que llegarán mañana por la tarde.

Lina y Sakura són dos bichos que a duras penas se dejan meter en el transportín, Bianca en cambio se mete sola y espera a que cerremos la puerta. Les meto dos juguetes de la tienda a las fieras para que jueguen por el camino, y mi hermano compra cuatro más para que tengan con qué jugar durante el viaje en coche de mañana.

—Esas dos fieras van a darte guerra.

Yon no quiere ni mirar mientras mi hermano lleva el transportín de las siamesas, que paran de jugar en su interior. Bianca, en cambio, no se mueve durante el camino a casa.

A nuestra llegada, Bigotes viene a recibirnos, y huele con curiosidad los transportines. Primero dejamos salir a Bianca, y un poco más tarde a Lina y Sakura, que nada más salir tiran el mando de la televisión y un marco de fotos al suelo. Bianca las mira indiferente mientras Bigotes se eriza cuando se le acercan para jugar, pero en ningún momento gruñe.

—Aguanta un poco —susurra Yon—, mañana se van.

Bigotes parece que le entienda, porque suelta un gran suspiro.

Secuelas de tu ausenciaWhere stories live. Discover now