Capítulo 30

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Me despierto de nuevo cuando mi cabeza se resbala del hombro de Yon y cae.

—Te vas a hacer daño en el cuello. Deberías haberte quedado en casa descansando —emito un sonido y frunzo el ceño a modo de respuesta—. Voy a buscar un par de cafés.

Yon se levanta y me abrazo a mi misma; hasta ahora no me había dado cuenta, pero hace bastante frío en la sala de espera. No tarda ni cinco minutos en volver con un café en cada mano y una bolsa de papel.

—¿Capuccino o café con leche?

Lo pienso durante unos segundos.

—Café con leche.

Casi no he acabado de decirlo cuando me entrega la bebida y se sienta a mi lado.

—Ten —saca un croissant de chocolate y se me iluminan los ojos. Yon se ríe—. Eres una gordita —dice a modo cariñoso.

Sonrío mientras le doy un gran bocado a mi croissant y emito un sonido de placer.

—¿Cómo puede estar tan bueno?

—¿Hablas de mí?

Le miro de reojo y me río.

—El croissant —hace ver que se decepciona—. Y tú también, obviamente.

Le doy un beso mientras paso la mano por su nuca.

Pocos minutos después, el cirujano nos informa que la operación ha sido un éxito, en breves subirán a Tania a la habitación.

—Mi hermano acaba de decirme que vendrá sobre las dos de la tarde, para que podamos ir a comer, y por la noche vendrá mi padre.

—Así todos podremos pasar unas horas con ella, seguro que estará encantada de no estar sola.

—Aunque me extraña un poco que mi padre venga a pasar la noche, con lo que odia los hospitales...

—Hombre, es su mujer, lo raro es que estos días no pase todo el tiempo posible con ella. Si a ti te operasen, no me separaría de tí ni un segundo.

—¿Es una amenaza?

Sonrío de forma maléfica.

—Obviamente.

Media hora después, suben a Tania a la habitación. Cuando nos dejan entrar, Tania aún está bajo los efectos de la anestesia, y a veces dice cosas sin sentido.

—Yon, deja de grabar a tu madre —susurro mientras él no para de reír a carcajadas—. A ti no te haría gracia que se rieran de ti.

—Yo no me río de ella, me río con ella. ¿Verdad mamá?

Tania asiente. Segundos después, vuelve a divagar.

Tarda casi una hora en desaparecer del todo, o en gran parte, el efecto de la anestesia. Estamos una hora más a solas con Tania, luego llega el hermano de Yon.

Se saludan con un choque de puños, luego se acerca y me da dos besos.

—¿Qué tal Adrián?

—Pues aquí —dice cansado—. Tengo muchos trabajos que entregar —alza un portátil que lleva bajo el brazo. Se acerca a su madre y le da un beso en la mejilla—. Luego vendrá Darío a verte, no se quedará mucho rato porque tiene muchas cosas que hacer, pero insiste en pasar a ver cómo estás.

—Si tiene mucha faena dile que no hace falta, estoy bien.

Tania sonríe a pesar de que su voz suena muy débil.

Yon y yo nos despedimos y le aseguramos que mañana pasaremos otra vez. En cuanto salgo de la habitación empiezo a mirar restaurantes, Adrián ha avisado que no ha preparado comida, y a estas horas no me apetece ponerme a cocinar.

—Aunque cocines tú, voy a tener que esperar a que se haga la comida —le explico por enésima vez a Yon—. Vamos a un McAuto, comemos en el coche en plan adolescentes —Yon arruga la nariz—. Me apetece una hamburguesa con patatas y mucho ketchup.

Casi babeo al decirlo, y eso provoca en Yon una sonrisa. Se puede apreciar en su mirada como va cediendo poco a poco.

—Podemos ir a cualquier restaurante.

—Tengo mucha hambre, prefiero ir a un sitio de comida rápida —insisto.

Me mira, le miro, alza las cejas, yo pongo ojos de cachorrito abandonado. Cede. Yo hago un gesto de victoria, y automáticamente él niega con la cabeza.

—Creo que te tengo muy consentida.

—Pero me conformo con poco —digo en referencia a que nunca pido mucho, ni nada caro.

—Eso es verdad.

Coge mi mano, me da un beso en el dorso, y yo me muero de amor. ¿Cómo puede ser tan adorable?

Cuando Yon estaciona en un mirador cercano y me pasa mi comida, entiendo porque insistía en ir a un restaurante.

—¡Deja de mirarme todo el rato! Te he prometido que voy a tener cuidado —le doy un beso en la mejilla—. No te voy a manchar el coche, deja de sufrir.

A pesar de mis palabras, Yon se pasa toda la comida tenso, pendiente de mí, lo que es posible que me provoqué una indigestión, porque comer con alguien pendiente de cada uno de tus movimientos es lo más incómodo del mundo.

Secuelas de tu ausenciaWhere stories live. Discover now