Capítulo 48

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Que Ana haya quedado con Leo no supone ninguna sorpresa para mí. Por lo que hemos visto hasta ahora, el chico es mono aunque sea diez años mayor, es atento y cariñoso con su hija, sabemos que no rechazará a Ana por ser madre soltera... Pero me preocupa que realmente no haya superado a su ex pareja, a fin de cuentas se separaron por obligación. Por otra parte, ¿Ana ha superado a mi hermano? Ha sido un cabrón con ella, pero ha dado por saco con él desde hace años...

—¿Qué piensas tanto? —Yon me da un golpecito en la frente—. En diez minutos salimos.

—¿Seguro que hacemos bien en irnos? Ana podría necesitarnos.

—Ana te ha dicho que se las apaña bien con Asher, si ese crío solo come, duerme y caga. No he visto nunca un bebé tan silencioso.

Me encojo de hombros aún dubitativa.

—¿Entonces cuál es el plan? ¿Cenamos y pasamos la noche en casa de mis padres? Porque si a ti no te importa conducir de noche, casi prefiero marcharnos después de las campanadas y pasar la noche en casa de tus padres.

En primer lugar, odio mi antigua casa, especialmente la reforma que hicieron sin mi consentimiento a mí habitación y de Ainhoa. Y en segundo lugar, no quiero pasar mucho rato con mi hermano.

—Lo que tú quieras, pero decídete ya para avisar a mi madre, que tendrá que preparar la habitación.

—Pues avísala, nos marchamos sobre las doce y media de casa de mis padres, así llegamos a la una y media aproximadamente.

Mientras Yon habla con su madre, yo acabo de preparar mi bolsa con el pijama, me pongo un vestido corto color vino con escote de pico y me maquillo los ojos.

El camino en coche se me hace extremadamente lento y me agobio al ver el coche de mi hermano. Tenía la esperanza de que llegaría justo para cenar y le vería a penas tres horas.

Para mi sorpresa es mi madre quién abre la puerta principal y nos recibe con una sonrisa en el rostro.

—Se ha drogado, seguro —le susurro a Yon, que me pellizca la parte trasera del brazo para que no lo note mi madre.

—¿Cómo os ha ido el viaje?

—Bien, sin caravana.

Cuando entro al comedor casi me caigo de culo al ver a mi hermano con la chihuahua.

—¿Es una broma?

Mi hermano frunce el ceño en cuanto me oye decir eso y responde:

—Claro que no. Estamos juntos desde hace un par de meses.

Inmediatamente me giro hacia Yon.

—¿Tú lo sabías?

Yon niega con la cabeza y su cara de asombro me confirma que no miente.

—¡Pero si rompisteis en junio del año pasado! —exclamo como si eso afectara en algo.

—¿Y qué? —la respuesta de mi hermano es escueta y malhumorada.

—Que han pasado muchas cosas desde entonces —respondo con el mismo tono.

—No podíamos estar el uno sin el otro —interviene la chihuahua—. Le echaba de menos, así que fuí a verle para hablar las cosas. ¡Y resulta que él sentía lo mismo! ¡Parece sacado de una película romántica!

—Romantiquísima —pongo los ojos en blanco.

Mientras estamos cenando a mi padre se le ocurre sacar el tema estrella: su nieto secreto.

—¿Cómo está Ana? ¿Y el crío?

Mi hermano se atraganta, lo que me da a entender que la chihuhua no tiene esta información, y su siguiente pregunta me lo confirma:

—¿Ana ha tenido un hijo? ¿Con quién?

—Están genial por ahora —evito la pregunta de Sofía—, van justísimos de dinero pero bueno, se las apañan.

—Ana no quiere que se sepa quién es el padre —se apresura a decir Yon antes de que alguien insista.

—Pero si van tan justos de dinero, él debería aportar algo, ¿no? ¿O qué pasa, que para meterla somos muy machos pero para apechugar con las consecuencias no tanto? —es la primera vez que veo a mi padre tan indignado. Miro a mi hermano de reojo y tengo que contener mi sonrisa malévola—. Me parece increíble. Ya puede mantener bien el secreto porque como me entere de quién es ese malnacido...

—Sus razones tendrá —suelta mi hermano como si nada.

—¿Qué razones se puede tener para renegar de tu propio hijo? No me entra en la cabeza que haya gente que pueda hacer algo así.

Esta vez es Sofía la que habla, y por primera vez en la vida dice algo coherente y con lo que estoy de acuerdo.

Mi hermano parece empezar a agobiarse, y no es para menos, tiene a toda la mesa en su contra.

—¿Queréis ver una foto? Es una monada.

Le enseño la foto a todo el mundo menos a mi hermano, me niego a que conozca a su hijo a través de una pantalla de móvil. Si quiere verlo que asuma las consecuencias de sus actos y ayude con la manutención. Cuando guardo el móvil en mi bolsillo Teo me mira con el ceño fruncido y yo le dedico una sonrisa burlona, obviamente no dice ni pío, no está en condiciones de protestar y lo sabe.

—¿Y cómo le ha llamado? —pregunta mi madre.

—Asher —mi hermano vuelve a atragantarse al oír pronunciar el nombre de su hijo—. Significa afortunado y feliz.

—El nombre es raro, pero el significado es precioso —responde mi madre.

El resto de la cena pasa tranquila, aunque seguramente a mi hermano le va a sentar como un tiro en la entrepierna. Dudo que después de ver lo que opinamos todos, pueda conciliar el sueño.

Tras las campanadas, tal y como estaba previsto, Yon y yo ponemos rumbo a casa de sus padres.

Secuelas de tu ausenciaWhere stories live. Discover now