Capítulo 15

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—Os hubiera encantado la isla.

—Lo sabemos —la corto—, lo has dicho nueve veces ya.

Cuando mi hermano me fulmina con la mirada, automáticamente pongo los ojos en blanco, y la chihuahua sigue explicando lo maravillosas que han sido sus vacaciones de niña rica como si no le importase nada más.

—No sé cómo la gente no va allí de vacaciones más a menudo. Vosotros deberíais ir el próximo verano.

—Como si pudiéramos pagarlo —susurro para mí misma.

Sofía se había ido con una amiga a pasar unos días a las Maldivas, con todos los gastos pagados por sus padres, obviamente.

—El hotel era impresionante, ahora os busco fotos. ¡Y el balcón daba directamente al mar! Y las playas... ¡Qué maravilla de playas! Todo es arena blanca, ¡y el agua cristalina! —rebusca en la galería de su móvil las fotos que ya hemos visto por su Instagram—. Mirad, un paraíso...

Javi ha sido el único inteligente: huyó en cuanto la vió entrar por la puerta. No sé a dónde habrá ido, lo que sí sé es que no volverá hasta la noche.

Yon se había quedado la noche de antes haciendo un trabajo hasta tarde, por lo que se ha encontrado con el problema nada más levantarse. Más o menos lo que me ha pasado a mí, solo que yo he tenido media hora de margen para urdir un plan y escapar de casa, pero me ha sabido mal dejar a Yon a solas con estos dos.

—¿Comemos pescado al horno con patatas y cebolla?

Mi hermano arruga la nariz, obviamente por el pescado, y la chihuahua hace lo mismo pero por las patatas. ¡Ni de broma le quito las patatas solo porque no quiera comer hidratos de carbono!

—Por mí genial, te ayudo a cocinar.

Miro el reloj: son las doce del mediodía. En el mismo momento en que voy a decirle a Yon que esperemos un poco antes de empezar a cocinar, Sofía empieza de nuevo a explicar lo maravillosas que eran las playas de la isla.

Yon se levanta a la velocidad del rayo y se mete en la cocina, y yo no tardo ni dos segundos en seguirle.

—No la aguanto —confieso como si fuera una novedad—. ¿Por qué no podía tocarme una cuñada normal?

—Porque tu hermano tampoco es muy normal.

Le doy un codazo mientras nos reímos.

—Y encima nos dice que deberíamos ir el próximo verano. ¡Ya me gustaría a mí poder ir! Pero, por desgracia, no tengo unos padres ricos que me financien las vacaciones.

—Tendremos que empezar a comprar lotería, a ver si nos toca. Si compramos un número cada semana, entre los cuatro, sale baratísimo.

No es mala idea. Pero creo que es más probable que nos caiga un rayo antes de que nos toque la lotería; aún así, no quiero quitarle la ilusión.

—Bueno, se puede proponer cuando venga Javi, a ver qué piensan él y mi hermano.

Nos tomamos nuestro tiempo en la cocina. A los dos se nos da bastante bien cocinar, y podríamos haber tenido listo el pescado en la mitad del tiempo que hemos invertido, pero lo hemos alargado todo lo posible al escuchar que seguía explicándole a mi hermano su viaje.

Cuando salimos a poner la mesa, Sofía y mi hermano se ofrecen a ayudarnos, y al fin se calla un rato.

Durante la comida ponemos una película, para evitar volver a entrar en bucle con su maldito viaje. Podría entender que, en cierto modo, nos está restregando un viaje que no parece que vayamos a poder hacer a corto plazo.

Mucho la debe de querer mi hermano para aguantar esto. ¡Con lo que a él le gusta la playa! Seguro que se está muriendo de envidia...

Por suerte para nosotros, después de comer los dos se encierran en la habitación de mi hermano, y cuando salen es para irse de compras y a cenar fuera.

Por desgracia para Javi, la chihuahua se queda a pasar el fin de semana, y todos le agradeceremos que haya huído hoy, porque así podremos volver a disfrutar del relato de sus maravillosas vacaciones...

Al final decidimos avisar a Javi, no por él, sino por nosotros. Si vuelve está claro que Sofía va a volver a contar sus vacaciones, no puede evitarlo, y nos enseñará las fotos... Pero si no vuelve, con un poco de suerte, mañana cambiará de tema. En el fondo dudo que eso pase, pero no perdemos nada por intentarlo.

Por suerte Javi está conociendo a una chica, de la que aún no sabemos ni el nombre, y va a intentar quedarse a dormir con ella. Espero que lo consiga, y que me cuente de una vez quién es, y si va a alguna parte esa relación.

Como no tenemos mucho que hacer, Yon y yo nos pasamos toda la tarde jugando a la consola entre risas y enfados, según si yo ganaba o perdía. Solo paramos media hora para cenar una pizza, y volvemos a la carga.

Sobre las doce de la noche decidimos dejar el vicio e irnos a dormir, aunque debo reconocer que me lo estoy pasando muy bien, ya me están empezando a picar los ojos estar tanto rato mirando la pantalla de la televisión.

—Buenas noches enana, descansa.

Tentada estoy de besarlo, o al menos de abrazarlo, pero reprimo las ganas y me despido con una sonrisa y un nudo en la garganta.

Secuelas de tu ausenciaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن