Capítulo 44

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El último día antes de volver a casa Yon recibe un WhatsApp de mi hermano en el que le pregunta si es cierto que Ana está embarazada, al parecer lo ha visto por Instagram, y le pregunta por el padre de la criatura. Automáticamente atamos cabos.

Yon marca el número de mi hermano mientras su mano derecha tapa su boca y me va mirando de reojo cada pocos segundos. Yo me dedico a dibujar círculos en mi sien mientras intento autoconvencerme de que mi hermano no puede ser el padre del hijo de Ana.

Por ahora no la llamo, únicamente porque Yon ha sido más rápido llamando a mi hermano y quiero escuchar qué dice; pero en cuanto cuelgue pienso llamar a Ana. Como mis suposiciones sean ciertas va a escucharme...

Mi hermano dedica cada segundo de la llamada a buscar excusas que demuestren que no puede ser el padre. Cuando llevamos cuatro minutos de llamada pierdo los papeles y me meto en la conversación.

—¿Quieres dejar de intentar eludir tus responsabilidades?

—¿Tú qué haces escuchando mi conversación con Yon?

Pongo los ojos en blanco.

—¡Las fechas cuadran! ¡Ya estás llamando a Ana y hablando con ella!

—Que las fechas cuadren no tiene porqué significar nada. Si mal no recuerdo, tu amiga es bastante ligerita y a pocas cosas le hace ascos.

—¿Qué mierda dices?

Yon decide intervenir.

—Oye tío, no te pases. Primero, estás hablando de la mejor amiga de tu hermana; segundo, podría ser la madre de tu hijo; tercero, seguramente te hayas acostado con tantas o más personas que ella.

—Mira, si ella no quiere decirme que voy a ser padre, no voy a ser gilipollas e ir a buscar responsabilidades donde no me las piden.

Siento mucha rabia por escucharle hablar así, por lo que abro la boca para reprochar su comportamiento, pero Yon me pone un cojín en la cara y sigue hablando él. Intenta hacer que entre en razón, que vea que la responsabilidad es de los dos, aunque solo aporte una ayuda económica, pero mi hermano sigue en sus trece.

Más tarde, cuando estoy más calmada, llamo a Ana, que al verse acorralada me confiesa que mi hermano es el padre del niño. Yo me llevo las manos a la cabeza. ¿Nunca voy a poder tener unas vacaciones en la playa tranquilas? Si no es por unos, es por otros, la cuestión es acabar siempre enfadada o al borde de un ataque de nervios.

Intento que me explique qué planea hacer ahora que mi hermano sospecha que es suyo, no le menciono que va a intentar escaquearse a toda costa de cualquier responsabilidad, pero Ana me cambia una y otra vez de tema.

—¿Qué dice Ana?

—Que ayer le dijeron que iba a ser niño.

Yon frunce levemente el ceño.

—¿No le has comentado que tu hermano lo sabe?

—¡Claro que sí!

—¿Quién iba a pensar que Ana no querría ni siquiera una ayuda económica? —me encojo de hombros—. ¿Su madre tiene mucha pasta?

Niego con la cabeza.

—No tengo ni idea de cómo piensa sacar al crío adelante ella sola, pero dudo que pueda. Dudo que su madre pueda ayudarla, suficiente tiene con cuidar de la abuela en el pueblo, si le da algo de dinero será una mínima cantidad mensual.

—Igual planea dejar al niño en la selva para que lo críen los lobos, como a Mowgli, y volver a por él cuando sea adolescente y pueda trabajar —alzo las cejas con cara neutra, Yon deja de reírse—. Era una broma mujer...

—No estoy para bromas, mi amiga está embarazada de mi hermano, quién no quiere hacerse cargo del crío.

—Creo que no estás viendo el lado positivo del asunto.

—¿Hay algo positivo en todo esto?

Yon asiente con entusiasmo.

—Vas a ser tía del hijo de tu mejor amiga.

Bueno, en eso tiene razón... Pero como no podía ser de otra manera, tardo menos de dos segundos en ver la parte negativa dentro de la parte positiva.

—Mi sobrino va a ser huérfano de padre —digo mientras me llevo las manos a la cabeza.

Secuelas de tu ausenciaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt