¿¡Rosie es una Imperial!? Y, depende...

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Rosie estaba contenta. ¿Qué digo? ¡Contentisima!

Era su oportunidad del siglo, ¡Su Virtuoso daría un concierto al aire libre por un evento caritativo! ¿Y saben que significa que sea caritativo y al aire libre? Exacto: ¡Gratis!

Rosie ama las cosas gratis.

Usualmente no se podía dar el lujo de ir a uno de sus conciertos. Ella no era tan intima como lo era Gabi ni tan descarada como para pedirle una entradita que le sobre. Podría hacerlo y Riccardo era tan generoso que se la daría, pero ella sentía que los amigos valían cada centavo y que por ellos había que pagar, ¡Así que imagínense como era con su ídolo! Sí no podía pagarlo, no iba y listo.

—. Pero ahora sí puedo~ Por qué es gratis~ —. Canturreaba, ya lista en su lugar.

Se había asegurado de conseguir el mejor lugar para el evento, y vino tan temprano que ni las personas que iban armarlo llegaron. Estaba tan emocionada que le temblaba la cámara en las manos, no pudiendo esperar a usar todos los rollos y llorar en todos los pañuelos que guardaba en su confiable bolsillo. Escuchar en vivo a Di Rigo sería su equivalente alcanzar el nirvana, ya incluso imaginárselo hacia que se le escape una lágrima.

¡No había nada en el mundo que pudiera impedir disfrutase del evento! Tan solo tenía que esperar ocho horas más y-

—. ¡Vaya, nunca fui la segunda en llegar!

Rosie alzó la cabeza, encontrándose a una chica la cual pudo identificar iba al Instituto Shuriken.

No la conocía de nada, nunca la vio en alguna fan meeting del Virtuoso y mucho menos tenía la cara de que se gastaría plata en una entrada para verlo. Y bajo está misma lógica es que pensaba preguntarle quien era y si a lo mejor se confundió de persona.

Pero en eso, las sabias palabras de su querida madre llegaron a su cabeza:

"Si una chica que no conoces de nada te habla como si se fueran amigas de todo la vida, seguile el juego, ¿Si? Podría estar en peligro"

Como a Rosie la educaron para ser bien sorora, naturalmente le dio charla.

—. Es que estaba emocionada, no podía a esperar más por este evento.

—. ¡Que linda tu voz! Me recordas a una de esas mulas de colores que tanto le gustan a mi hermana pequeña, ¡La amarilla!

En su vida la llamaron "mula amarilla" a la pobre Rosie, más que nada porque siempre se la asocia al color rojo, pero ahí la tenían sonriendo incomoda. ¿Es esto suficiente conversación? Pensaba.

—. Yo tampoco podía esperar, ¡Lo conoceremos en persona! ¿Podes creerlo? Por cierto, ¿Cómo te-?

—. Vaya, menos mal que hay gente. Hubiera detestado ser la primera.

Rosie se mareó un poco por lo mucho que tuvo que estirar su cuello para encontrar miradas con una chica alta, pero altísima. Su uniforme denotaba que pertenecía al Instituto Nose, y sus medias con aquel largo cuello solo hacían que a Rosie se le ocurriera una forma de describirla.

"Jirafa insípida"

La sororidad vino como se le fue, nada más agradecida que no estaba Jade presente para leerle la mente y gritarlo a los cuatro vientos.

Se quedaba tranquilita de que esas dos chicas se concentraban en hablar con la otra y la dejaban de lado, contenta de que su Virtuoso tuviera fans devotas desde muy temprano.

Estaba tan metida en este cálido pensamiento que se quedó confundida cuando la chica que la llamó mula amarilla volvió hablar.

—. ¡Genial, estamos todas!

Abrió los ojos, encontrándose un desfile de uniformes. Del colegio Farm, del Zeus, ¿¡Era ese del Otaku!? ¡Estaba segurísima que lo habían cerrado! Esos y más uniformes se encontraban. Y le resultaba raro que todas estuvieran uniformadas en domingo, total que no había escuela.

Bueno, sí, yo estoy usando el chándal del Raimon, ¡Pero si no lo uso, mi Virtuoso no podrá identificarme en el mar de público que tendrá! Y si algo quiero que sepa es que, si bien nunca tendré suficiente valor ni para pedirle nos tomemos una foto juntos, él siempre contará con mi apoyo y-¡Eh, no me tiren del brazo en medio de mi monologo!

—. ¿Qué le pasa? ¿Por qué no se para?

—. Debe ser la emoción, no la culpo.

—. ¡Ayudémosla!

Rosie se quedó con carita de muñeca Bratz, por esto mismo no pudo reaccionar rápido.

—. N-No, esperen, no es-

—. Entre mujeres hay que ayudarnos, ¡Wao, es ligera como pluma!

La chica (que pudo identificar usaba el uniforme del Occult) se la llevó al hombro como costal de papas.

—. Vamos, que si no perdemos el ferri.

¿¡Ferri!?

. E-Esperen, creo se equivocan de persona.

—. ¿Cómo?

La dejaron en el suelo, y se puso híper nerviosa de que todos los ojos estuvieran clavados en ella. Después de todo, era RE tímida. Pero estaba dispuesta a resolver el malentendido de una buena vez.

—. ¿No sos una gerente Imperial?

O puede que no.

—. Eh...

Rosie en su puta vida había escuchado de una manager Imperial. Sí, estaba consciente de que había Imperiales, tenían un novato que era básicamente uno y que logró espantar a la mayoría de sus compañeras de club. Pero de nuevo, en su puta vida escuchó que las managers pudieran ser Imperiales también.

Y aun teniendo todo el miedo del mundo, su mamá también la crió para ser una chica honesta y decente...

—. No, lo siento.

—. En ese caso tenemos que matarte.

... que bueno su papá la interrumpió en medio de esa crianza para decirle que siempre había excepciones.

—. Sí soy, nomás estaba jugando.

Y Menos mal que entre mujeres hay que creernos—. No nos des esos sustos, cari. ¡Ahora, todas al ferri! Próxima parada: ¡Edén Divino!

A mi precisamente me están arrastrando del mío. Mi Virtuoso, ¡Espérame, por favor! Prometo volver en la brevedad. ¡Yo no me subiré a ese ferri ni por todo el oro del mundo!

Juraba una pequeña Rosie que ni sabía la que se le avecinaba.

¿¡Rosie es una Imperial!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora