¿Una apuesta, por los viejos tiempos?

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Con el tiempo, al no sentir ese supuesto "arrepentimiento" que aquel chico le había anunciado sentirían ella y todo el club de futbol del Raimon, Rosie simplemente optó por nunca contarle nada a nadie y fingir que todo estaba bien.

Por buena suerte lo de la nariz se había arreglado cuando se despertó, pero cuando todos vieron sus otras heridas ella tuvo que decir una verdad a medias: durante el día las cosas se pusieron muy intensas, y por ende ella salió lastimada.

Era fascinante como en tan solo un día logró convertirse en una mentirosa a medias experta. No supo cómo le salió natural decir: "Emergencia de Ping Pong"

Sus padres, siendo profesionales del deporte, entendieron a la perfección. Al club de futbol le demoró un tiempo, pero se conformaron con Jade diciendo "Oh, ya veo, ¡Pucha, que dolor!" para entender que era una cosa seria y quizá a lo mejor no deberían indagar de no querer salir lastimados.

Gabi fue un todopoderoso pasándole fotos y videos del recital GRATUITO (aunque gratis una mierda, miren nada más como lo pagó), y tras eso su vida continuó como si nada.

Es más, creyó que finalmente su tranquila y pacífica vida con el niño bien que era su capitán Di Rigo estaba más cerca de concretarse. Total, que el chico le pidió de corazón melón que saque muchas lindas fotos para que pudiera sentir haber sido parte de la final del camino imperial. ¡Y por supuesto que ella encantada lo haría! Nomás tenía que volver cuanto antes del baño y podría seguir su labor de tomarles fotos al Monte Olimpo y a la cancha.

Pero claramente en este punto de la historia me parece que sabemos muy bien que el universo ama-odia a esta chiquilla. Lo bastante para darle una sorpresa.

Rosie Redd odiaba las sorpresas.

Se había chocado contra alguien, golpeandose la nariz. Y COMO SOLO UNA VEZ EN SU VIDA ROSIE REDD SE GOLPEÓ LA NARIZ, tuvo secuelas de cierto encuentro entre ella y cierto chico que le dejaban el cerebro con pura estática.

—. Discúlpame, no vi por donde iba...

—. Yo sí~

Para cuando miró arriba, solo había un canal disponible transmitiendo "El encuentro: la secuela".

Se sentía aturdida por una melodía alemana que no repicaba en ninguna pared. Era como si fuese el tema musical de la imperiosa aura de un Quentin Cinquedea en carne y hueso. Comparándose, sentía que no era nada más que una mala sonata de flauta tocada por un alumno de segundo grado.

—. Felicidades por haber llegado a las finales—. Dijo con una impecable sonrisa, tanto que apenas se le notaban los tintes turbios—. Y no te preocupes, ser segundo lugar no tiene nada de malo.

—. Pero aun el partido no empieza...

Quentin no dijo nada, limitando a elevar la comisura de sus labios y achicar su vista. Ahora sí lucía más macabro, cero importándole revelar sus verdaderas intenciones.

Rosie se fue unos pasos para atrás, y Quentin no la siguió. Le resultaba chistoso, por eso se reía de ella.

—. ¿Q-Qué haces aquí?

—. ¿No es obvio? —. Mostraba su uniforme como si le estuviera vendiendo un coche usado—. Vine a jugar.

—. Pero hoy juega el Raimon contra Monte Olimpo...

—. Lo sé, y estoy ansioso por verlo. Pero me dijeron que me prepare por las dudas... puede que sea necesario que salga a la cancha.

—. ¿Y no tienes miedo que eso pase?

¿¡Rosie es una Imperial!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora