Hay una impostora entre nosotros

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—. ¿¡Usaste tu espíritu guerrero!? ¿¡EN UN PARTIDO DE PING PONG!? —. Bajó un par de cambios al ver a su hijo contraerse. Se masajeó la sien para intentar calmarse pero no tuvo éxito—. Quentin... hijo mío... ¿Qué habíamos acordado?

—... que absolutamente nadie podía ver ni un solo espíritu guerrero del Dragonlink...—. Suspiró, exasperado—. Pero pá, tienes que entender, ¡Estaba perdiendo! ¡Y de verdad quería ganar!

—. ¿Y ganaste?

Su hijo guardó silencio. Cyan estaba que se arrancaba las cejas.

—. ¿¡No ganaste!? ¡Pero se supone que tu espíritu es imbatible!

—. Pasa que me dio en la muñeca y...

—. Déjame ver—. Le tomó la mano con delicadeza, inspeccionando detenidamente la gravedad del asunto—. Pequeña desgraciada, como se atreve...

—. Lo sé, sé que no voy a rendir bien por unos días y que estoy atrasando tus planes pero-

—. No eso, ¡Como se atreve a lastimar a mi hijo! Eso es lo que me enfada, que te ha lastimado.

Tenía lagrimitas en los ojos—. Papá...

—. Pero sí, es una cagada eso del entrenamiento—. Quentin anotó mentalmente que de ahora en más podía usar "cagada" frente a su padre—. Igual hay que ver el lado amable de las cosas—. Su hijo no entendía porque su padre ahora lo miraba con el ceño fruncido, ¿No se debe sonreír cuando se dice el lado amable? —. Ahora sabemos que, pese a todo lo que hicimos, sigues siendo muy débil para debutar.

—. ¡Papá!

—. Lo siento, Quentin, pero hasta nuevo aviso solo seguirán viendo partidos.

—. Pero-

—. ¿Quieres hacer el ridículo de nuevo?

—. ¡No! Pá, por favor, Rosie solo me tomó por sorpresa porque la subestime todo el rato, ¡Solo tengo que dejar de subestimar a mis rivales! Y si revelé mi espíritu guerrero es porque en serio es muy fuerte y lo vi necesario, ¡Quería demostrarle como hacemos las cosas acá en el Sector Quinto!

—. Eso me lleva a otra cosa.

Cinquedea junior tragó en seco—. ¿Qué cosa?

—. Maravillosa.

—. ¿De qué color?

—. Rojo. Justo como Rosie Rojo.

—. E-Es Redd, pá.

—. No me corrijas, hijo—. Se llevó la mano al mentón en lo que Quentin se disculpaba—. Me resulta tan peculiar que Zabel me ocultó un detalle tan importante como la existencia de esa niña. A menos qué...

—. ¿Qué?

—. Me estuviera mintiendo.

Quentin parpadeó, incapaz de creer que alguien sería tan estúpido como para mentirle a su padre. Pero bueno, él ya pensaba que Zabel era un estúpido así que no le sorprendía. Igual, pensar en Zabel era lo que menos hacia en este momento—. No estarás pensando que Rosie es una-

—. Claro que lo es—. Y le dio una miradita a su hijo—. Ay no.

—. ¿Qué?

—. Por esto no quería que te juntes con el género opuesto. Eres mi hijo al final de cuentas.

—. ¿¡Qué!?

—. Esa chica te tiró los galgos, ¿No? Mujeres, todas iguales.

—. ¡No lo hizo! —. Y se ofendió—. ¿Y si lo hizo qué tiene?

—. Estas muy chiquito para una novia.

—. ¡Soy más alto que varios adultos de este país!

—. Sabes a lo que me refiero, te va a distraer y no podrás concentrarte en la causa. ¿Quieres eso? ¿Decepcionar a tu papá? ¿Te acuerdas cuando eras chiquito? "papi, papi, cuando sea grande quiero ser como vos~" ¿¡Qué pasó con eso!? ¿¡Cambias todo el sacrificio que te dio tu viejo por.... por... noviar!?

Quentin le sonrió un poquito incomodo.

—. ¡Quentin!

—. Bueno, no, ¿Ok? Perdón...

—. ¡Ese es mi campeón! —. Cuando terminó de revolverle el pelo, miró la hora en su reloj de pulsera y le anunció a su hijo algo muy importante—. Ahora, voy a ocuparme de redactar una nueva ley que permita al Sector Quinto hacer los cambios necesarios para salvar este imperio, incluso cambios de último momento.

—. ¿Le avisaras a tu perrito de bolso?

—. ¿Qué te dije de referirte a Zabel de esa forma?

—. "solo hazlo durante la semana, en el finde ni te molestes en pensar en él". Pero aun así, ¿Le diras?

—. No creo—. Sentenció, acomodándose la corbata—. Últimamente no me gusta su desempeño, y la información directa de mi boca es un premio que no se ha ganado. Ya se enterará si las circunstancias lo demandan.

—. Está bien.

—. Pero antes, voy asegurarme de dar la voz de alarma para darle casería a esa chica.

Quentin se alarmó con la velocidad que usaba su padre para acercarse a la radio de anuncios, suspirando de alivio cuando el adulto se vio claramente descontento.

—. ¿¡Por qué todo en esta isla es una porquería!?

—. Preferiste comprarte el abrigo de visón que invertir, ¿Recuerdas?

—. Ah, cierto—. Y miró para abajo—. Oh, mira, nada más está desenchufado. Ya está.

—. ¡Papá, espera! —. Apagó el micrófono antes que hablase—. Deja que yo la busque.

—. ¿Y eso por...?

—. Vamos, pá, se muere por mi y no sospecharía nada, ¡Te la traería al toque! Será más complicado si das la voz de alarma porque se va esconder.

—. Puede ser, pero me gusta cuando sienten el autentico terror. Además—. Se reía solo—. Capturar gente no es trabajo para nosotros Quentin, es trabajo de la servidumbre. Y a esos chicos les falta volver a ganarse mi confianza.

—. ¡Pues participaré en la búsqueda!

—. Ni hablar.

—. ¿Cómo?

—. Quentin, estoy hablando como tu padre ahora—. Y lo señalaba con el micrófono—. Te quiero ahora mismo en la cama con los ojos cerrados y no quiero que sobre esfuerces ninguno de tus músculos.

—. ¡Pero-!

—. ¡Sin "peros"! —. Detestaba alzarle la voz a su hijo, pero a veces si no lo hacia se le iba de las manos—. Escucha, hijo, necesito tu cooperación en esto, ¿Sí? —. Con la mano en el hombro y un tono suave, dictó su orden—. Ve a descansar.

—... sí, pá.

—. Buenas noches, campeón.

—.... sí... buenas noches.

Cyan no volvió activar el micrófono hasta asegurarse que su hijo cerró bien la puerta.

Aclarándose la garganta y modulando un poco, se puso el micrófono en sus labios con semejante sonrisa macabra que la que hizo su hijo jugando al ping pong se quedaba en nada.

—. Hola-hola. Atención a todas las unidades, llamado de emergencia: hay una impostora entre nosotros...

¿¡Rosie es una Imperial!?Where stories live. Discover now