El pescado pasó de moda

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Para cuando se detuvo, cansada y todo, miró para arriba y se encontró a Quentin donde lo había dejado, solo que más confundido.

—. ¿Un chequeo perimetral? Nada mal, Rosita.

Se golpeó la frente por haber hecho un círculo completo. Pero sin rendirse, volvió a correr de manera lenta y segura. Esta vez optó por ir en línea recta en vez por alguno de los costados, perdiéndose entre árboles altos y lianas traviesas, como que todo poco a poco se hacía más grande y- ¿¡Eso era un mosquito del tamaño de un gato!?

Rosie apuró el paso, llegando a una zona donde pudo divisar una cueva. "Bingo" pensó, haciéndose la idea de que sería un buen escondite no solo de los imperiales sino también de los nuevos peligros que acechaban.

Igual, no dio un paso cuando algo la agarró del collar del chándal y la tiró detrás de un árbol.

Quentin se pegó a ella, tapándole la boca con una mano y con la otra haciendo un gesto para que guarde silencio. Con la cabeza hizo un movimiento impecable que Rosie se moría de ganas por fotografiar, pero primero quiso saber qué es lo que había evitado.

Una cabra.

Rosie estaba a punto de intentar liberarse y encontrar otro escondite cuando vio que a la pobre cabrita la mandaba a volar un jabalí salvaje con la medida de tres Jack Wallside.

Casi se desmayaba de nuevo.

—. Así que, ¿No suelen comer cerdo en tu casa, no?

—...

—. Ah, lo siento, mi mano sigue en tu cara, jaja. Tienes unos labios muy suaves, guapa, ni se nota la deshidratación.

—...

Pese a que en el exterior sonreía a sus anchas, en el fondo se quería matar.

¿¡Qué estoy haciendo mal!? ¿Qué pasa que no me habla? Sí encima le compartí de mi botiquín y todo. Aish, ¿Qué haría papá en esta situación?

...

No, no puedo ofrecerle un puesto de Emperatriz, ¡Es muy temprano para eso! Si tan solo...

Sus ojos se posicionaron en el animal salvaje.

Jeje

—. Nada mal, Rosie, yo también estoy un poco harto del pescado—. Se remangó, y tronó los huesos del cuello—. Vuelvo al tiro.

—. No.

De la nada, Rosie lo había agarrado del brazo y le prohibió salir de su escondite. La pobre miraba al suelo en gesto apenado.

—. No vayas. Tu mano está...

Sí, le estaba agarrando del brazo porque de la mano no podía, y es que la misma estaba vendada e inútil hasta nuevo aviso.

Quentin quedó boquiabierto.

—. Wao, es como escuchar hablar a un cheesecake.

—...

—. Me encanta el cheesecake~

*click*

Quentin parpadeó, notando como ahora Rosie estaba ahora muy concentrada en su cámara.

—. ¿Salió bien?

—...

—. Nena, no te preocupes por mí, ¡Es parte del entrenamiento de todo buen arquero detener animales de cuernos gigantes! —. Claro que será la primera vez que lo haga... y encima con una mano—. Juguemos ping pong de nuevo si regreso con vida. Allá voy~

Cuando a Rosie le llegó esto último, se giró temblando como la chihuahua que podía llegar a ser.

Tenía que hacer algo, ¿¡Pero qué!? Su gracia literal era sacar fotos, ¡Y ya le sacó como tres en lo que Quentin se batía contra el jabalí!

Bueno, no se puede luchar contra la naturaleza~ sentenció la chica ahora más calmada de que llegó a una conclusión. Lo único que puedo hacer es encontrar un buen ángulo.

¿Y qué mejor ángulo que uno aéreo?

Se sentía una completa profesional, y nunca estuvo tan agradecida de que su peso pluma por fin le sirviera de algo. Y eso era estar posada en esa frágil rama, cámara en mano, sacando cuantiosas fotos de Quentin. ¡Incluso le tomó una donde el jabalí lo tiraba por los aires! ¡Y posó para ella!

Rosie volvió a entender porque se llamaba Edén Divino.

La cosa se complicó cuando el enorme jabalí se metía en el ángulo y no le permitía sacar buenas fotos. Eso la molestaba, ¿Quién se creía ese animal para meterse en medio de su pasión fotográfica? Quizá por tal motivo es que le lanzó cuantiosas bellotas para que captase el mensaje de que lo quería fuera del enfoque.

Pero el animal captó mal, y se pensó que la chica quería su atención. No encuentro otra explicación a que ahora esté golpeando el árbol para obligarla a caer si no fuera por eso.

—. Aaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhh

Eso, mis leyentes, es como Rosie grita cuando está en su modo normal. Sin exclamaciones ni mayúsculas, siquiera cuando caía metros y metros para abajo en lo que posiblemente ahora sí sería su muerte.

Estemos agradecidos de que la cabeza del jabalí le amortiguó el golpe, y uno pensaría que también noquearía al animal.

Pero no.

Una vez más el peso pluma de Rosie volvió a las andadas.

Gracias a su perfecto balance, consiguió caer de pie justo frente a Quentin.

—. ¡Guapa, quítate! ¡Prefiero que me lleve a mí que a los dos! —. Pero a Rosie no lo hacía, lo que hizo sonrojar a Quentin—. ¿Me estás... queriendo proteger? Rosie...

En realidad le fallaban las piernas, pero uno tiene derecho a pensar lo que quiera.

Mami, ahora entiendo porque no querías que mintiera, ¡Tenías razón en eso de que los jabalís venían a por ti!

Desesperada, solo se le ocurrió una idea: sacarle una foto.

*click*

Al sacarla, se dio cuenta de que muy probablemente en la caída había apretado el flash por accidente, ese que nunca usaba por su pavor a delatarse cuando tomaba fotos de su Virtuoso.

El jabalí, que antes estaba fiero, ahora estaba con las patas al aire y espuma saliéndole de la boca.

—. S-Seguramente está desmayado.

Vio la etiqueta que estaba debajo de la cámara: "No usar el flash con animales"

—. Uy...

Quentin le puso la mano sana en el hombro, también incrédulo de lo que la chica había logrado—. Vaya, eso fue-

—. ¡INCREIBLE!

—. ¡SORPRENDENTE!

—. ¡MEJOR QUE EL FUTBOL!

—. Tampoco te pases...

Rosie y Quentin se dieron la vuelta, impresionados de ver a bastantes Imperiales (aunque no todos) paraditos uno al lado del otro y encima aplaudiendo.

—. ¿Desde cuándo están allí? —. Cuestionó Cinquedea.

—. Llegamos justo cuando... eh... la bella gerente trepó el árbol.

—. ¿¡Y no ayudaron!?

¿¡Rosie es una Imperial!?Where stories live. Discover now