Lo que nos queda del otro

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—. ¡Te dije que soltaras a mi jugador!

—. Y yo te dije que nomás quiero hablar con él—. Refutó Quentin, sin soltar en lo absoluto al pobre Doug. Lo tenía agarrado de la remera, y encima lo más lejos del suelo que su brazo extendido permitía.

Alessandro, pesé a que tronaba sus dientes, sabía que debía agradecer que no lo estuviera agarrando directamente del cuello cortándole la respiración. Guardando silencio se quedó apoyado contra un árbol, brazos cruzados, en espera de que esa conversación termine cuanto antes.

Satisfecho por su sumisión, Quentin volvió su atención a un pálido y tembloroso Doug.

—. Linda noche, ¿No te parece?

—. S-Sí, bastante...

—. Personalmente la encuentro algo fea.

—. T-Tenes toda la razón, le falta algo...

—. Hm-. Contestó aburrido, la sonrisa no abandonando su rostro junto a esa expresión maliciosa que perforaba la ansiedad del jugador—. Dime, Arti—. "¿¡Como se sabe mi apodo!?" —. ¿Qué se siente?

—. ¿Q-Qué cosa? —. Preguntó inocentemente.

Grave error.

Quentin hizo que se golpease la cabeza contra la montaña, haciendo presión justo contra una zona que se sentía bastante picuda e incómoda. El arquero del Dragonlink se echó unas risas, mostrando de sobra como el provocar sufrimiento no era en absoluto un inconveniente, sino un gusto.

—. Ser un espía del Raimon, me interesa mucho. Habla.

—. Y-Yo no soy-¡Agh! —. Otro golpe contra la montaña. Definitivamente este no era su día, que lo parió.

—. Estuviste todo el día confraternizando con quien resultó ser una traidora. Resulta que incluso fuiste al mismo colegio que ella, ¿En qué parte de tu excusa pensas que te voy a creer? ¡Quiero respuestas y las obtendré a la fuerza! Y de paso te enseño cómo se hacen las cosas acá en el Sector Quinto~ —. Finalizó en tono meloso—. Doble victoria.... para mí.

—. Lamento romperte la ilusión—. Comentó Alessandro, sintiéndose impotente al no poder ayudar al más nuevo en su club. Esperaba que Doug, a diferencia de los últimos tres, no terminase huyendo por el recibimiento—. Pero que sepas que él fue igual de traicionado que todos nosotros.

—. ¿Cómo?

—. La chica lo pateó en la rodilla con tal de escapar, asi que te podes dar una idea de cuál bando le rinde lealtad mi jugador.

—. Ale... —. Incrédulo, Doug cerró los ojos. Sentía que no merecía tal defensa por parte de su capitán y superior. Pero Quentin lo hizo estar agradecido cuando apretó levemente la herida en su rodilla, lastimándolo.

—. ¿Entonces no eres un traidor?

—. ¡AYAYAYAYAY! ¡NO, NO LO SOY!

—. ¿En ese caso vas a tener cero drama en responder preguntas sobre el Raimon, no? —. No abandonó su sonrisa, todo lo contrario, se le ensanchó macabramente al presenciar conflicto en los ojos de Doug.

—. P-Pues depende, la verdad nunca presté mucha atención a ninguno del club, allí estaba nada más para subirme las notas.

—. ¿O sea que no me puedes proporcionar nada valioso de ningún jugador del Raimon? Hombre, que la impostora nos dio más que tú.

¿¡Rosie es una Imperial!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora