Si tú me haces ping yo te hago pong, guapa

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—. Quentin perdió.

—. Madre mía, Quentin perdió.

—. Perdió.

—. ¿Es esto acaso un sueño?

—. ¡Quentin perdió por primera vez! ¡Jaja, perdedor!

—. ¡CÁLLENSE! —. Gritó Aimé, procurando balancear la mirada fea que les lanzaba junto con la de preocupación que le dejaba a Quentin. Su capitán, pese a no tener flequillo, tenía una sombra en los ojos que le evitaba ver bien que es lo que sentía.

—. Espero que hayas aprendido que el ping pong es sagrado. Nadie rompe paletas en mi presencia.

Apretó los puños, dispuesto a defender a su amigo—. ¡Pero era obvio que querías darle cancha a que te muestre su súper técnica! Si literalmente venias diciendo que es lo que harías.

—. Solo me estaba burlando de Tintín.

—. ¿Cómo?

Movió su cabello en un gesto arrogante, su mirada aun siendo serena e incluso pacifista—. Solo quería demostrarle que, aunque el destino este de su lado, se crea el protagonista y yo le adelante el futuro no tenía forma de lograrlo porque...—. Cerró los ojos, usando su paleta para tapar sus labios tal cual haría con un abanico—. La realidad es que gané desde el momento que decidí no podía dejar alguien tan mediocre represente el ping pong, teehee~

—. ¡Nada de "teehee~", cabeza de balón! —. Amenazó Aimé—. ¡Te vas a-!

Una estruendosa risa interrumpió su conversación. Para cuando se quisieron dar cuenta, ya Quentin la había dejado.

—. Vaya, Rosie; seas quien seas, eres de temer.

Cualquiera que tuviese el mínimo conocimiento de Quentin Cinquedea estaba shockeado por como se había tomado relativamente bien la derrota. Incluso ya alguno iba a sugerir que era un impostor.

Beyond, por su parte, estaba deleitado de que no ofrecería pelea—. ¡Estás fuera, Cinquedea! Ya quítate para que yo pueda tener mi turno con-

—. Perdona pero, ¿Quién dice que estoy fuera?

El ambiente se puso tenso, pero los del Poderosa Fe no eran famosos por saber leer el ambiente—. Literalmente acabas de perder. Conoces las reglas del ping pong Imperial: un punto y estás fuera.

—. ¿Es así?

—. ¡Tú la inventaste, desgraciado!

—. No me acordaba, gracias por estar al pendiente de todo lo que hago y digo—. Le dedicó una sonrisa zorruna—. Menos mal que no tienes nada mejor que hacer.

—. ¡Seras-! —. Sus colegas lo detuvieron a tiempo. No valía la pena.

Rosie, por otra parte, sentía sí lo valía—. Si es como él dice, deberías hacerte a un lado. Te lo metí bien fuerte-el punto, te metí bien fuerte el punto por favor deja de verme así. Yo gane, y tú-

—. Ah~ ¿No te diste cuenta? Preciosa, eso era un amistoso. Así que no es como si hubiese perdido realmente—. Y volvía a reírse con la misma complicidad como si tuviera que explicarle 2 + 2 = 4—. Por ende, lo nuestro no-

—. Aguanta un segundo, amo esa expresión—. Recuperó su cámara para tomarle una foto, y luego la devolvió a su cuidador—. Ahora sí, prosigue.

—. Lo nuestro no se acabó—. Siguió como si nada—. Primero que nada te pido perdón, no jugué con todo lo que tenía para ofrecerte. Desde ese ángulo entiendo que estés ofendida.

¿¡Rosie es una Imperial!?Where stories live. Discover now