𝐘𝐎𝐔𝐍𝐆𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 • 「soojun」

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Omnisciente

Reino de Răzvan

Yeonjun, un doncél de clase media paseaba entre la muchedumbre del pueblo, el mercado nunca había estado tan lleno de personas y mercancías.

Al fin el rey anterior de Răzvan había sido derrotado, su hermano menor había tomado con toda su voluntad el trono, llevando el reino en sus manos.

El reino que Vasile casi había lanzado cuesta abajo.

Gracias al reinado y nueva era de aquel hombre, Răzvan había salido de la pobreza, por lo que los pueblerinos dieron a cabo la inauguración del nuevo mercado, más mercancías y precios más accesibles.

Yeonjun sonrió ante el mostrador de mercancía con utilería académica y de escritura, tal como libretas, plumas, etc.

Necesitaba varias cosas para terminar sus estudios.

Sus padres han pensado en la academia especialmente para proveedores como él, donde se pueden encontrar materias de cuidado maternal.

Pero él había decidido a ir una corriente.

Con la venida del rey también llegaron las monedas de plata y oro al reino. Los trueques aún eran constantes pero las monedas también eran tomadas como una opción de paga.

Unas cuantas monedas de plata bastaron para comprarse las plumas y la libreta que había visto.

Sonrió con sus útiles en mano para después levantar la mirada notando que uno de sus amigos y acompañante en la academia.

— ¡Yeon! — Había gritado aquél chico al verlo también.

El castaño doncél se acercó a su amigo con una sonrisa.

— Oán, ¿cómo estás? — Indagó el castaño con una sonrisa.

— Bien, al fin pude salir de mi casa — Dijo entre risas.

Y el castaño rió también, su amigo le había contado a través de una carta que se había enfermado por lo que el doctor del pueblo le había aconsejado que se quede en su hogar.

Ambos jóvenes caminaron juntos por aquél mercado.

El alto de nombre Oán iba atras del castaño, que se vieron admirando con conmoción e un brillo en sus ojos las esculturas artesanales del mostrador de una señora de la tercera edad. La mirada de Oán se dirigió al las caderas del pequeño, había pasado toda la época de calor que no se había visto y pudo notar como el cuerpo de su amigo tuvo varios cambios, su cintura se habia hecho más estrecha, sus caderas más anchas y había crecido un poco más

Sin duda despertaría su apetito si no se tratase de su viejo amigo.

La mujer anciana del puesto notó al alto examinar con ansia al más bajo y carraspeó observándolo con una ceja arqueada y labios fruncidos. Ante eso Oán sacudió su cabeza y aclaró su garganta.