CAP 2

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                          "SIETE"

Sentía el grujir de mi estómago por la falta de alimentos en el día, en tanto hablaba por teléfono con mi mejor amiga, razón por la cual me despedí de ella decidida finalmente a salir de la habitación en la que me había estado escondiendo todo el día. El teléfono quedó reposando sobre la cama y cuando me puse de pie, mis ojos no pudieron evitar mirar el closet abierto, que mostraba la ropa que había terminado de acomodar en perchas esta mañana, sintiéndome orgullosa. Desde que desperté, había estado encerrada en mis paredes, tratando de evitar por completo el salir de allí, dándome cuenta de dos cosas, la primera, era que estaba evitando a los Evans, la segunda, era que tenía demasiada ropa, sin embargo, necesitaba salir a comer algo o terminaría con alguna hipoglucemia causada, por lo cual, tras una larga batalla de ‘’mente vs estómago’’, salí de la habitación dispuesta a alimentar a la fiera que tenía en mi interior.

Caminaba por la extensión del pasillo lleno de puertas, cuando una de ellas se abrió dejándome ver al Evans número dos, ese de facciones aniñadas y sonrisa resplandeciente que me había ayudado la tarde del día anterior.
Había decidido enumerarlos, ya que desconocía sus nombres.

-Hey Erika- saludó al notarme- ¿dormiste bien?- otra de sus frecuentes sonrisas tiernas abandonó sus labios y sus ojos se achinaron un poco cuando sus mejillas se alzaron.

-Si- respondí devolviendo la sonrisa amigable. Ayer, me había dado cuenta de que de todos, él parecía ser el más sociable, y por ende, había alojado el pensamiento de crear lazos con él, al fin y al cabo, necesitaba amistades ahora que era nueva, y él parecía ser una buena opción, además, si tenía a uno de ellos como amigo, estaría segura de que si un día les faltaba comida, no me comerían a mí.

Ya lo sé, soy una tonta al pensar cosas así, a ellos jamás les faltaría comida.

-¿Y los demás?- pregunté tratando de dejar atrás mis pensamientos.

-No lo sé, pero solemos pasar poco tiempo en casa- me explicó aún sonriendo amablemente y le devolví el gesto.

Eso me hizo recordar que el número siete seguía teniendo un expediente sin foto en mi mente, no se había aparecido ayer en lo que restó de cena y tampoco sabía si estaba ahora en casa, pero sí es cierto que tenía ganas de conocerlo, a juzgar por la reacción anoche del número uno ante su ausencia, o sea, el hermano mayor, en mi mente el número siete era algún mala cabeza que ingería alcohol, se drogaba de manera constante, y posiblemente llegaba siempre a casa  golpeado y con peste, y aunque no tenía ningún indicio de su físico, imaginé que tendría sus ojos claros al igual que el resto de sus hermanos.

-¿Erika, sigues ahí?- el agite de una mano frente a mi cara me hizo salir de mis pensamientos y recordar que estaba hablando con el número dos antes de perderme en el océano de mi cerebro .

-Lo siento, me distraje- dije de manera nerviosa con una sonrisa, a la cual obtuve otra de esas sonrisas tiernas a las que comenzaba a acostumbrarme. -Bajaré a comer algo- aclaré cuando mi estómago me recordó la razón de haber salido de mi habitación.

Él asintió, y yo retomé mi camino por las escaleras, hasta llegar a la primera planta e introducirme a la cocina.

Comencé a desayunar desorbitadamente mientras el alivio se hacía presente en mi cuerpo agradecido de escuchar sus plegarias.

-Holaaaa- escuché alguna chillona voz tras mi espalda que me hizo virarme para poder apreciar a una rubia de cuerpo curveado y marcado que vestía un juego de baño de dos piezas de un tono oscuro de azul, luciendo a juego con sus lagunas visuales.

Mi cuerpo quedó inmóvil tras el chequeo y la observé detalladamente acercarse a mí y darme un ligero beso en la mejilla para luego separarse y volver a darme esa sonrisa de niña pequeña e indefensa.

CLASSIC ×(Donde la oscuridad no conoce límites)×Where stories live. Discover now