CAP 11 (PARTE 1)

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"DEL ARTE A LA MUERTE HAY TAN SOLO UN PASO"




El olor a pasto y un poco de sol eran refrescantes de vez en cuando, cuando todo sobre ti parece oscuridad, simples entornos naturales pueden darte rayos de luz.

Los tulipanes se veían hermosos en el gran jardín de los Evans, los rayos de sol se reflejaban en la cristalina agua de la piscina dando preciosos destellos a la misma. Miré mis pies en las sandalias que traía, y los moví un poco jugueteando con ellos mientras me apoyaba sobre mis brazos allí en mi asiento.

Un poco más lejos, podía ver a Hertrik y a Leodrán, en una batalla entre ellos mismos a forma de entrenamiento, se les veía tan habilidosos, como si no forzaran ni un solo músculo, como si simplemente dejaran danzar sus movimientos en el aire. Llevaba casi toda la mañana con los Evans, trataban de enseñarme algo de lucha y defensa. Leodrán me había explicado el significado de los ‘’juegos’’, se trataban de simples competencias por ver quién era mejor, bueno, diciéndolo así sonaba bastante simple, pero la verdad es que no, se enfrentaban sádica y enfermamente entre ellos mismos en busca de respeto, respeto por toda la comunidad de asesinos de Roxas, respeto por su adversario, respeto por sí mismos. Según me había dicho el hermano mayor, muchos de estos juegos terminaban con muertes, muertes de parte de ambos lados de los adversarios, pero al parecer nunca ningún Evan había sido herido de muerte.

Cada día estaba más convencida de cuán locos podían resultar los Evans y el mundo en el que vivían.

Debo afirmar que no formaba parte de mis preocupaciones el hecho de que alguno de los Evans saliera herido, no les tenía cariño, ni admiración, ni siquiera empatizaba con ellos, mucho menos les tenía respeto, lo que sentía hacia cada uno de los hermanos de esa familia se basaba en el simple miedo, tenía miedo de ellos, de su mundo, de lo que hacían, y sobre todo, de mi implicación en ello. Pero, sin desviarme del tema, también debía afirmar que sí me preocupaba salir herida en dichos juegos, era lo suficientemente realista e inteligente como para reconocer que yo no tenía ni la mitad de la mitad de la mitad de la mitad de la mitad de la mitad (y puntitos suspensivos), de las habilidades de ellos, y aunque las tuviera, jamás le haría daño a una persona, me temblarían las manos, me sudaría el cuerpo, mi cara se pondría blanca cual piel de vampiro, y me desmayaría antes de siquiera haber empuñado un arma.

Aún no se había acordado la fecha de los juegos, y mientras tanto, los chicos habían decidido prepararme tanto como fuera posible para ellos, yo, lo veía como el día de mi muerte, ellos, lo veían como un día más en el que obtendrían otra victoria.

Yo solo sería un daño colateral para ellos.

En esos momentos me tomaba un descanso, la mañana había sido un caos de caídas y fallos de mi parte, y solo me habían intentado ayudar Leodrán y Hertrik, con ese último la situación había sido algo incómoda debido a lo sucedido la noche anterior a pesar de que él actuara como si absolutamente nada hubiera sucedido, obviamente, la puesta en ridícula fue mía, la victoria suya. Todos los Evans, y las dos chicas que siempre los acompañaban estaban allí, bueno, en ese preciso momento Asura había desaparecido.

La presencia de alguien a mi lado imprevistamente logró causar un desvío de mis pensamientos, era Kendrik, portaba un mono deportivo negro y un pullover del mismo color, su cabello, estaba recogido en un perfecto moño. Mi cara de confusión atrajo su atención y lo hizo dirigir su mirada hasta la mía, supuse que me iba a decir algo sobre lo sucedido la anterior noche, aún lo recordaba y podía sentir mi cara arder en vergüenza.

-Estuvo bien- las palabras salieron simples de sus labios.

En ese tiempo junto a los hermanos, había podido darme cuenta, de que tres de ellos no mantenían esa aura oscura y de frialdad, el primero era Hertrik, que coqueteaba en exceso y reía de cada cosa que veía. El segundo era el menor de todos, Artrexel, que a su alrededor, un aura de cariño y completa diferencia a sus hermanos lo rodeaba, sabía que a él no le gustaba mucho el mundo en el que le había tocado nacer. El tercero, era Kenrik, que era más simple, más espontáneo, él no trataba de darle drama a todo, ni seriedad, ni oscuridad, él era excesivamente elegante, excesivamente culto, y excesivamente él.

CLASSIC ×(Donde la oscuridad no conoce límites)×Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum