25. F i n a l

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ÉL Y YO

Muy decidida, tomo mi teléfono y desconecto mis auriculares para dejar de escuchar música.
Busco en mi lista de contactos el único número que tengo sin nombre y sin pensar mucho mi decisión, llamo. Y segundos después descuelgan la llamada... Para solo escuchar nuestras respiraciones entrecortadas.

Jess...—Escucho mi nombre ser susurrado.

La melancolía me invade y tomo todas mis fuerzas para aplicar el consejo de mis mejores amigos: Desahogarme.

—El día que me dejaste no estuvo en mis planes pedirte explicaciones—hablo por fin—o hacer algún tipo de escena, nada de eso. Hasta pude controlar mi estado de ansiedad solo con mirarte,—suelto una risa sarcástica—tú evitaste que no sufriera un jodido ataque—añadí—siento tú el causante de la situación, irónico.

Jessica, yo...

—Cállete, estoy hablando.—digo en un tono frio—Debo decir todo lo que siento. Por eso te llamé, porque sólo tú entenderás mis palabras.

El silencio de su parte me hace sentir angustia.

—Está no era la historia de amor que esperaba... Pero es justamente lo que recibí—no dejo salir ninguna lágrima—Ahora comprendo que el amor es débil. La debilidad es vulnerable y la vulnerabilidad es simplemente destrucción.

No dice nada. Respiro profundamente.

—¿Sabes como me sentí?—le pregunto—Destrozada por ti, Thomas. Todavía lo estoy por si te interesa el dato.

Lo escucho respirar con fuerza y me esfuerzo en imaginar como está en estos momentos.

—Si me hubieses visto llorar ese día créeme, te odiarías—dejo caer una lagrima—Todavía no sé lo que viste para fijarte en mi.

Todo, todo de ti llamo mi atención.

Suelto una risa amarga por sus palabras.

—Nunca fui yo ¿Verdad?—inquiero dolida—Supongo que fuimos el todo que acabó en nada. Cada cosa posiblemente ocultada en nuestro lugar favorito... Donde por ejemplo siempre te recordaré con esa sonrisa que tanto me gustaba.

Mi voz se escucha quebrada mientras me siento en el frío suelo de mi habitación.

—Creo que no te olvidare jamas—añado—Siempre te mantendré en mi aunque eso me haga aún más daño...—sonrío con lastima.

Créeme que yo no quise que esto acabara así—intenta hablar con voz firme, pero falla.

Yo me río con lágrimas en lo ojos de la situación en la que me encuentro y busco más cosas de las que luego me pueda arrepentir.

—Esto duele, Thomas.—reveló con miedo—Toda esta situación me hace pensar que todo tiene un fin, todo se acaba, todo se destruye y muchas veces termina mal, porque ni tú ni nada es para siempre, te rendiste—cierro mis ojos—Nos rendimos... Y por eso creo que la vida es como una montaña rusa llena de emociones.

Lo escucho soltar una risa lastimera y sin duda alguna eso me reconforta de alguna manera extraña y dolorosa para seguir hablando.

—Yo confiaba en ti... de una manera inexplicable.—le informo.—¿Sabes?

¿Qué?

—Hace ocho años exactamente le pregunté a mi madre que era la confianza. ¿Quieres saber que me respondió?

Un sonido de afirmación salió de su boca.

—«La confianza es permitirle a alguien la posibilidad de lastimarte»—respondí—Obviamente la Jessica de diez años se preguntó a sí misma porqué dejaría a alguien hacerme algo como eso. Y ya se la respuesta.

ÉL Y YO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora