MORRIGAN. [Seth Clearwater]

━━━━ 001. DUELO.

| denial. |

Morrigan hubiera deseado unas horas más con Seth, rogaba por esos pequeños momentos de tranquilidad y felicidad que le proporcionaba recogiendo caracolas en la playa, le escaseaban los recuerdos con Seth y eso le dolía en lo más profundo del alma.
Capaz en lo más profundo de ella no quería que Seth la deje ir, quería seguir sabiendo que tenía a alguien por atrás sin quejarse de absolutamente nada.

Todos los días que despertaba el mal estar se posaba en su cuerpo en cualquier momento del día, sea al ducharse, al almorzar, al respirar, su cabeza maquinaba una y otra vez los momentos vividos con Seth.
Llamándolo por teléfono una y otra vez rogando durante meses sea el quien conteste pero aún así era llevada al mensaje de voz todos los días sin falta.

Había pasado 4 meses desde la última vez que había visto a Seth Clearwater.

Y mierda que dolía.

Su estadía en la Reserva Quileute había terminado completamente, el mismo día que Seth dijo basta fue el día en que Paul había dejado un bolso con su ropa en la calle, y por más que había golpeado, pateado la puerta y entrado por la ventana no habían indicios de Paul. Jared y Embry ya ni siquiera le dirigían la palabra y ni hablar de Quil Ateara, el cual se lo cruzaba comprando en Forks y ni siquiera fue capaz de saludarla.

Morrigan podía lidiar con la falta de Jared, de Embry e incluso hasta la de Paul, pero el hecho que Seth y Jake la habían abandonado completamente le rompía el corazón en mil pedazos.

Sus pensamientos rondaban constantemente al rededor del lobo menor de edad, se sentía aislada en una bola para hamsters la cual no era penetrada por nadie.

Sentía que volaba pero en realidad estaba muriendo.

El vínculo se deshacía cada vez más y junto a ello la salud física y mental de Morrigan colgaba constantemente de un hilo.

—¿Y que es lo primero que se te viene a la cabeza?

Morrigan sonrió inconscientemente.
La imagen era hermosa, las suaves resolanas se colaban por la ventana y se posaban en la piel de Morrigan, quien aun sonreía recordando en lo primero que pensaba y seguía pensando en los últimos meses.

—Ninguna persona me había visto como Seth me veía— expresó Morrigan frunciendo su ceño y clavando su mirada en alguna parte de la habitación. —Yo solo siento que Seth fue el primer hombre que solo no solo me vio, como que en realidad el de verdad me vio a mi— soltó un pequeño bufido causando una sonrisa a la psicóloga Marina frente a ella. —Pero cuando me refiero a mi es el yo que está bajo millones de capas del no ser yo.

Morrigan jugó nerviosa con más mangas de su sudadera, escondiendo sus manos y muñecas de la vista de todos sin importar el clima y la hora, y por más que trataba de omitirlo hasta la misma psicóloga se daba cuenta de las cicatrices de hace algunos meses que se posaban allí.