Regla 1: Mentir no lleva a ninguna parte.

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—Asco de vida —murmuro para mí.

Había conseguido escaparme temprano del trabajo. Por supuesto a base de ignorar a mi jefe y dejar tirado todo lo que tenía pendiente. Mi jefe no es malo, pero tampoco tiene muchos aires de buen jefe con sus empleados, más bien es de lo mejorcito que se puede encontrar.

Llegué del trabajo muerto de cansancio, lo único que quería y tenía en mente era acostarme en mi sofá y ver el partido de fútbol entre Colombia y España, iba a estar reñido. Pero todas esas opciones cambiaron cuando mi vecina de al lado se subió en el ascensor junto a mí. Ellie era la imagen personificada en la tierra de afrodita, con sus anchas caderas y sus kilitos de más se veía hermosa. Muchos pensarán que es una gorda, y sí, es gordita, pero justo eso la hace encantadora. Y ni hablar de sus ojos color avellana, me vuelven loco, y más si sonríe y lo ilumina todo con su sonrisa pillina.

Vale, sí, estoy enamorado de ella como un idiota, desde hace dos años que me mudé a este bloque de apartamentos. Fue verla, conversar con ella un rato y se brindó a ayudarme con la mudanza, sin apenas conocerme. Podría a ver sido un asesino o un violador, pero eso a ella no le importó, se arriesgó por ayudarme. Es perfecta.

La observo en el ascensor de cerca, al parecer no tiene intención de hablarme, en ocasiones se comporta de esa manera. La veo ponerse un poco de pintalabios rojo y me pregunto cómo sería besarla en esos labios rojos intensos.

—Ellie, no me ignores —le dije con voz infantil, como si estuviera triste por la idea de que ella me ignorara, y lo estaba, joder.

—No te estoy ignorando, Ian. Simplemente no tengo nada que decirte —espetó ella sin girarse a verme la cara.

—Si lo haces, y me doy cuenta. No sé qué problema tienes conmigo que no puedes mirarme a la cara cuando estamos solos —me acerco a ella y me planto a su lado.
Ellie se tensa apenas nota mi presencia cerca de ella.

Yo intentara ligar con ella, pero cada vez que veo como me ignora me da la impresión de que me odia, por eso me limito con ella. Iba a decirle otras cosas, pero el sonido estridente de la voz de Camilo con su tema Mareado me hace pegar un “mierda” al aire.

“Una noche asiiii, nadie me ha dado, me huele a tiiii por todos lados. Por eso ando asiiii todo mareado, parece que ando borracho, y eso que no ando tomando”.

Es mi teléfono sonando. Veo como Ellie sonríe al escuchar la canción. Es mi hermana, joder, llevo tres días ignorándola evitando escuchar lo que me tiene que decir porque ya lo sé.

— ¡Dios mío! Me respondiste la llamada —gritó mi hermana Hanna al otro lado de la línea telefónica.

—Hanna, ¿qué quieres? Llevas toda la semana llamándome. ¿No me digas que ya estás de parto?

Ellie volvió a sonreír. ¿Qué le pasaba a este maldito ascensor que no acababa de llegar a nuestro piso?

—No, Ian, pero te llamo porque este fin de semana voy a celebrar el Baby Shower y me encantaría que mi hermanito preferido estuviera aquí —ella sabía cómo convencerme.

—Ahí estaré, no te preocupes.

—Espero que traigas a tu chica, estamos deseando conocerla. Ya los he colocado en la mesa principal. Cuéntame, ¿cómo te va con la chica misteriosa? —mi hermana no se cansaba de dar lata.

—Pues me va… me va bien —miento, principalmente porque no existe tal chica.

No es que fuera misteriosa, es que de plano era imaginaria. Antes de que me juzguen a la ligera, tenía buenas razones para mentirle a mi hermana, no saben lo duro que es que toda tu familia te diga solterón, y que te estén presentando a cualquiera, o que intenten buscarte pareja cada dos por tres, ya estaba cansado de eso. Por eso le dije que estaba saliendo con una chica que conocí en un restaurante.

Gran error. Tremendísimo error.

—No me digas que ya escapó de ti…

—No, no, por supuesto que no —me apresuré a responder.

—Bueno, estamos ansiosos por conocerla.

—No sé si podrá venir…

—Ian, procura que venga, de lo contrario olvídate de tu hermana —me amenazó.
Parpadeé incrédulo con sus palabras.

—Pero Hanna, no crees que es muy pronto para el Baby Shower —traté de persuadirla.

—Ian, tengo siete meses, no puedo esperar más.

Colgué la llamada con mi hermana justo cuando el ascensor se detuvo en mi piso. Ellie ya iba saliendo, por suerte me dio tiempo a agarrarla por el brazo.

— ¿Qué quieres Ian? —me preguntó ella de forma grosera.

Al ver su reacción desistí de decirle lo preciosa que se veía hoy.

—No, nada.

¿Qué iba a hacer? ¿Cómo iba a conseguir conocer a una chica en menos de una semana? Y lo más importante, ¿cómo iba a convencerla de ir conmigo a esa fiesta? Me sentía angustiado y nervioso. Y pensé que la situación iba a mejorar cuando llegara a mi casa, pero no fue así. 

Estaba oficialmente en un callejón sin salida.

13 Reglas para enamorar a tu Crush (Un Crush y varias reglas 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora