Regla 11: No pierdas los papeles.

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Las luces del día comienzan a colarse por la ventana de la habitación cuando por fin abrí mis ojos, siendo bastante consciente de la presencia de Ellie a mi lado. Parecía un león agarrado a su presa para que esta no se escapara, sus suaves manos estaban aferradas a mi cuerpo y eso me gustaba mucho, muchísimo. Ella todavía dormía, pero cuando me aparté bruscamente Ellie se despertó. Mierda, pensé para mis adentros.

—Es muy tarde —dije sin mirarlo.

—Hoy es la excursión con tu familia, ¿a qué hora es?

Miré la hora en mi teléfono en la mesita de noche.

—Es dentro de media hora, tenemos que darnos prisa.

Ellie se levantó y cogió su ropa y se metió en el baño para cambiarse. Me reí, me daba mucha gracia su actitud después de lo que habíamos hecho la noche anterior. Mis hermanas habían preparado una excursión con toda la familia para que pasáramos más tiempo juntos, iríamos a la pequeña isla donde se ubica el faro, comeríamos por allí y la pasaríamos en grande. Ese día iba a estar movidito, ya que en la noche mi hermana Julianna celebraba la apertura de su nuevo local. Y mañana domingo llegarían los primos de Alabama para celebrar la llegada del nuevo bebé.

— ¿Te falta mucho? Necesito mear. —Le pregunté a través de la puerta del baño.

— ¡Ya termino! Dame unos segundos.

—Date prisa.

Cuando abrió la puerta, cinco minutos después, yo estaba sentado en el sofá bostezando. Me puse en pie, la vi tragar saliva al verme con el torso desnudo. Pasé por su lado sin mirarla mucho, como si lo de la noche anterior no hubiese ocurrido, eso era lo que ella quería ¿no?

Cuando terminamos de arreglarnos bajamos al comedor. Apenas tuvimos tiempo de coger algunas donas para el camino antes de encontrarnos con mi familia. Hanna estaba tan entusiasmada que no paraba de reír, se veía radiante.

— ¡Ya tengo ganas de ver ese faro! —gritó Hanna con demasiado entusiasmo.

— ¿Qué tiene de especial? —preguntó Ellie curiosa.

—Mucho, nuestros padres se enamoraron allí. ¿Recuerdas, Ian? Mamá siempre nos contaba esa historia cuando éramos niños.

Yo asentí, era verdad, cada noche mamá nos contaba la historia de cómo una chica común y un chico especial se enamoraron en la cumbre del faro de Mount Desert Island. Hasta que un día Roma le preguntó los nombres de esas personas, mi madre nos confesó que se trataba de ella y papá. Nuestra sorpresa fue enorme, y desde ese día mamá nos contaba la historia a la hora de dormir, era nuestra preferida.

—Qué bonito —Ellie suspiró y mordió su dona.

Yo la miré de reojo, no podía evitar hacerlo. Ellie se alejó cuando salió en busca de mi madre para que le contara la historia de su amor y el faro. Mi hermana Hanna aprovechó para acercarse a mí.

—Quítale los ojos de encima que la vas a desgastar —se burló Hanna.

—Por cierto, hermanito, ¿qué te pasa hoy? Te noto diferente —preguntó Roma inclinándose hacia mí.

—Es que tuvo una noche ajetreada —Julianna se echó a reír.

Me puse colorado. El problema era que la mentira se estaba enredando de manera rápida. Tenía ganas de contarles a mis hermanas que había sido la mejor noche de mi vida, hacer el amor con Ellie por primera vez había sido algo subliminal, algo caótico. Me reí por el comentario de Julianna, era obvio que nos había escuchado.

— ¿Están todos listos? —preguntó Hanna gritando.

— ¡Estamos listos! —respondieron varios al unísono.

13 Reglas para enamorar a tu Crush (Un Crush y varias reglas 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora