Regla 5: Besar no es un error.

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Al cerrar la puerta de mi apartamento, lo hice de un sonoro golpe, y acto seguido le lancé a Ellie una mirada matadora cargada de enojo. Me forcé a mí mismo a respirar pausadamente hasta que logré calmarme un poco. No quería gritarle ni ser grosero con Ellie.

— ¿Por qué has hecho eso? —le pregunté con cierto enojo.

Ellie agachó su cabeza y al momento entendí su gesto. Pensaba que no iba a responder, pero si lo hizo.

—Por… por nada. Solo fue una simple mentirita —estoy seguro de qué mintió, principalmente porque sus mejillas se pusieron coloradas y había comenzado a morderse el labio inferior.

Me puse frente a ella, al otro lado de la mesita de centro que Ellie tenía a sus pies y la observo cruzarse de brazos, ladeando un poco la cabeza. Me vecina es hermosa, pero tengo que reconocer que en ocasiones se viste peor que mal. Tan mal, que ni siquiera yo siendo hombre usaría ese tipo de atuendo: pantalón deportivo ancho, camiseta que ocultaba su feminidad, zapatillas deportivas… en alguna que otra ocasión un vestido… Y luego estaba ese pelo. ¿Acaso Ellie no sabe que existen peluquerías?

— ¿Por qué me miras así? —preguntó ella al notar mi interés.

—A ti. No me gusta las personas que mienten descaradamente —le dije acercándome más a ella.

—Entonces ni tú mismo te soportas, porque te recuerdo que le mentiste a tu hermana —me recordó ella.

—Ya… pero odio que la mentira venga de ti.

Ellie me miró con una ceja arqueada, pero sonrió, dirigiéndose hacia su apartamento, pero yo le impedí que se marchara.

—Ellie, dime la verdad. ¿Por qué le mentiste a Adele? —interrogué mientras aún la agarraba de su muñeca.

—Porque tú y yo teníamos un trato, y lo rompiste. Y no lo soporto —dijo ella con voz atropellada.

— ¿Qué no soportas, Ellie? —la atraje hasta mí, pero no la pegué a mi cuerpo.

La dureza que antes tenía en su expresión apenas se suaviza, aunque sus músculos parecen perder parte de la tensión que había acumulado. Avanzo un paso, invadiendo su espacio personal, y sus comisuras se curvan con cierta malicia. Baja la barbilla hasta que sus ojos oscuros tropiezan con los míos.

—A tu ex. —Abro la boca para protestar, pero se me adelanta —. No entiendo por qué la escogiste a ella para asistir al Baby Shower.

La miro confundido.

—Porque tú te negaste a ser mi novia de pega, eso sin contar lo que hiciste aquella noche —admito.

Ella ladea la cabeza, ese movimiento, tan cerca de mi boca, consigue que su aroma a flores de lavanda llegue hasta mi nariz. El recuerdo de sus manos alrededor de mi cuello me asalta con tanta intensidad que es como si sus dedos estuvieran de nuevo deslizándose por mis hombros.

— ¿Lo que hice esa noche? No entiendo.

—Sí, me besaste, Ellie, en la boca —sentencié.

Ellie es sonroja, avergonzada.

— ¿Yo hice eso? Por dios, ¡qué vergüenza! Lo siento mucho, Ian —se disculpa ella llevándose su mano derecha a la boca.

—No lo sientas, soy yo el que tiene que pedirte perdón —ahora no hay contacto alguno entre nuestros cuerpos y, sin embargo, percibo el calor del suyo con claridad.

— ¿Perdón, por qué? —ella arquea su ceja derecha.

—Por esto.

Mis dedos se entrelazan con los suyos y Ellie se pone de puntillas. Finalmente, la beso. Mis labios tantean los de ella con suavidad y cautela, probándola, de una forma en nada comparable a aquella primera vez en la puerta de su apartamento. No titubea, no hay dudas cuando su boca se entreabre para darle paso a mi lengua, y el pequeño gemido que escapa de su garganta me hace olvidar por completo la discusión que estábamos teniendo.

Paso un brazo en torno a su cintura y la estrecho con más fuerza mientras ladeo la cabeza para profundizar en el beso, perdido en su sabor y en la presión que ejerce su cuerpo contra el mío, perdido en ella, y, de repente, Ellie es aparta, dejándome con ganas de mucho más. No soy el único que parece confundido.

—Esto no puede ser, es un error —repite Ellie, esforzándose por mostrarse firme.

—No pasa nada —le digo, tras aclararme la garganta —. Ya estamos a mano. Tú me besaste y yo te besé, fin del asunto.

Trato de restarle importancia al asunto, pero la verdad me siento desanimado. Su mirada se enreda con la mía y escarba en mi interior, tratando de descifrar qué siento y pienso realmente. Y se lo tengo que decir, no me puedo quedar con esto por dentro. La veo caminar cabizbaja hasta la puerta de mi apartamento, dispuesta a irse. Pero tengo que decirle algo antes de que es marche.

—Ellie, besar no es un error. Es algo gratificante y una muestra de cariño —le digo en un susurro. Ella gira su cabeza y sus labios no se curvan, pero percibo una sonrisa leve en ellos.

Después de que mi vecina se marchara, mis planes ahora mismo pasan por marcharme a un bar y beber hasta que no recuerde nada. También cabía la posibilidad de que saliera a correr como si el mundo estuviera en pleno apocalipsis y me persiguieran una banda de zombis hambrientos de sesos. Quemar todo lo que siento mientras mis zapatillas deportivas golpean la gravilla del parque, subir el volumen de la música de Camilo hasta que mi mente olvide todo lo que siento por Ellie.

Antes de marcharme a correr por el parque, coloqué mi móvil en mi brazo con el brazalete. Salí de mi apartamento y me encontré con Ellie en el rellano de la escalera. Nos miramos y por un momento pensé que no iba a dirigirme la palabra, pero no fue así.

—Ian, ¿ya encontraste novia de pega? —me preguntó ella con mucho interés.

—No, Adele no es una opción.

Ella me miró y sonrió.

—Mi propuesta de ser esa chica sigue en pie.

Lo pensé, por un momento me pasó por la mente pedírselo de nuevo, pero después del beso me pareció algo raro.

—Está bien, a fin de cuentas no tengo a más nadie.

Ellie se giró hacia mí y extendió su mano para estrechármela. Yo le correspondí.

—Con una condición, nada de besos —sentenció.

Yo sonreí.

—Ok, nada de besos. Aunque se verá raro que una pareja no se bese en público.

Ella solo se ríe y yo agradezco que el trayecto hacia la salida del edificio lo realicemos en absoluto silencio. Me avergüenza estar cerca de ella, por lo del beso. Pero en algún momento estoy seguro que lo repetiremos, denlo por hecho.

13 Reglas para enamorar a tu Crush (Un Crush y varias reglas 1)Where stories live. Discover now