Regla 3: Los celos no son buenos consejeros.

4.8K 768 51
                                    

El club está atestado de gente y en la barra los clientes sedientos se dan codazos para conseguir la atención de alguno de los camareros. Me impulso con los pies y hago girar el taburete donde está sentada Ellie, frente a mí. Ni siquiera sé por qué me he dejado convencer para venir a este lugar. Yo solo quería una cena romántica con ella y por dejarla elegir el lugar terminamos en este antro de mala muerte.

Giro la cabeza, pero esta vez observo la pista de baile. Los focos del techo parpadean en una sucesión de flashes de distintos colores que hace que me dé vueltas la cabeza y, bajo ellos, varias parejas aprovechan para meterse mano, bailando al ritmo de Favorito de mi ídolo Camilo. Miro a Ellie y vuelvo a mirar la pista de baile, después de todo puedo usar su elección a mi favor.

—Ellie, ¿me harías el honor de bailar conmigo? —le pregunto y le extiendo mi mano para ayudarla a bajarse del taburete.

—Esa canción no —responde, pero la veo dudar por un momento.

— ¿Qué tienes en contra de Camilo? ¿No te gusta? —indago un poco.

—Nada, es solo que… es una canción romántica.

— ¿Y? —frunzo el ceño sin comprenderla.

—Está bien, bailemos —aceptó por fin, sé lo que iba a decir, pero me alegro de que no lo haya hecho.

Agarro su mano y caminamos hacia la pista de baile, menos mal que la canción todavía no ha dejado de sonar. Ellie lleva su melena negra recogida en una coleta que oscila al compás de sus caderas, no puedo apartar los ojos de su escote. Esta mujer quiere acabar conmigo. La agarro más fuerte de sus caderas para pegarla más a mi cuerpo, ella sonríe con mi gesto y posa sus manos en mi cuello.

—Tu cuerpo es mi lugar favorito y tu boca mi comida favorita. Porque tú eres lo que yo necesito; porque yo soy lo que tú necesitas —le susurro en su oído un fragmento de la canción.

Ella se estremece, pero no dice nada. Continuamos bailando hasta que cambió la música, ahora sonaba Hawái.

—Recuérdame por qué estamos aquí —me dijo de pronto y me miraba a los ojos con cierto brillo en los de ella.

—Porque te brindaste a ser mi novia de pega y tenemos que intentar congeniar para que esta mentira sea creíble —le respondí.

No dudo que está nerviosa porque la noto temblar entre mis brazos. Ellie dejó de bailar de repente, y yo la miré incrédulo. Notaba su mirada fija en otra parte, en algún lado de la pista de baile. Giro mi cabeza para observar hacia donde mira, pero no veo nada fuera de lugar. De repente, un chico rubio de enormes ojos azules se acerca a nosotros.

— ¿Ellie? ¿Ellie Kline? —pregunta el chico desconocido mientras mira de cerca a mi vecina.

Ella lo mira seria, hasta que lanza una enorme sonrisa hacia el desconocido. Una punzada de celos me hace pegar un saltito. A mí nunca me ha dedicado ese tipo de sonrisas.

— ¡Noah! —gritó ella emocionada —. Noah Powell ¡Cuánto tiempo!

Ellie y el tal Noah se abrazan con ímpetu, y la maldita punzada vuelve a hacer mella en mi cuerpo. Lo odio y aun no lo conozco, y la verdad tampoco me interesa conocerlo, solo quiero que se largue por donde mismo vino. Yo me remuevo incomodo en mi lugar, y carraspeo para avisarles que aún sigo aquí presente. Ellie lo nota y se pone nerviosa. Me mira y vuelve a ponerse seria.

—Eh, Noah él es Ian, mi… mi vecino —sus palabras se clavan en mi corazón, el hecho de que me haya presentado como su vecino hace que pierda todavía más las esperanzas de que se enamore de mí. Soy un idiota.

—Mucho gusto, Ian —el chico de ojos claros extiende su mano para saludarme, pero yo no le correspondo.

—Ian, él es Noah, mi ex novio —recalca Ellie.

Ambos nos miramos, el muy estúpido se atreve a sonreírme, ahora mismo me están entrando unas ganas de partirle la cara que no vean, pero me contengo, por Ellie.

—Entonces, cuéntame. ¿Cómo te va? —le pregunta ella al chico idiota.

La verdad es que su cara me parece conocida, creo haberlo visto en alguna revista o algo así.

—Soy piloto de carreras de Fórmula 1. Me va bien —anuncia él.

El chico y Ellie caminan hacia la barra y se sientan en ella, olvidándose por completo de mi presencia. El tío tiene un vaso de tubo en la mano, del que bebe de forma distraída mientras observa a Ellie detenidamente. Tiene esa estúpida sonrisa otra vez en su cara de imbécil. Los contemplo desde lejos, y me quedo quieto, hasta que el muy idiota le coloca un mechón de pelo por detrás de la oreja a Ellie. Mi rostro es la viva imagen de la desilusión, reconozco que llevo una expresión de cachorrillo abandonado, pero me mantengo firme en mi lugar. Resoplo con indignación cuando el imbécil le acaricia la cara a Ellie. Ahí ya no pudo aguantar más y me acerqué hasta ellos con la disposición de pegarle un puñetazo al tipejo ese.

Ellie me ve llegar enojado, pero no se imagina lo que viene a continuación. Con paso firme me acerco al tipo y le pego una trompada en toda su cara, al instante Ellie comienza a gritar y al tipo le sangra el labio inferior.

— ¡Idiota! —le grito.

—¡¡Ian, déjalo!! —ordena ella.

Yo no la escucho y sigo pegándole hasta que los seguratas del bar me sacan de allí. No me importa, lo único importante aquí es que le deje bien claro a ese imbécil que con Ellie nadie juega a seducirla. Antes de que me saquen, Ellie es acerca hasta mí para decirme algo.

— ¡Eres un idiota, Ian Campbell! Jamás esperaba esto de ti —y noto la decepción en su voz y en su rostro. Y eso me termina de destrozar.

Estaba realmente cansado, cansado de intentar hacer las cosas bien con Ellie y que todo termine saliéndome mal. Tengo que aceptar de una maldita vez que ella jamás se fijaría en alguien como yo. La realidad duele, pero cuando más rápido la acepte mejor será para mi corazón. Había tenido un día agotador, después de que me echaran del club me vine para mi casa y dejé a Ellie allí con su ex novio, seguro ya la convenció de volver con él.

Eran la una de madrugada cuando escuché risas en el rellano de la escalera. Me levante del sofá, apenas había dormido esperando ver aparecer a Ellie para disculparme, salí al balcón y vi que mi vecina entraba en su apartamento con aquel tipo. Me quedé un rato más observando, hasta que a los cinco minutos vi salir al tipo solo. Suspiré aliviado, al menos no pasará la noche en la cama con él. Con mucha decisión, me presenté en la puerta de Ellie y toqué el timbre. Ella salió con el cabello desgreñado, como siempre.

—Ellie, lo siento —le dije automáticamente.

— ¿Qué quieres, idiota con cuerpo de infarto? —era obvio que estaba borracha, de lo contrario jamás me hubiera dicho aquello. Se veía hermosa borracha.

— ¿Estás ebria?

—Noooo, para nada, Ian sexy —se tambaleaba en sus propios pies y se reía de manera atropellada.

—Si lo estás, nunca me dirías que soy sexy estando sobria —recalqué.

—Bueno, también eres el tipo más misterioso que conozco, y me gustas —ella sonrió y se lanzó hacia mí. Estalló sus labios contra los míos y yo la miré sin poder creerlo. Podría aprovecharme de la situación, pero sé que ella mañana se arrepentiría.

—Ellie —mascullé apartándola de mí —. No quiero que seas mi novia de pega. Nuestro trato ha terminado.

Y me marché a mi apartamento, dejándola allí parada mientras miraba como me marchaba. En un momento determinado me giré para observarla, pero ella ya había cerrado su puerta.

13 Reglas para enamorar a tu Crush (Un Crush y varias reglas 1)Where stories live. Discover now