8. 36 horas

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Ya había transcurrido el primer día y todo ese tiempo lo compartí con Helsinski siendo los primero en cuidar a los rehenes. Era cansado pero también era el trabajo "más fácil" de todo el atraco.

Estaba haciendo una pequeña marcha de un lado a otro en el pequeño pasillo que habíamos formado con los rehenes hasta que escuché el golpe de una botas acercándose a nosotros.

- Londres, Helsinski - levantamos la vista a Denver, nos acercamos los tres y en un tono más bajo habló - ya han pasado más de 24 horas y entiendo que puede ser agotador así que Bogotá y yo los suplantaremos -

- Bien, hora de dormir -

Ambos sonreímos a Helsinski, Denver le dió una palmada en el hombro.

- Lo que queráis hacer tío, sois libres por ahora -

Acompañada del gran oso de felpa caminaba a las escaleras del centro pero Bogotá quien terminaba de bajar me miró, mi plan era hacerme a un lado e ignorar todo como una profesional pero tocó suavemente mi mano haciendo que me detuviera y lo mirara.

- Londres quisiera hablar con vos, mira yo - negué y se detuvo, sujeté su mano firmemente.

- No hace falta, todo eso es parte del pasado e hicimos lo que creímos lo mejor. Déjalo ir -

- Ya, está bien... - le di un último apretón y lo solté.

Estaba arrepentido pude reconocerlo pero de nada servía sentir eso ahora, ya no había nada que hacer y cambiar lo que fué jamás es una opción. Seguí caminando con Helsinski hasta la segunda planta y una vez ahí giré a la izquierda donde recordaba era la biblioteca, no estaba muy segura de porque había una pero era mejor sacarle provecho. Por un segundo los pasos de Helsinski se disiparon pero en unos segundos volvieron y sonreí.

- ¿A dónde nos llevas? -

Giré en una puerta doble y al entrar era justo lo que buscaba.

- Aquí, a la biblioteca -

- Pero aquí no haber sillas ni nada así, la oficina es un lugar más cómodo -

- Si tal vez pero - subimos unas escaleras de madera al balcón lateral que tenía dicha biblioteca y una vez arriba pensé en que decirle, no le podía decir la absurda verdad eso me haría ver más desesperada de lo que en realidad estaba. Me giré a verlo - pero en la oficina está el teléfono rojo y el Profesor no dejará de chingar -

- Ah, querer descansar lo mejor posible, entiendo -

- Exacto, pero si quiere ir a la oficina adelante solo pasá por mi cuando te despiertes que tengo el sueño pesado - me senté en el suelo y me quité el arma dejándola a mi costado, Helsinski se sentó también.

- No, yo quedarme contigo -

Una vez sentados uno al lado del otro no hubo más palabras, estábamos en el silencio reinante de la biblioteca y no había nada mejor que un poco de paz en medio de la tormenta. Pero el silencio también es un arma de doble filo y como si hubieran estado esperando todo este tiempo la sensación de soledad, molestia, melancolía, preocupación y ansiedad me atacaron con fuerza , no sabía cómo sentirme, no podía tragar, el nudo en mi garganta me impedía hablar y terminé por bajar la cabeza y cubrir mi rostro con ambas manos. Helsinski se dió cuenta pues rápidamente sentí sus gigantescas manos sobre mis hombros.

- ¿Estar bien? Londres -

Alejé mis manos, levanté la cabeza y asenti enseguida.

- Si, estoy bien es solo que... Que recordé algo que no debía recordar es como si todo, cada cosa me obligará a hacerlo, es, es una mierda - por fin me atrevía a mirarlo, esos enormes ojos estaban preocupados - Perdón Helsinski, perdóname no quería asustarte -

Un nuevo castigo [Berlín]Where stories live. Discover now