Dos

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[Aitana]

La despedida de soltera de Briana había marcado un antes y un después en muchos sentidos de mi vida, sobre todo esa última noche en Las Vegas. No podía sacar de mi cabeza a Einar, ese hombre tan sexy que me había dado la mejor noche de mi vida, en realidad poco recordaba de esa noche, pero estoy muy segura que fue mi mejor noche por todo lo que me dolía el cuerpo al otro día, si me concentraba aún podía acordarme de sus manos en mi cuerpo y todas las sensaciones que me provocaban cada una de sus caricias.

Varias noches había soñado con ese hombre, soñaba con nuestro reencuentro, con esa noche. Me arrepiento muchísimo de haberme escapado como una rata de esa habitación, pero el pánico me había invadido, y más al ver la hora en mi celular y entender que no faltaban muchas horas para que nuestro avión despegara. Ese arrepentimiento creció aún más cuando dos meses después me enteré que estaba embarazada, un bebé crecía bajo mi piel, fruto de una noche apasionada, y cuántas ganas tenía de volver a estar entre sus brazos, más sabiendo que una partecita suya crecía en mí.

-Por favor – bufé sonoramente mientras ponía mis ojos en blanco, Alison insistía en que esa misma noche la acompañe a una cita, el chico que intentaba conquistar llevaría un amigo para mí, pero yo me negaba rotundamente, después de Einar no había podido estar con ningún chico. Primero fue por el embarazo, luego fue porque ya no tenía tiempo entre mi hijo, mi trabajo y mis estudios, aunque creo que la verdadera razón era porque sabía que ningún chico me haría sentir lo que ese hombre me hizo sentir.

-Basta Alison – dije seria, ya comenzaba a enojarme su insistencia.

-¡Hace cuatro años que no estás con un chico! Ya eres virgen de nuevo – se quejó y yo reí.

-Déjame a mí y a mi virginidad tranquila, así estoy bien – le saqué la lengua y comencé a leer los papeles que tenía en mi mano.

-¡Estás desaprovechando ese hermoso cuerpo que Dios te dio!

-Mis padres me dieron este bello cuerpo – dije guiñándole un ojo, solo para frustrarla más.

-Por favor, acompáñame, estoy segura que tus padres van a cuidar de...

-Basta – volví a pedir mientras la interrumpía – Ya te dije que no, pierdes tu tiempo insistiendo.

-Ya sé – bufó e hizo un mohín con su cara, parecía una niña. Yo reí y fruncí mi ceño al mirar los papeles que estaban delante de mí, no me gustaban los número que allí habían. Hacía un año había obtenido mi título de Administración de Empresa, y llevaba las cuentas del restaurante de mi mejor amiga y su esposo, de la empresa de mi padre y alguna más. Generalmente trabajaba en mi casa para poder estar con mi pequeño, pero había veces que necesitaba ir a las empresas. Como ahora que estaba en la constructora del papá de Alison – Me voy, estás en plan aburrida.

Se fue luego de sacarme la lengua y yo reí, para mientras seguía leyendo aquellos papeles, necesitaba presentarle un balance a mi jefe en unas horas, así que estaba ultimando detalles.

Después de una larga reunión de más de tres horas con Richard, Alison y parte de su personal, me retiré del lugar. Una vez que me encontraba en mi auto tomé mi celular entre mis manos para poder llamar a mi mejor amiga.

-Hola mamá – me saludó Briana, desde que se había enterado que yo iba a ser mamá, así me llamaba.

-Hola madrina – es que ella era la madrina de mi bebé - ¿Cómo está mi solcito?

-Está regio, me está ayudando a decorar los postres, ahora te mando una foto – me dijo risueña. Yo bufé, seguramente había pasado toda la tarde comiendo cosas dulces.

-Espero que no le hayas dado muchas cosas dulces – dije en tono de regaño, aunque sabía que era en vano y que mi bebé tendría energías de sobra durante la noche.

-Te van a salir arrugas de tanto que rezongas – se burló - ¿Recién sales?

-Sí, se alargó bastante la reunión, ahora voy para ahí.

-Ve a tu casa, dúchate y vienes, pueden cenar acá así no cocinas – me dijo ella en tono dulce, sabía que a mí no me gustaba mucho cocinar.

-¿Alguna vez te dije que eres la mejor amiga que puede existir? – le pregunté y ella rió, para después despedirse de mí.

Yo encendí mi auto y manejé hasta mi casa, donde me permití darme una relajante y larga ducha, me lo merecía después de una larga jornada de trabajo, y también disfrutaría ese tiempo que tenía sola, amaba a mi bebé, pero había veces que necesitaba un poco de tiempo para mí. Cuando salí me puse unos jeans oscuros, una remera suelta que me quedaba un poco escotada gracias a mi época de amamantamiento donde me habían crecido los pechos, me puse un saco de lana, unas botitas negras y después de peinarme salí, ya estaba ansiosa por ver a mi bombón.

Llegué al restaurante con una sonrisa, Susan, la chica que siempre estaba en la entrada me saludó amable y yo me adentré, buscando la cabecita de la luz de mi vida, iba tan distraída que no me di cuenta cuando choqué con un fuerte cuerpo.

-Disculpa – dije un poco desconcertada, mientras sentía el cosquilleo que me dejaba su mano en mi cintura.

-Aitana – dijo esa ronca voz y yo subí mis ojos rápidamente, ¿Estaba soñando?

-Einar – susurré sin despegar mis ojos de los suyos, inconscientemente llevé una mano a mi brazo y me pellizqué, definitivamente no estaba soñando - ¿Qué haces acá? – pregunté aún sin poder creer que él estaba frente a mí.

-Negocios – me dijo sin más, y allí nos quedamos los dos en silencio, mirándonos a los ojos, él aún seguía con su mano en mi cintura y yo moría por tirarme a sus brazos. Y como aquella vez, hace tres años en Las Vegas, mi cuerpo reaccionó por sí solo a su cercanía y yo di un paso hacia él y rodeé su cintura con mis brazos, apegando mi cara en su pecho. Él rodeó con sus brazos mi espalda y me apretó más a él, nunca había sentido tanta paz como en ese mismo momento – No sabes todo lo que te busqué – me susurró y mi piel se erizó, él acercó su nariz a mi cuello e inhaló.

-Estaba segura que nos íbamos a volver a ver – le susurré yo mientras me apretaba más a su cuerpo, nunca entendería cómo se me nublaba el juicio cuando estaba con él.

-Necesitamos hablar – me dijo separando mi cara de su pecho para que podamos conectar nuestros ojos, pero aun así no me separó de su cuerpo. Yo me perdí en esos dos pozos turquesas, sé que me quedé mirándolo más de lo debido, cuándo me di cuenta de aquello me propuse a contestarle, pero una dulce voz nos interrumpió.

-¡Mami! – ¡Paren el mundo, me quiero bajar!

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Holaaaaa volví con nuevo capítulo como les prometí, después de cuatro años se reencuentran Einar y Aitana, y encima con una sorpresita.

Espero les guste el capítulo, les dejé una foto de cómo me imagino a Aitana, Crystal Reed fue quien más se acercó.

Besooooooos

Una Humana para el AlfaWhere stories live. Discover now