Veintitrés

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[Einar]

Miro a mi Luna mientras se pone una apretada calza que realza su precioso culo y ya tengo ganas nuevamente de estar dentro de ella, pero sé que se negaría, nuestro cachorro está con mis dos amigos y no me fío demasiado de ellos, sobre todo de Anoki.

-Debemos contarle a Ki sobre los lobos – me dijo suspirando mientras se colocaba una remera.

-Lo sé, ahora lo haremos, ¿quieres? – le pregunté acercándome a ella para rodear su cintura con mis brazos, y oler su cuello, su aroma me vuelve loco, ella solo asintió con su cabeza y se giró para también abrazarme.

-Vamos Einar – me pidió y suspiré no quería despegarme de ella – Einar.

-Vamos – me separé de ella y tomé su mano para juntos ir hacia el cuarto de nuestro cachorro, donde se encontraban los tres jugando con los superhéroes de Kilian.

-Ustedes sí que tenían que charlar – ironizó Anoki y yo le lancé una mirada de advertencia – Traten de no gritar mucho la próxima – se burló y yo le gruñí, mientras mi Luna se aferraba a mí con sus mejillas coloradas.

-Lo siento – susurró y yo gruñí.

-No lo sientas – Anoki rió con fuerzas mientras Otto bajaba su mirada hacia el piso intentando no reírse para no poner más incómoda a mi Luna.

-Bueno, nosotros nos vamos yendo – dijo Otto parándose, mientras golpeaba a Anoki para que se levante.

-Pero estamos en medio de una batalla – se quejó Anoki.

-¿En serio tiene 116 años? – preguntó Aitana frunciendo su ceño, Otto y yo lanzamos una fuerte carcajada, mientras que Anoki llevó una mano a su pecho ofendido.

-Me hieres Luna, me hieres – le dijo mientras se paraba de su lugar, ella solo le sonrió.

-Vienen a cenar ¿verdad? – le preguntó y Anoki asintió con una sonrisa.

-No Luna – dijo Otto negando con su cabeza – Pero mañana venimos a desayunar.

-¿Por qué? – preguntó Anoki frunciendo su ceño.

-Porque merecen pasar al menos una noche los tres solos – le dijo Otto obvio, y cuando Anoki le fue a responder yo gruñí en advertencia, Anoki solo suspiró y se resignó.

-¿Siempre comen solamente ustedes cuatro? – preguntó Aiti frunciendo el ceño.

-No, generalmente los más jóvenes almuerzan con nosotros luego de su entrenamiento, y cenan y desayunan los guardias cuando terminan sus rondas – le contesté.

-¿Dejaron de venir por nosotros?

-Les pedí que no vengan por unos días para que ustedes se adapten – le expliqué.

-¿Cómo nos vamos a adaptar si modificas tu vida y la de la manada? – me preguntó alzando una ceja con sus brazos cruzados, podía oler su enojo y no fui el único, porque Kilian enseguida se paró y camino hasta su madre, pidiéndole que lo levante.

-Pensé que era mejor no abrumarte tanto – me defendí y ella negó con la cabeza y miró a Anoki y Otto.

-Mañana quiero a todos los guardias desayunando con nosotros – ellos asintieron obedientes a la orden de su Luna – Ahora vayan que tenemos que charlar con Kilian – caminamos los cuatro hacia el living de la casa, y una vez allí mis amigos se despidieron de nosotros.

Una Humana para el AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora