Treinta y dos

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[Einar]

Abrí mis ojos asustado, estaba soñando que mi Luna no se encontraba a mi lado, apreté sobre mi cuerpo a mi cachorro y mi hermosa Luna, ahí estaba ella, sobre mi pecho durmiendo, eso me hizo suspirar de alivio. Al fin había regresado, después de diez tortuosos días, me hacía muy feliz el saber que estaba en perfecto estado, no la habían torturado, no la habían golpeado, solo estaba más delgada, pero ella estaba bien y eso era lo único importante. Eso y que posiblemente esté llevando otro cachorro mío en su vientre, estaba ansioso por ir con el doctor de la manada para que nos confirme si lo que esa bruja le dijo era verdad o no, pero no quería despertarla, se veía muy cansada cuando llegó y ahora mismo su carita reflejaba completa paz, así que debía esperar a que se despierte.

Dejé una suave caricia en el plano vientre de mi mujer y suspiré, no estuve para cumplir cada uno de los caprichos de Aitana ni para cuidarla como se debe cuando estuvo embrazada de Kilian, pero ahora no iba a separarme de ella, iba a ser su sombra, seguro se iba a hartar de mí, pero iba a seguir detrás suyo, cumpliendo cada uno de sus caprichos.

Miré a mi cachorro, no se iba a tomar bien la noticia de un hermanito, odiaba compartir a su madre incluso conmigo, tener que compartirla con un bebé iba a ser peor, pero estaba seguro que tanto Aitana como yo encontraríamos la forma de seguir compartiendo momentos con Kilian e intentar que él se tome lo mejor posible la noticia del hermanito. Kilian comenzó a moverse sobre mí, su carita se frunció y un gruñido de advertencia salió de él, estaba teniendo una pesadilla.

-Killian, cachorro – susurré mientras lo sacudía suavemente – Hijo – volví a decir mientras lo sacudía un poco más. Él abrió sus ojos asustado y me miró, para después inhalar fuertemente, giró su cabeza y miró a su madre durmiendo junto a nosotros.

-Mami – susurró, y supuse que había soñado con la desaparición de su madre.

-Mami está acá hijo, con nosotros de nuevo – le susurré mientras lo volvía a acostar sobre mí. Él apoyó su cabeza en mi pecho y una de sus manitos en la mejilla de Aitana.

-Pensé que no estaba más – susurró con un puchero.

-No vamos a dejar que se la lleven de nuevo hijo – le aseguré y él asintió con su cabeza.

-La vamos a cuidar papi – me susurró y yo asentí - ¿la despertamos? Quiero mimos.

-Vamos a dejarla dormir, está cansada, pero si quieres nos podemos levantar nosotros y yo te hago mimos – le ofrecí, aunque sabía que él solo quería los de su madre.

-No, nos quedamos acá hasta que despierte – dijo y vi como dejó una suave caricia en la mejilla de ella. Prendí la tele suavecito y le puse las caricaturas a Kilian, él se sentó sobre mi abdomen para poder mirarlos, mientras una de su mano se encontraba tomando la de su madre.

-Buenos días lobitos – susurró Aitana media hora después, con Kilian giramos nuestra cabeza rápidamente para mirarla.

-¡Mami! – gritó Kilian tirándose sobre ella.

-Con cuidado Kilian – lo regañé gruñéndole suave.

-Déjalo lobito gruñón – me dijo Aitana sacándome la lengua - ¿Nos levantamos? Tengo hambre – nos dijo mientras apretaba a Kilian contra su cuerpo y dejaba un montón de besos sobre la cara de él, yo suspiré, lo malo de que Aitana esté embarazada es que cuando naciera el cachorro, su atención estaría sobre nuestros hijos, dejándome en tercer plano.

-Estoy celoso – dije y ella paró de besar a nuestro hijo para mirarme con los ojos entrecerrados.

-Vamos a darle besitos a papá – le dijo Aitana a Kilian y ambos se tiraron sobre mí para besar toda mi cara, mientras yo reía e intentaba hacerles cosquillas, esto era la perfecta definición de felicidad.

Una Humana para el AlfaWhere stories live. Discover now