Capítulo 4

1.6K 295 223
                                    

Los días tranquilos terminaron, por las calles se podía observar como los ejércitos marchaban y custodiaban las ciudades.

Todos los varones mayores de 15 eran separados de sus casas para servir como soldados, por las esquinas se podía escuchar el llanto de muchas madres y esposas.

Shi Qing Xuan estaba aterrado, de no ser por que su hermano era un soldado retirado con influencias, el también habría sido reclutado, solo podía ver con temor, como poco a poco la ciudad perdía su brillo, y decaía.

Estaba tan ensimismado con la situación, que no había tenido tiempo de visitar a su amigo acuático, había dejado algunas notas debajo de una roca donde se reunían, sabía que la había visto porque regresaba algún objeto extraño a cambio.

De quienes más temía eran los piratas, al parecer se habían unido con los ejércitos del sur, todo para tomar posesión de la capital real del norte, todos los ciudadanos creían que era una vergüenza total para lo sureños el unirse a bandidos de esa calaña solo por asegurar más poder, en su interior ya eran enemigos.

Tanto resultaba el odio que Shi Qing Xuan muchas veces tuvo que detener conflictos entre los mismos ciudadanos solo por el acento diferente, tan solo escuchar un poco de acento del sur desataba la ira de todos, una lastima.

Familias enteras se habían vuelto divididas, teniendo que escoger un lugar de residencia, o teniendo que encontrarse a escondidas por la guerra inevitable.

Las aguas no resultaban menos tranquilas, la marina del norte no contaba con tantos barcos ni marinos, por lo que casi daban por perdido el territorio, todo resultaba muy lamentable.

Una semana había pasado desde que Xie Lian había rescatado a ese joven del agua, San Lang tan pronto como llegó, se marchaba.

No podía negar que estaba un poco decepcionado, algo en la mirada de aquel humano le brindaba una calidez extraña, como si supiera de alguna manera que no le haría daño alguno.

Mientras tanto, Hua Cheng había estado buscando una llamada reliquia sin cesar.

Solo para encontrarse con un resultado inverosímil.

-¿Es esto?-Hua Cheng sostenía una joya bastante pesada, parecida a un broche, era de un color zafiro bastante tentador, si lo mirabas bastante cerca podías notar leves ondulaciones en la misma, como si escondiera agua en su interior.

El pirata a su lado parecía un tanto nervioso:-No mentimos capitán, todo éste tiempo ha estado en nuestro poder, lo robamos junto con otros tesoros de la familia real del norte en la última batalla, pero no pudimos saber su nombre-

Hua Cheng entrecerró su ojo examinando mejor ese broche, todo era, demasiado fácil.

-Según nuestros reportes la joya debe ser esa capitán, cuando la tomamos estaba bastante custodiada, pero pensamos que no haría nada-

Con emoción contenida, guardó la joya con cuidado en una caja de madera:-Buen trabajo Yin Yu, encárgate del resto desde ahora-

No podía esperar más tiempo para encontrarse, tomó la caja de madera con precaución y se dirigió al mar.

Justo en la cueva donde siempre se encontraba con su pecesito, desde los últimos días, se había vuelto su lugar de encuentro, si no estaba ahí al llegar, sabía que tarde o temprano regresaría.

Al llegar, el tritón ya estaba en el lugar, Hua Cheng le había llevado algunas mantas, cobertores y almohadas mullidas para que descansara.

Ahora, a Xie Lian le gustaba secarse un rato en el sol solo para echarse sobre el cómodo lugar. 

Las lagrimas de una sirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora