Capítulo 35

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Narra Nikolai...

No pudo quitarle los ojos de encima. No puedo irme de su lado un segundo. Parece algo psicópata, pero temo irme y que algo malo le pase. 

Cuando el doctor me mostró todo lo dañados que estaban sus órganos reproductores decidimos intentar dejarlos dentro con la esperanza de que quizás en algún momento se regeneren. Pero de un segundo a otro las hemorragias fueron tan fuerte y en tal magnitud que mi pequeña se estaba desangrando. 

Desde antes de que despertara ya se veía como una Sam diferente, supe todo lo que iba a sufrir cuando le dé la noticia, pero no me quise adelantar. 

Verla llorando y sentirse poco suficiente para mi me hizo sentirme una mierda de hombre, se supone que ella no se tiene que sentir así. Pero no me voy a alejar, voy a luchar por los dos si es necesario, voy a estar junto a ella hasta mi último aliento. 

Recibí llamadas de muchos policías para ir a declarar en contra de Laika. Esa maldita perra apenas sufrió un rasguño en su hombro y ya está lo suficientemente sana para pasar el resto de su vida en la cárcel. Quizás ahora no es el momento, y cuando más tarden en darle una condena mucho mejor, será más tiempo vagando en el limbo de la justicia. 

Es lunes y nos dieron el alta para irnos a casa, me recomendaron hacerla ver con un psicólogo o algún profesional así que eso hicimos ni bien llegamos a la casa. Nos dispusimos a estar en los sillones de la sala mirando películas todo el tiempo necesario hasta que ella pueda estar sola un tiempo, nuestro querido Sirio se puso tan contento cuando vio a Sam que se hizo pis. Jugamos videojuegos, leímos, ella comenzó a completar ciertas clases y yo aproveché a hacer algunos trabajos que tengo atrasados. 

- ¿Quieres que hagamos galletas de miel y avena? - me pregunta de repente, sus pies estaban en mis piernas y Sirio sobre la alfombra. 

- Claro - le contesto entusiasmado - pero tu tendrás que estar sentada y sólo podrás batir - la reprendo y ella hace una cara muy tierna. 

- Está bien - se pone de pie muy lento y caminamos como dos viejitos hasta llegar a la cocina. Podría estar toda mi vida con ella y jamás cansarme. 

Ella hace de capitana y me manda a buscar todo lo que dice la receta, yo le facilito todo inmediatamente. El tema de las galletas y eso no es mi tipo de actividades favoritas, pero ver su carita de concentración mientras lee la receta o su cara de felicidad cuando le salen las galletas con una linda forma.

- ¿Qué tengo que no paras de mirarme? - pregunta divertida y me indica que lleve la bandeja a el horno.

- Es que me gustas mucho y no puedo parar de mirarte - le digo y me doy la vuelta para poner todo en el horno, cuando me vuelvo a verla está a punto de llorar. La abrazo y ella me devuelve el mismo cariño, no puedo parar de sentirme afortunado por tenerla. 

- No puedo evitar llorar, lo siento - suelto una risa y limpio su cara - gracias - dice.

- Hacen los monos con la cola - le contesto y larga una carcajada que inundó toda la casa, eso hizo que Sirio ladre y mueva la cola. Lo levanté en mis brazos y él lamió toda la cara de Sam. 

Un dulce olor a miel nos inundó y supimos que nuestras galletas ya casi estaban. Preparamos café y nos dispusimos a sentarnos en el sofá, el resto de nuestro día nos la pasamos comiendo, jugando con la criatura peluda y riendo. 

En el momento de tomar una ducha, pensé que Sam querría su privacidad. Pero me sorprendió cuando pidió que la acompañe. Nos terminamos besando, mi piel quemaba al tacto de la suya y mi amigo amenazaba con despertar.

- Cariño, aunque me duela decirlo, debemos parar - una sonrisa traviesa aparece en su cara y contra todo pronóstico toma mi pene con su pequeñas manos y comienza a masturbarme - Sam, no podemos - vuelvo a regañarla. 

Ella se pone sobre sus rodillas y comienza a jugar con su boca junto con sus manos, unos gruñidos y suspiros salen de mi boca, eso parece alentarla y aumenta el ritmo. En cuestión de segundo llego a mi orgasmo llenando toda su boca, la cual traga efusivamente todo y sonríe como una niña pequeña. Definitivamente esta mujer es mi perdición. 

Al salir de la ducha me tomo el tiempo de secarla, ayudarla a vestirse y luego secar su cabello. Ella parece estar quedándose dormida, así que ni bien toca la cama cae en un profundo sueño. 

Yo, en cambio me voy a mi oficina y comienzo a trabajar. Hago cuentas, busco lugares a los que transferimos dinero, quien lo transfiere, de qué manera, para qué y por qué. Intento de alguna manera saber quien fue el infiltrado que nos robó tanto dinero. No puedo decirle nadie excepto a mis hermanos, pero ellos están lo suficientemente ocupados a punto de ser padres como para poder preocuparlos también con esto. 

Cuando el reloj marca las 2:55am, escucho un grito desde nuestra habitación y corro lo más rápido posible. Veo a Sam sentada en la cama y llorando desconsoladamente. Se esfuerza por explicarme que fue un mal sueño y que no me preocupe, pero no le creo un pelo. Me excuso con que voy a buscarle agua y sus medicamentos, pero mientras llamo a mi jefe de seguridad y le ordeno que hagan un rastreo por toda la casa y que también deje una grupo de hombres fijos. 

Me quedo con Sam lo que resta de la noche y aunque ninguno pudo conciliar el sueño nos dispusimos a hablar sobre cosas triviales mientras estábamos abrazados con Sirio en el medio. 

Todo comenzaba a sentirse bien, hasta que mi teléfono comenzó a sonar en forma de llamada y yo temí lo peor. 


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this love - maroon 5


La esposa de un VolkovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora