Capítulo 48

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Dieciocho horas de declaración y contando.

Comencé por el orfanato, luego la venta ilegal de mujeres y por último la mafia Volkov, la cual hasta ahora no termino. Después de la hora cinco me cansé de solo contar como Laika me torturaba y mostraba evidencia de nuestro marido, así que ellos comenzaron a hacer las preguntas y yo respondía todo sin dejar detalle afuera. 

- ¿Dónde esta Laika ahora? - pregunta ella.

- Muerta - respondo - la policía le disparo cuando yo era su rehén - explico más detalladamente, aunque ahora que lo pienso ella sabía cosas de la policía también, era la excusa perfecta para matarla y no dejar rastros de nada. 

- ¿Cómo obtuvo ella toda esa evidencia o información? - de nuevo la rubia, tiene un raro tono de voz tipo nasal pero no sé si se debe a el idioma o a que así es su voz normal.

- No lo sé y tampoco me detuve a preguntar cuando estaba atada colgando - respondí con obviedad.

- Tiene sentido - habla el castaño. Nos quedamos los tres en silencio por un momento y ellos anotan cosas.

- Aunque - ellos suben automáticamente su vista hasta mi - sus colegas deben seguir vivos, y yo creo que el hecho de que ella esté muerta y que toda su información esté archivada en algún lugar de la policía le sirve a la policía a que no salgan a la luz sus secretos - intento pensar en voz alta.

- ¿Dónde crees que podría estar todo eso archivado? - levanto mis hombros intentando sonar despreocupada.

- ¿Si recuerdan a mi esposo? - pregunto como si ellos fuesen estúpidos, y es que parece que les faltan neuronas para pensar en las cosas obvias - ¿El que tiene una empresa que administra a casi toda Rusia con sus dos hermanos? - algo parece entrar en su cabeza - ¿De verdad piensan que algo como eso estaría en cualquier archivo de cualquier edificio de la policía?  

- Eso es - exclama la rubia dirigiéndose al castaño que parece entender todo.

- De acuerdo, creo que eso será todo por ahora - habla la rubia, siempre estuvo al mando o al menos fue ella la que parecía ser la jefa. El hombre solo se preocupaba por mis necesidades, como ir al baño o comer o tomar algo. 

- ¿Qué pasará con nuestro acuerdo? - pregunto ilusionada. 

- Voy a hablar con los jefes y volveré con respuestas - asegura ella y se va, el hombre se queda mirándome. 

Mis niños estaban en perfecto estado, me contaron que estuvieron con un médico y que luego fueron a comer y luego los trajeron a donde yo estaba. Me aseguraron que los trataban bien y que me amaban. Yo daría mi vida por estar con ellos protegiéndolos, incluso si dar mi vida significa estar hasta el día de mi muerte en prisión por encubrir a mi marido. 

 - Entonces, ¿no hay nada más para agregar? - pregunta él. Yo niego.

- Ya les dije cada detalle - lo mire cansada - hasta cuantas veces nos bañábamos juntos ¿qué más quieren? - pregunto aún más cansada.

- No lo sé, no quieres hablar de tus sentimientos o no quisieras mencionar algo sobre vengarte - me explica pero en modo preguntas.

- No quiero vengarme - hablo - solo quiero estar con mis hijos en paz en algún lugar lo más remotamente lejos posible de Nikolai - hablo rápido y a él parece fallarle su perfecta traducción. 

- Okey - responde simple y se va. 

Estaba traicionando al hombre que me había ayudado a salir adelante, pero que también me había condenado a esto. No sólo a él, a toda su familia que también confiaba en mi. Una familia construida con mentiras y engaños, con tapaderas de problemas y asesinatos. No podía entender como alguien tan tierna como Mila mataría a casi cien hombres y la misma cantidad de mujeres. Tampoco me entra en la cabeza el hecho de que Alina sea la hacker que ideaba todos los planes de ataques que llevaban a cabo el grupo de ladrones que tenía la empresa. ¡La empresa! Un tapadero de todo, como una nube de humo, detrás de ella estaba todo lo malo y ella es la que administraba a cada habitante de Rusia. Desde asesinos y ladrones, hasta un equipo de limpieza donde no dejaran huellas sobre un asesinato. Administraban cada impuesto de cada persona, su seguridad de vida, su prepaga, cuanta luz consumía, cuanto gastaba en comida, cuanto ganaba, sabían todo sobre todos. 

Un escalofrío me recorre la espalda, yo dormía con la persona que se encargaba de dirigir la orden de matar a los "parásitos" de nuestra sociedad. 

La puerta se abre y entran las dos mismas caras ya conocidas.

- Mis personas favoritas en esta habitación - hablo alegre.

- ¿Y qué hay de ti? - pregunta el castaño.

- La mujer que dormía con un asesino, ladrón y corrupto, definitivamente no soy la persona favorita de nadie y por eso les ayudo en lo que yo sé - hablo tranquila. 

- Hice lo mejor que pude - habla la rubia, eso no me deja tranquila - conseguí llevarte a ti y tus tres hijos como testigos de máxima seguridad a Sidney, Australia.

- No puedo ir a Australia, sería el primer lugar donde buscarían - ella asiente - estuvimos ahí muchas semanas, les dije que él hizo un trato sobre expandirse hasta Australia, si nos llevan ahí nos encontraran en menos de lo que ustedes piensan - explico rápidamente.

- Tranquila - intenta calmarme Arliss.

- Por eso tenemos otra alternativa - asiento.

- Soy toda oídos - respondo calmada.

- El sur de Argentina -frunzo mi ceño. 

- ¿En qué parte de mapa se encuentra eso? - pregunto desorientada.

- Exacto, no hay casi nada de información sobre este país - habla emocionada la rubia - ¡es perfecto! 

- ¿Por qué está más emocionada que al principio? - le pregunto al castaño ignorándola por completo. 

- Creo que bebió mucha cafeína - asiente él y yo lo imito. 

- Sigo aquí - vuelve a hablar un poco más calmada - ¿Qué dices Samantha? ¿Nos vamos a Argentina? 

Mudarme a un lugar desconocido, con un idioma desconocido, con costumbres desconocidas no parece una de mis mejores ideas justo ahora.

- Si eso es lo que va a mantener a mis hijos y a mi a salvo de que Nikolai nos quiera matar, entonces sí - ella sonríe.

- Genial, prepararé todo justo ahora - habla rápido y se va.

- ¿Ustedes nos acompañarán? - le pregunto a Arliss.

- Si - responde - ahora iremos a una habitación a que descanses y duermas con tus hijos, luego ultimaremos detalles y nos iremos de aquí - me detengo cuando estamos en medio de un pasillo desolado. Él me mira con su ceño fruncido.

- Sólo hagan lo necesario para que no nos encuentre - le suplico y él asiente.

Es momento de buscar un nuevo lugar donde sentirme a salvo.

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Roslyn - Bon Iver & St. Vincent


La esposa de un VolkovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora