Capítulo 46

12.9K 773 20
                                    

Los niños ni siquiera se inmutaron cuando los sacamos de la cama y los subimos a la camioneta. Me tomé el trabajo de hacer una maleta para cada uno de esta casa, en total 5 maletas que me tomaron 3 horas. 

Una vez llegamos a la pista de despegue bajé sola y me puse frente a la camioneta, Nikolai se fue a mi lado. 

- Esto es una locura - le digo - no podemos solo irnos como unos malditos delincuentes Nik - le digo con un tono un poco más alto pero sin gritar.

- Lo siento Sam - me dice con su cara de cachorrito arrepentido - nunca quise esto para mi, mucho menos para ti y ni siquiera lo imaginaba para ellos - unas lágrimas salieron disparadas de sus ojos, pero eso no me genera nada. ¡Demonios! Ver a mi esposo llorar no me genera ni un gramo de sentimientos. 

- Perdón - hablo - no quería sobresaltarme - doy dos vueltas y respiro - vamos antes de que nos encuentren - le digo y él asiente. 

Subimos a los niños al avión privado y los dejamos en la cama matrimonial que este tiene. Después vemos como suben nuestras maletas al avión. La tripulación se presenta y unos momentos después nos vamos de viaje. 

- ¿A dónde vamos? - comencé con mis cuestionarios habituales de vuelos. 

- Conseguimos un lugar en Puerto Rico - habla mientras teclea en su computadora.

- ¿Conseguimos? 

- Si, Gregori y Anton también vienen, solo que estaremos en diferentes ciudades por precaución - me explica. 

- ¿Y qué pasará luego? - pregunto con temor.

- Haremos una vida normal, con suerte ya no nos dedicaremos a los negocios oscuros con los chicos y los rusos ya no nos van a encontrar - asiento y me pongo a pensar como una idiota. 

- Es increíble como de un momento a otro somos padres y estamos huyendo por nuestras vidas - hablo en alto - ¿recuerdas cuándo viajamos en la luna de miel? ¿O cuándo hice la cena con miles de preguntas estúpidas? Hubiese preguntado otras cosas - me mira confundido.

- ¿A qué te refieres? - maldita boca mía. Voy a morir por la boca y no por ser la esposa de este ser humano.

- Nada - digo simple y tomo mi teléfono. Él me lo quita de las manos.

- Dime - lo miro a los ojos, la verdad ni siquiera sé quien es, ni que me hará. 

- Tu me guardaste muchos secretos - lo acuso con mi mirada más fría y su mirada se suaviza - ¿te mereces que yo sea sincera y te diga la verdad? - ahora parece un perrito después de hacer alguna travesura. 

- Si, no me lo merezco - habla y me devuelve el teléfono. Pero ya no me interesa, ya no quiero evadir su mirada, solo quiero la verdad y lo mejor para los niños. 

Alba se despierta llorando y voy corriendo, dejando todo lo anterior igual de tenso que siempre. La niña moría de hambre ya que tomó dos biberones, luego tuve que cambiar su pañal y por último me la lleve a jugar para que no despierte a sus hermanos. Cuando los gemelos aparecieron, Nikolai se encargó de ellos, dándole de comer y ayudándolos con el baño. 

Cuando aterrizamos, lo primero que sentí fue el clima cálido y eso mejoró mi humor. Un Jeep nos esperaba en la pista, subimos a los niños y emprendimos el camino a casa. Camino que duró tres horas, nos comenzamos a cansar, los niños ya estaban molestos y ni bien llegamos, la fachada era muy hogareña pero típica casa de playa, los niños salieron corriendo a tocar el pasto y jugar con los árboles. Me dispuse a bajar las maletas y acomodar la ropa. 

Después de un muy largo día que para mí y para Nikolai duró como 50 horas, por fin era la hora de ir a la cama. Así que luego de una larga ducha me acosté en el borde de la cama y me dormí, sin escuchar ni sentir nada, escuchando árboles moverse con la brisa. 

En la mañana desperté sola, sin niños y sin marido. Por un momento pensé que todo era un mal sueño y me abrumó un dolor intenso en el pecho. 

Lloré, lloré mucho sentada en el sofá. Porque estaba con un desconocido en un lugar que no conocía y con un trío de niños que no eran míos, pero que yo daría mi vida entera por ellos. 

Cuando volvieron y comprobé que estaban sanos y a salvo, me tranquilicé y logré comer algo.

- Sólo estábamos comprando algo de comida - dice Nikolai, a quien no le dirijo la palabra todavía, me limité a asentir e invité a jugar a mis niños.

Verlos reír, correr, sentir sus suaves manos, oler sus cuerpitos, ver sus ojitos achinarse, si hubiese sabido todo esto estoy segura que no hubiese dudado en hacerlo de nuevo. Nada me hace más feliz que estos niños. 

Cuando llegó la hora de sus siestas, la cual no duraba mas de una hora, Nikolai me llevó a hablar.

- Me tendré que ir unos días por trabajo - yo asentí y solté un suspiro - en esta caja fuerte hay dinero, pasaportes y un teléfono con contactos importantes como los del avión o los de seguridad. 

- Okey - dije desmotivada. Cuanto más lejos esté él, mejor para mí y los niños. 

- ¿Quieres hablar de lo que pasó? - pregunta.

- ¿De qué te encubrí y te ayudé a escapar del país? - pregunto - o ¿de qué me rompiste el corazón como nadie nunca lo hizo? - él solo se quedaba inmóvil sin decir nada - o mejor ¿de qué asesinaste a más de una persona utilizando técnicas inimaginables y que yo sé todo y soy tan culpable cómo tú por encubrirte? - se me escapa lo que guardé por tanto tiempo. 

- ¿Cómo sabes eso? - pregunta serio, pero de forma ruda.

- Laika - contesto simple - tenía mucha evidencia y mucha información y todo lo que sé me lo dijo ella, desde los negocios en negro hasta lo mínimo que hiciste Nikolai. Y no sólo tú, también tus hermanos y sus esposas - hablé demasiado rápido. 

- Oh! No! - exclama de repente y comienza a caminar de lado a lado con las manos en su cabeza. - deberé matarte - suelta de repente y toda mi sangre se congela.

- No es necesario - digo de forma torpe. 

- Si no estas de mi lado, estas en mi contra y si estás en mi contra sabiendo todo eso, - corta la frase y me mira fijo de forma divertida - deberé matarte.

- Estoy de tu lado - aseguré - siempre lo estuve. 

- Eso quería escuchar señora Volkova.  

-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/

watercolor eyes - lana del rey



La esposa de un VolkovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora