Capítulo 9

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Mi mañana comenzó en con un mujer de voz chillona corriendo por la habitación mientras abría cortinas y ventanas. Eso ya empeoró mi mal humor de todos los días. Fui obligada a salir de la cama, el día de mi boda y tengo que despertar ¿antes de las ocho? Espera, ¿el día de mi boda? 

¿Cómo es que el ruso medio mafioso no me estaba estrangulando al despertar? Esto es muy raro.

Luego de una ducha que me hizo despertar, salí a la habitación envuelta en una bata. Hay al menos cinco personas mirándome como si fuese la cosa mas rara del mundo.

- ¿Qué? - les pregunto mientras tomo un trozo de manzana cortada que trajeron una de las chicas que trabajan en la cocina.

- No esperábamos un ser tan especial como usted - habló un muchacho, que con suerte era un año mayor a Nikolai.

- ¿Esperaban una rusa de metro ochenta, sin curvas y de pelo platinado? - pregunté en modo de broma, pero al ver que nadie reía trague fuerte y me quedé en silencio. - Se ve que si - murmuré.

- No para nada - intenta arreglar la situación una mujer de cabello canoso - es que te pareces a alguien que antes era parte de la familia - ¿eh? mi cara no puede estar más desencajada ahora mismo. 

- ¿Quién? - pregunto sin pensar.

- Nadie, seguro fue error mío - dice tímida.

- Dime y te confirmo tu error - intento persuadirla, pero a ella se le endurece la mirada y niega.

- Tome asiento señorita - me señala la silla en frente a un espejo improvisa, yo le hago caso y en un instante ya hay personas arreglando mi cabello y mi cara.

- ¿Quiere algo más natural o qué sus ojos resalten? - pregunta la mujer enfrente de mi luego de aplicar una crema en toda mi cara que me dejó sin expresión alguna.

- Quizás que mis ojos resalten, alguna vez van a tener que recibir el protagonismo.

- Buena elección - dice rápidamente.

- Nos queda una hora - habla un chico joven con una tablet en su mano. Verlo me recuerda que tengo mi teléfono para no aburrirme.

- ¿Disculpa? - le hablo a ese chico que parece solo estar con su tablet, él levanta la mirada y frunce su ceño - ¿Podrías alcanzarme el teléfono que se encuentra en la mesa de luz? Por favor - él asiente y me lo da sin problemas.

Nada de mensajes ni de llamadas, así que me pongo a navegar en Instagram y el resto de apps que tengo. Le mando un mensaje a Nikolai en el que le pregunto: ¿Dónde estas?; también le hablo a Mila y Alina para saber lo mismo. Ya que nadie contesta mis mensajes voy a Instagram de nuevo y me saco una foto frente al espejo, mostrando mi hombro y tapando mi cara con el teléfono, le agrego un escrito que dice "es hoy..." y una canción de Lana del Rey. Eso vuelve locos a mis seguidores ya que me llenan el celular de notificaciones y yo río por lo bajo.

Voy a Wattpad y comienzo una historia que parece de amor, eso me gusta. Leer cosas más actuales de como la gente ama y siente me hace sentir un poco más persona y menos robot. 

- ¿Señorita Samantha? - me saca de mi burbuja otro chico diferente con el vestido de novia en su mano.

- Mhm - murmuro mientras lo miro.

- Es momento de cambiarse - asiento y me levanto de mi silla - una de las asistentes la ayuda dentro - vuelvo a asentir y camino directo al baño. Como dijo el chico, hay una asistente esperándome. Con su ayuda me logré poner el vestido de novia y los tacones.

Al salir del baño todos voltearon a verme y se quedaron con la boca abierta. Aunque el vestido tiene transparencias en todos lados, eso no lo hace vulgar sino incluso más elegante. Terminan de ponerme el velo y acomodan cosas del maquillaje entre todos mientras yo busco un lugar donde dejar mi teléfono sin que se vea, y creo que los encargados ya lo había pensado porque pusieron una liga al rededor de mi pierna y en ella colocaron mi teléfono.

- Momento de irnos a la gran boda - enuncia el chico con la tablet - sígueme por aquí - asiento y camino detrás de él como me lo permite el vestido, los tacones y las ayudantes detrás agarrándome el velo. 

La operación bajar las escaleras no fue ensayada, tuve que agarrarme de cada brazo que se me cruzaba en el camino, por suerte llegué al piso ilesa.

En la puerta había una lemosina negra esperando por mi. Ese era mi momento, los ayudantes estaban yendo a su camioneta para poder llegar antes que yo a la boda. Podría haber escapada, tirado los tacones y correr. De hecho lo imaginé mirando el camino. Pero ¿a dónde iría? Son miles de kilómetros hasta la ciudad y de todos modos ellos me iban a encontrar. La conversación misteriosa de anoche me vuelve a la mente y algo se hunde en el pecho. Nunca voy a poder salir de este círculo familiar que me quiere con ellos a la fuerza, aunque los maltrate y les haga gastar muchísimo dinero innecesario. 

En cambio, la puerta de la limosina se abrió, subí y dentro estaba el padre de los Volkov con un traje negro, elegante, pulcro.

- Señor Volkov - asentí con mi cabeza en modo de saludo.

- Samantha - imita mi gesto - hoy seré yo quien te entregue en el altar dado la situación - asiento y miro por la venta. 

- ¿Qué situación?- pregunto desafiante. 

- No quiero que comencemos con el pie izquierdo Samantha - me advierte - tu sabes que situación - me mira intentando rebajarme, como si él fuese mucho mejor persona que yo. 

- No, en realidad no lo sé - le sostengo la mirada.

- No perteneces a la familia - me recuerda - y nunca lo harás, solo te tenemos aquí por un capricho de Nikolai - explica molesto, no es que me importe pero se me hizo un nudo en la garganta.

- Nunca quise ofender a su familia - bajo la mirada a mis manos. Detesto mostrarme débil, pero nada en este día ayuda.

- ¿Nerviosa por la boda? - cambia de tema. 

- No sabe cuanto.

- Tranquila, Nikolai es un buen muchacho, a veces suele ser un poco reservado y callado con sus cosas pero al final siempre termina contando los hechos - me mira a los ojos - debes tener mucha paciencia con él y no abandonarlo en los momento difíciles, quizás al principio sea un poco extraña la convivencia y quieras salir corriendo por la frialdad de mi hijo, pero ahí es cuando más debes aguantar. Esos momentos donde crees que ya no puedes más es en donde debes poner todas tus energías. - asiento ante sus consejos. 

- Quizás siendo sumisa me aceptarán - digo a modo chiste.

- Las guerreras nunca logran nada - intenta advertirme.

- Lo veremos - le devuelvo la advertencia. 

- Hemos llegado al lugar - anuncia mirando por la ventana - ¿Lista para tu nueva vida?

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Beyoncé - Halo

La esposa de un VolkovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora