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La tarde en la Mansión Malfoy tras la visita a Trowbridge fue tranquila, aprovechando Draco y yo la calma y el reposo para disfrutar del otro con una buena conversación y tazas de té con embriagante aroma. Sin embargo, continuaba con una mosca detrás de la oreja recordándome la presencia de Scorpius y la conversación que debía producirse en algún momento.

Así que, cuando Draco se puso manos a la obra con la cena, no pude detener mis piernas de conducirme hasta el segundo piso.

—Está abierta —escuché inmediatamente después de despegar mis nudillos de la superficie de madera oscura. Acto seguido, me atreví a tomar el pomo y, dejando escapar una bocanada de aire, abrí la puerta lo justo para que pudiera ver quién era—. ¡Oh, hola, Chloé!

—¿Puedo pasar? —pregunté, con mi cabeza asomando por el pequeño espacio.

—Sí, claro. No estaba haciendo nada, de todas formas.

Al aventurarme completamente en la habitación, recordé al instante las palabras de Draco esa misma mañana; ese era su antiguo dormitorio. 

De igual manera que el actual, este tenía altas paredes negras con molduras tan sofisticadas como la lámpara de araña que colgaba del techo a los pies de la cama de matrimonio con dosel color esmeralda. En esta base pude ver reflejado claramente el estilo decorativo de Draco, no obstante, los elementos con tonalidades más luminosas como la alfombra grisácea, las mesitas de noche de madera de álamo y los amplios cuadros decorativos de paisajes contrastaban pero a la vez se difuminaban bien con el resto de elementos. Claro que aún así era obvia la diferencia de propietario.

Ahora, sin lugar a duda, la joya de la corona era claramente un estandarte de la casa Slytherin con bordados plateados y el escudo con la serpiente posicionado sobre el cabezal de la cama junto a un pequeño banderín de la misma casa que reconocí rápidamente al ser usado comúnmente en los partidos de Quidditch del colegio para animar.

—Eso no es mío, es de mi padre —indicó Scorpius, como si hubiera conseguido leerme la mente. Este se encontraba sentado frente a un escritorio junto a la puerta, con un montón de sobres de cartas esparcidos por la superficie—. Al parecer, se lo regalaron en su primer año como buscador en el equipo de Slytherin. Dice que se le daba súper bien el Quidditch, mientras que yo apenas puedo mantener el equilibrio sobre la escoba. Es irónico.

—Siendo sinceros; conociendo a tu padre, ¿estamos seguros de que se le daba tan bien como dice?

—Ahora que lo dices, creo que su equipo nunca ganó una copa —comentó Scorpius divertido.

Ambos compartimos unas risas a costa de Draco que sirvieron a la perfección para romper el hielo. Aproveché ese pequeño intermedio para acomodarme un poco y atreverme a tomar asiento en la orilla de la cama sobre la refinada colcha con estampado de rombos. Después inhalé una larga bocanada de aire intentando armarme de valor, aunque con la cabeza gacha y la mirada puesta en mis huesudas rodillas.

—Debe ser raro, ¿verdad? —murmuré, casi en un hilo de voz.

A falta de reacción, en un principio pensé que no me había escuchado pues se encontraba dándome la espalda. Sin embargo, al parecer no hizo falta siquiera que el rubio me echara un vistazo para entender a qué me refería, dando una cabezada tras unos segundos que parecieron una eternidad.

—Más o menos. Eres solamente cinco años mayor que yo...

—Ya, es extraño... —murmuré, mordiéndome el interior de mi mejilla por los nervios.

—Entonces... ¿estáis yendo en serio? —preguntó, finalmente volteándose en su asiento para mirarme—. Mi padre y tú.

Tuve un momento de contemplación, no sabiendo exactamente qué responder. Llevábamos saliendo tan solo unos cuantos meses y aún me faltaba mucho que descubrir de Draco, pero sí sentía que nuestra relación era bastante formal y consolidada pese al corto tiempo. 

Había tenido un par de novios durante mi estancia en Hogwarts pero cada vez que alguno de ellos me mencionaba algo acerca de qué haríamos cuando nos graduáramos siempre daba largas. "¿Vivir juntos? Quién sabe siquiera si seguiremos la semana que viene juntos" decía, en las pocas otras ocasiones en las que de verdad me dignaba a responder y no me limitaba a sonreír y asentir. Ahora con Draco no me sentía así. 

En mis planes de futuro no me veía sola.

—Bueno, nos ha presentado, ¿no? Si no fuésemos en serio, supongo que no habría tenido interés en que te conociera.

Aquellas palabras no sabía a ciencia cierta si iban dirigidas a Scorpius o a mí misma. Su boca se curvó ligeramente en una sonrisa. 

—Tiene sentido.

—Pero a ti... ¿te parece bien? ¿Que yo esté con tu padre?

De pronto, me pareció deslumbrar un dulce y sutil brillo en sus ojos grisáceos que me recordó demasiado a Draco.

—Sí, está bien —contestó encogiéndose de hombros, quitándole importancia al asunto—, eres guay y ya te conozco de antes. Además, si te soy sincero, prefiero que seas tú parte de la familia en lugar de alguna otra mujer que solo quiera a mi padre por el dinero. Tú no pareces ese tipo de persona.

 Dejé escapar un suspiro a medida que liberaba una gran tensión de mis músculos e hice una mueca.

—Pues debes de ser el único que piensa eso —me confesé—, porque parece que todo el mundo cree que solo lo quiero por el dinero y que soy una cazarrecompensas.

Scorpius frunció el ceño, ofendido, y después sacudió la cabeza.

—Esa gente no ha visto cómo miras a mi padre, entonces —bufó, arrastrando las palabras como si alguien se hubiese metido personalmente con él. A continuación, dio un giro de ciento noventa grados y con un tono mucho más suave masculló—: Ojalá alguien me mire como tú lo miras a él en un futuro, con tanto amor en los ojos... Fue así cuando supe que de verdad lo querías por como era, no por quién era.

Al escucharlo noté una intensa sensación de confort y sosiego que me recorrió el cuerpo entero, conmovida, llegando incluso a sentirme al borde de las lágrimas. Hacía meses que este tema del dinero y mi reputación me estaba perturbando y que alguien pareciera comprenderme por primera vez era todo lo que necesitaba, quedando a un paso de  que las emociones me sobrepasaran.

Al mismo tiempo que ocurría esto, un peso enorme se levantaba de mis hombros hasta el punto que, sintiéndome como una pluma, me incorporé y me puse en pie. Completamente llevada por el sentimiento, me atreví a abrazar al chico encorvándome hasta llegar a su altura, ya que continuaba sentado en su escritorio. 

—Muchas gracias por todo, Scorpius —agradecí, con el corazón en un puño y mi barbilla apoyada en su hombro—. Estás siendo demasiado comprensivo conmigo, pese a lo difícil que debe ser que tu madre no esté.

—E-Ella... —Su voz sonaba entrecortada, aún abrazándome—, e-ella estaría muy feliz de saber que quieres tanto a papá. 

Finalmente me separé de él, percatándome de que se estaba mordiendo el labio para intentar ahogar su lamento. Yo, por mi parte, no sabía cómo continuaba sin desmoronarme.

—Lamento mucho que tu madre no esté aquí y que yo esté ocupando el que era su puesto. 

Scorpius negó con su cabeza.

—Sé que papá está en buenas manos contigo, Chloé. 


Daddy Issues❞ Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora