5. Juegos.

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──¿Hace cuánto que está ahí? ──La voz de Ángela fue respondida con un trueno y su estruendo lejano

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──¿Hace cuánto que está ahí? ──La voz de Ángela fue respondida con un trueno y su estruendo lejano.

──Diez minutos, quizás más ──dudé──. No lo sé, ¿por qué?

Sus ojos fueron dos cuchillos en la oscuridad.

──Dijiste que tuvo un ataque hoy, que salió corriendo ──Apoyó su oído contra la puerta de la habitación donde se hospedaba Eloíse──. Quizás se mató, eso le quitaría lo divertido.

Realicé una mueca, para luego hacerla a un lado, lo cierto era que no se escuchaba ningún ruido detrás de la puerta.

──Pues lo dicho, se mató ──repitió con rencor──. Y ya es la segunda vez que se te escapa.

──No es asunto tuyo.

En un momento ella me tuvo inclinado hacia su rostro, su rodilla clavada en mi estómago y su puño arrugando el cuello de mi camisa.

──Mierda, estás demente ──exhalé.

El susurro de su voz fue lo único cortando el silencio en las sombras del pasillo.

──Entiendo que como hombre te ponga mucho el papel de héroe justiciero sobreprotector rescatando a su dulce dama ──ironizó en tono sombrío──. Pero quita esa mierda de tu cabeza, porque tus juegos no van a arruinar todo otra vez.

Luego me dejó ir, me recompuse, tomando el tiempo en acomodar mi corbata, con la lentitud necesaria para serenar y bajar la bronca.

Ira, odio, rencor, sentimientos tan volátiles, tiraban con cadenas tan fuertes que era muy fácil dejarte dominar por ellos. Aceptar con sumisión el leve lapsus de poder que te ofrecían.

Enderecé mi traje con parsimonia.

──Mis juegos son lo que mantienen esto divertido ──me burlé──. Iré a fumar, tú bien podrías hacer lo mismo para calmarte un poco.

Como siempre, Ángela se mantuvo inmutable ante cualquier estímulo exterior. Era medusa tallada en piedra.

Sonrió.

──Iré por un té que la ayude a relajarse.

Sostuve su brazo, antes de que pudiera avanzar.

──Mantente en tus asuntos, no te acerques a ella.

La rabia ardió en sus ojos, por un momento la tormenta pareció agruparse en su mirada oscura, luego... nada.

──Bien ──se liberó──. Entonces iré por un té para ti.

──Cuidado con lo que deseas, Ángel.

Ella me miró un momento más, su figura esbelta iluminada en flashes por la tormenta, como si el cielo reclamara por su ángel caído.
Su mueca de aburrimiento arruinó la teatralidad perfecta de la escena.

──Lo mismo digo, demonio.

Cuando ingresé el lugar estaba a oscuras, los relámpagos rompían la armonía de la habitación, irrumpiendo por las dos ventanas a los lados de la cama

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Cuando ingresé el lugar estaba a oscuras, los relámpagos rompían la armonía de la habitación, irrumpiendo por las dos ventanas a los lados de la cama.

Sobre ella, un ovillo se mecía en busca de tranquilidad.

──Eloíse.

Ocupé el lugar detrás de ella, llevaba puesto el camisón blanco que le había prestado Ángela, completando su imágen de espectro en pena.

──¿Por qué Eloíse? ──murmuró con voz quebradiza.

──Es un lindo nombre, suena delicado.

──Suena como el nombre de una anciana ──vaciló.

──Tal vez, déjame verte.

Ella me observó con sus grandes ojos enrojecidos en llanto, me pareció una forma muy injusta de maltratar sus delicadas facciones.

──¿Qué es lo que hacen aquí?

──Un teatro.

Limpié las lágrimas de sus mejillas aceitunadas, retrasando un momento el roce sobre su piel suave y tersa.

──Fausto dijo que eran un circo.

──Somos un circo entonces.

Alejó mi mano de ella, fingí que me había pasado desapercibido.

──Víctor, tú sabes por qué estoy aquí. Dímelo.

Dejé caer mi mano a su lado. No había nada divertido en un crucigrama resuelto, mantener la emoción y fingir la sorpresa frente a un final anunciado, pero no podía decirle eso.

──¿No recuerdas cómo llegaste aquí?

──Quiero salir.

──Eloíse ──me deleité ante la forma en la que su piel se erizó──. ¿Cuál es la única manera de salir de un juego?

El terror fue una cortina torpe atravesando su mirada.

──Puedes abandonarlo, siempre que...

Sostuve su mentón en alto hacia mi rostro, capturé su expresión confundida y respiración agitada, guardé la imágen de sus labios partidos para después.

──¿Cómo sales de un juego, Eloíse? ──demandé.

Su labio tembló, por un momento imaginé el sonido de su voz trémula, en contradicción, salió en un susurro sombrío.

──Ganando.

Hola, hola

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Hola, hola.

Tenemos apenas un vistazo del punto de vista de Víctor,
¿a alguien le sorprendió el cambio o ya se imaginaban cómo sería?

Espero sus comentarios♥️

Revival +18Where stories live. Discover now