En apuros

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Tres meses más de entrenamiento y entonces Percy ya podía dominar la jabalina y la espada como si fueran extensiones de su propio cuerpo. Precisamente eso estaba haciendo junto con Tritón cuando Poseidón se asomó a la arena del nuevo palacio de Percy en las profundidades del mar. Su palacio era más un santuario del entrenamiento y la lucha, asi como también grandes salas para sus pegasos y acuarios para sus hipocampos. También poseía una sala llena de armas que habían sido un regalo de Tyson, pero había sido más una idea de Hefesto para estrenar el nuevo puesto de Tyson.

Tritón había logrado congeniar de manera más rápida con su Percy de lo que Anfitrite, puesto que ella a pesar que era un dios olímpico no podía dejar de verlo como la muestra de un engaño por parte de Poseidón.

— Entonces parece que volví a ganar — la voz de Percy era jadeante y su respiración acelerada mientras apuntaba su fiel espada Riptide en el cuello de un dominado Tritón quien estaba desarmado en el suelo. Percy le tendió la mano para ayudarle, pero lo que le dijo lo dejo pensando, no podía haber pasado tanto tiempo.

— Bueno no puedo culparte llevas más de 4 meses entrenando aislado del mundo real — la sorpresa se dejó ver en el rostro de Percy.

— ¿Cuatro meses? — susurro pensando en cuanto tiempo había pensado y ni siquiera había visitado el campamento. No sabía si era tiempo de volver. Todavía se sentía inseguro.

— Si cuatro meses... es tiempo de emerger al mundo exterior — Poseidón hizo su aparición aplaudiendo a sus jóvenes hijos luego de un digno combate. Poseidón aplaudió para convocar un poco de néctar y les arrojo las botellas a sus hijos que terminaron con ella como si tratara de un concurso de bebida.

— Padre... — ambos dijeron luego de terminar su néctar.

— Mis muchachos — palmeo a ambos en la espalda mientras abandonaban la arena de combate. Percy palmeo las manos para oscurecer el lugar. Mientras a su paso otra sala se iluminaba. La sala principal donde un trono de roca volcánica extraída de lo más profundo del mar se alzaba con majestuosidad. Los ciclopes que estaban bajo el mando de Tyson habían ayudado a tallar e incrustar piedras preciosas de todas partes del mundo. Topacios, zafiros, rubíes, diamantes, oro olímpico, plata olímpica y en los brazos del trono la cabeza de dos pegasos negros hechos de ónice y finamente tallado y pulido uno a cada lado. Simplemente majestuoso.

— Iré a ver cómo van las cosas... ¿nos veremos en la cena? — Tritón palmeo a su hermano sabiendo que Poseidón estaba aquí por un motivo.

— Espero que si... — Percy le hizo una cara de espero no estar en problemas y luego Tritón desapareció rumbo a la Atlántida.

— Percy... — Poseidón hablo con algo de cansancio, o tal vez era preocupación. Sabía que Percy había optado por seguir su entrenamiento en su nuevo palacio para alejarse lo más posible de todo aquello que pudiera evocar recuerdos dolorosos. Como su padre podía saber que aun tenía sueños perturbadores que traían a su memoria lo que paso ese triste día. Pero no era por eso por lo que había venido. Él sabía que Percy necesitaba tiempo y apoyo y era precisamente eso lo que él iba a darle.

— Padre no... todavía no puedo — el joven dios intervino dejando salir de su corazón esa negativa a hacer algo de lo que pudiera arrepentirse, como salir de la seguridad de su palacio.

— Ni siquiera sabes de que te voy a hablar — Poseidón se sintió un poco agobiado porque lo primero en lo que había pensado Percy era en eso... todavía estaba allí, todavía era una carga para él.

— Casi puedo adivinar que me hablaras de que debo visitar el campamento y mi antigua vida — Poseidón le sonrió con algo de dolor, no quería forzar a su hijo. Levantarse de una perdida asi era difícil, tal vez nadie debería estar obligado a reponerse, pero era necesario.

Algunas cosas toman tiempoWhere stories live. Discover now