Recuperación

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—¿Me estás diciendo que ya no tienes tiempo para mí? —la cara de Eskol era de arrepentimiento.

Puso su mano sobre el hombro del niño que alguna vez había abierto un forado en su emociones con puro ingenio y ese humor tan audaz y desproporcionado. Habían pasado muchos años y cada día se convencía del hecho que había sido lo mejor para ambos, Eskol había llenado el corazón roto de la perdida de Annabeth, no la reemplazo, eso era imposible, pero sí que había llenado su corazón de una nueva calidez. Eso no tenía precio para ella, seguía amando a todos y cada uno de sus hijos, pero en su corazón después de la perdida de Annabeth se había negado a concebir nuevos niños, Eskol fue capaz de disipar esa idea y abrir su corazón a nuevos hijos.

—No, no es eso, simplemente tengo una misión en solitario, me tomará algunos días poder contactarme —Eskol se sentía un poco avergonzado porque había pasado como un año desde que no veía a Atenea por las misiones y su entrenamiento con Liz. Siempre había terminado postponiendo los encuentros.

—Ya veo, entonces... —Atenea le dio una mirada de no me mientas. Ambos se quedaron mirando el vacío por un momento.

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Sabía que las misiones solo estaban aumentando el deseo oculto de Eskol por venganza. Eso era lo último que quería para él, prueba de ello fue el desafío que le lanzó a Apolo en el solsticio de verano cuando los dioses se reunían y esta vez había sido en el campamento junto con sus hijos. Ares como siempre sediento de pelea, ya que disfrutábamos una temporada de paz luego de la última guerra, había propuesto que a modo entretenimiento cualquier semidios podía desafiar a quien quisiera para arreglar cualquier pleito o rencor. Esa había sido la ventana de Eskol quien había saltado a la arena bajo a mirada un tanto desconcertada de todos los dioses para desafiar a Apolo. El hermano de Artemisa se había resistido a aceptar el desafío porque no quería que la brecha que había entre ellos se agrandara, pero no tenía elección porque todos estuvieron de acuerdo con la idea que para variar era buena, era un momento de dejar atrás las problemas y zanjar las rencillas.

Fue en ese momento que lo supo. Se estaba preparando.

Eskol llevaba la armadura tipo espartana en bronce opaco con detalles de esmeraldas en los símbolos de su padre y abuelo que le había regalado luego de tener la aprobación para ir a misiones con Travis. La batalla había sido intensa, sin muchas palabras ni provocaciones, ambos sabían porque peleaban, Eskol para desquitarse porque Apolo lo reportó de haber dejado el campamento y eso le valió un confinamiento por caso año y medio y aunque no podía decirlo Apolo luchaba por la forma en que Eskol le había hablado a Artemisa en su último encuentro. Ambos eran arqueros prodigiosos, pero Eskol no se quedaba con solo prodigioso, había entrenado tanto aún con el arco en lo que era excepcional para sobrepasar a Apolo.

La parte inicial del épico combate empezó con Eskol besando el anillo que le había dado su padre cuando había oficializado la adopción, el recuerdo estaba fresco. Los primero disparos de Apolo fueron repelido por un Eskol que se mantuvo quieto, sus flechas daban sobre las de Apolo para que no le tocaran, pero cuando vio el fastidio de Apolo solo pudo pensar en algo que había estado practicando desde hace mucho tiempo cuando Travis lo entrenaba con objetivos en movimiento. Dejó que Apolo tensara su arco mientras empezaba a correr en circulo, en cuanto vio el indicio de que iba a soltarla aceleró para luego disparar su flecha que viajó directo a la parte lateral solo para rebotar e impactar el arco de Apolo y partirlo en dos.

Fue todo lo que necesitó para llevar la pelea a un combate cuerpo a cuerpo.

Eskol amaba la ironía del momento, vencerlos con unos cuchillos de caza. Venía de haber sido campeón del torneo de dagas y cuchillos, tenía un par de su colección privada, bueno, no tan privada porque Liz tenía acceso a ella de vez en cuando. Eran unos cuchillos de caza en los que había estado trabajando que tenía el poder de debilitar el arma contraria con cada golpe afectando la estructura del metal del que estaba hecho. No tenía la habilidad de hacer que las armas desaparecieran, pero si podía debilitar las armas contrarias. Aún estaba en una fase beta, pero esperaba que funcionara con Apolo. Los golpes eran certeros, nadie podía negar que el hijo de Percy Jackson se había preparado físicamente para esto. A Eskol le daba vergüenza, pero la vez que Atenea se lo había llevado en uno de esos viajes de entrenamiento se había quitado la ropa del torso para revelar un cuerpo desarrollado y como ella misma diría rival digno de un propio dios. Murió de vergüenza.

Algunas cosas toman tiempoWhere stories live. Discover now